Estamos viviendo un momento muy interesante en la reconfiguración de la arquitectura económica internacional. Estados Unidos, con su nuevo gobierno, inicia una guerra comercial. No hay forma suave de llamar a esta generalizada suba de aranceles que no sea el inicio de una guerra comercial.
El presidente Donald Trump propone que no se extienda y no haya respuestas, algo que nunca ha pasado en la historia, y lo hace en forma masiva y generalizada pero con fuertes diferenciaciones entre países y con una fórmula que ha sido muy criticada técnicamente por la idea del espejo que esa fórmula tiene y que está mal concebido. Lo que estamos enfrente es de un cambio en la actitud de Estados Unidos, un cambio, si se quiere, en el rol de Estados Unidos en la arquitectura económica internacional.
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De ser el centro del mundo económico, del mundo económico capitalista y luego de la caída del muro prácticamente del mundo económico global, Estados Unidos cambia hacia una posición más alejada del multilateralismo, centrada en si mismo. En vez de ser el que garantiza las reglas globales, Estados Unidos se presenta como una víctima que ahora que trata de aprovechar su posición para tratar de mejorar su situación económica, que por cierto, bajo estas condiciones, nadie puede decir que la situación económica de Estados Unidos era mala, sigue siendo uno de los países más dinámicos, sigue teniendo un nivel de desempleo muy bajo, crece y se ha sobrepuesto a distintas crisis. Pero la llegada de Trump trae una visión muy distinta, pasa a ver a Estados Unidos en vez de como director de la orquesta como victimario y pasa a plantear un esquema que habla de industrializarse o reindustrializarse, recuperar puestos de trabajo, una política muy proteccionista pensada en el país principal del mundo.
Es decir, una política que en cierta forma es una reminiscencia de políticas de hace 20 o 30 años en muchos países, pero se plantea con la potencia inédita que tiene hacerlo en el centro de la economía internacional y cambiando abruptamente la regla del juego. Obviamente que es muy distinto a que lo haga un país aislado, un país periféricamente que decida hacer una estrategia proteccionista o industrialista. Entonces, vamos a un mundo menos globalizado y con unas visiones muy nacionalistas de quien debería liderar el internacionalismo y la globalización.
El impacto interno que va a tener esta guerra comercial, hay mucha discusión, pero en general uno tendería a pensar que en Estados Unidos esto debería tener un efecto inflacionario, pero también algo hecho en forma tan abrupta tiene que tener algún impacto recesivo.
De hecho, las probabilidades de una recesión, que eran lejanísimas hace solo 4 meses, han subido casi al 50%, es decir que podríamos entrar en un esquema de inflación con recesión. Ahí se va a generar un foco de conflicto que ya existe latente entre la administración Trump y la Reserva Federal sobre qué hacer, a qué dar prioridad, ¿subir la tasa para combatir la subida de la inflación o bajar la tasa para combatir una incipiente recesión generada por todo este fenómeno?
Y como corolario de esa política de tasas y de lo que sucede en Estados Unidos tenemos lo que va a ocurrir con el dólar a nivel global.
Esto también va a generar mucha incertidumbre porque a diferencia de lo que ocurre generalmente, que hay un fly to quality hacia Estados Unidos, nos vamos a encontrar con que podría haber hasta una salida a Estados Unidos para diversificar el riesgo Trump. Es decir, es muy incierto que sea Estados Unidos el que está manipulando las variables ya que típicamente el líder tiene que tratar de cuidar y presentarse por arriba de las partes. El policía global cambia las reglas. Entonces, Es muy incierto qué va a pasar con el dólar y cómo es su influencia en las commodities y en los demás precios de la economía internacional?.
Adicionalmente sabemos que en las guerras comerciales no solamente se suben aranceles, sino que también muchos países practican devaluaciones competitivas, sobre todo los que tienen la posibilidad de compensar con pequeñas devaluaciones la suba de los aranceles y eso, como pasó en los años 30, puede generar problemas muy importantes. Qué pasa si China devalúa el Yuan para compensar.
Es de esperar de este proceso una caída del producto global, menos comercio global, pérdida de eficiencia de la economía. Muchas de las cosas que ya vimos en otras guerras comerciales pero potenciadas. La cuestión es también, en estos términos, pensar si Donald Trump está haciendo esto para luego sentarse a negociar uno a uno con los principales países y entonces esto será un año o un cierto tiempo de transición o esta es una posición que él pretende, por lo menos en su mandato, que sea un cambio completo en la forma de pensar la relación económica, sobre todo la comercial, de Estados Unidos con el resto del mundo.
Finalmente, el impacto en Argentina
La verdad que muchos agentes aquí en Argentina, sobre todo los ligados al gobierno, han tratado de salir a mostrar qué bueno que es que nos haya tocado solamente un aumento del 10%. Esto, en términos de la lógica de Trump, es muy injusto porque el arancel promedio que nosotros tenemos con Estados Unidos es muy bajo.
Entonces, en realidad, esto nos está perjudicando, porque este piso del 10% nos va a perjudicar. Afecta mucho a varios productos de Argentina, pero además, hasta ahora, no ha habido ningún trato diferencial para Argentina. Los países de América Latina han recibido el mismo trato, un arancel del 10%. Por lo tanto, hasta ahora no hemos visto ningún trato preferencial en Argentina, tampoco lo vimos en el aluminio, en el acero.
Es decir, que entre aluminio, acero y estos aranceles que son importantes para productos como los limones, la carne, mani y ciertas cosas no demasiado sofisticadas, pero que nosotros podemos exportar a Estados Unidos, meten una duda sobre el nivel de nuestro comercio con Estados Unidos, que además es deficitario.
Por lo tanto, hasta ahora no hemos cobrado ningún beneficio en el lado comercial, en el fondo monetario lo veremos, de esta relación hiperprivilegiada que supuestamente tiene nuestro presidente con Trump. Entonces, resumiendo, estamos enfrente a una guerra comercial como pocas veces habíamos visto.
Este Trump es muy distinto al Trump focalizado de la primera presidencia, donde estaba mucho más concentrado en China. Es un cambio total en el rol de Estados Unidos, es un Estados Unidos que se cierra para objetivos internos y abandona los costos, pero también los beneficios de ser el centro de la economía internacional.
El mundo, en principio, se está desglobalizando y esto va a tener un impacto interno en Estados Unidos, que nunca los impactos internos de Estados Unidos quedan relegados a ese país, porque obviamente suba la tasa, baje la tasa, depende lo que pase con el dólar, nos afecta a todos los demás países en el resto del mundo.
Y el impacto con Argentina, por ahora, es muy negativo, porque de algunas de las cosas que nosotros exportamos a Estados Unidos van a sufrir estos aranceles y a la vez vamos a encontrar un mundo lleno de saldos exportables que se van a querer redireccionar a otros países, entre ellos a la Argentina.
Y nosotros aquí esperándolos con la combinación perfecta. Una apreciación cambiaria muy fuerte sumada a una política comercial muy inapropiada para este momento, como la que impulsan Sturzenegger y Millei, que busca una apertura y liberalización comercial plena.