Educación financiera: ¿Cómo aprender algo nuevo cada día sin “quemarse”?

Aprender finanzas no tiene por qué ser abrumador. Incorporar un concepto diario, planificar y leer libros clave permite avanzar de forma constante y sin agotarse.

19 de agosto, 2025 | 11.16

Michel Lotito fue un francés que se hizo conocido por comer muy variado. De hecho, se comía objetos imposibles de digerir, llegando a ingerir, a lo largo de dos años, un avión Cessna 150. 

Aunque extrema y bajo advertencia de que no intenten lo mismo en sus casas, la historia de Lotito funciona como metáfora. Lo imposible puede volverse posible si se lo aborda de a poco, con método y perseverancia. 

Aprender sobre dinero y finanzas parece intimidante, pero si se construye como un hábito diario, puede ser tan natural como comer. Sin atragantarse.

Un día, un concepto

El mejor consejo que se le puede dar a alguien que busca avanzar en su educación financiera sin saturarse es no querer “comerse un avión” de una sola vez. Un buen punto de partida puede ser incorporar cada día un nuevo concepto. 

Por ejemplo, el primer día esa persona puede preguntarse ¿Que es FX? Y navegar en internet hasta conocer que se trata del mercado de divisas (o Forex), el más grande y líquido del mundo. 

De la misma manera, al día siguiente podría reconocer un stop-loss, cómo funciona un contrato financiero o cuál es la diferencia entre análisis técnico y fundamental. Este hábito puede hacerse de a un término por día. 

Haciéndolo de esta manera, el crecimiento es sostenible y no abruma. La constancia y la curiosidad pueden ser más efectivas que un maratón de vídeos en una sola tarde.

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Si hablamos de conceptos, podemos aplicar la idea del interés compuesto al estudio de las finanzas. Dedicar 20 minutos al día a una lectura o un vídeo bien seleccionado puede marcar una diferencia real con el tiempo. 

Otra posibilidad es leer cada día medios económicos de prestigio como Financial Times, The Economist, Cinco Días o El Cronista Comercial. Incluso sin suscripción, muchas bibliotecas públicas o universitarias tienen acceso a estas ediciones, especialmente en las grandes ciudades.

Por otro lado, la planificación también se aplica al momento de operar. La regla del 3-5-7 es una guía sencilla que puede proteger el capital del trader principiante: no arriesgar más del 3% del capital total en una sola operación, no comprometer más del 5% en total entre todas las abiertas, y procurar que las operaciones ganadoras superen por al menos 7% las pérdidas. 

Esto fuerza a una gestión emocional más disciplinada y evita que una mala racha arrase con todo el presupuesto.

Libros que leer antes de dormir

La formación financiera también se fortalece en los momentos de lectura. Entre los títulos imposibles de ignorar se encuentra aquel que hizo rico a Warren Buffett. Hablamos de “El inversor inteligente” de Benjamin Graham, una guía fundamental sobre inversión en valor. Graham fue mentor del “Oráculo de Omaha” y en este libro explica cómo identificar empresas infravaloradas y construir riqueza con paciencia.

Otro libro determinante para los lectores es “Un paseo aleatorio por Wall Street” de Burton Malkiel, que desmitifica la idea de que se puede vencer al mercado de forma consistente y promueve estrategias pasivas de largo plazo. 

En la misma línea de reflexión profunda, sin tener una aplicación rápida como tal, el clásico “Padre Rico, Padre Pobre” de Robert Kiyosaki introduce ideas esenciales sobre activos, pasivos y la importancia de pensar como inversor, no como empleado.

Los que van en serio y quieren adelantar casilleros rápidamente encontrarán más útil los libros técnicos como “Análisis técnico de los mercados financieros” de John Murphy o “El pequeño libro que aún vence al mercado” del académico estadounidense Joel Greenblatt.

Finalmente, si lo que se busca es inspiración real, Market Wizards recopila entrevistas con traders exitosos y sus formas de pensar. 

¿Por qué es importante conocer estos conceptos y no improvisar cuando se trata de dinero?

Aprender de los errores propios es útil, pero aprender de los errores ajenos es más barato. En el mundo de las finanzas, improvisar suele salir caro. Por eso, incorporar una perspectiva a largo plazo como la de Warren Buffett puede marcar la diferencia. 

La fortuna del todavía titular de Berkshire Hathaway no se construyó con una jugada maestra, sino con decisiones consistentes tomadas a lo largo de décadas. Compró acciones cuando estaban por debajo de su valor real, y esperó a que el tiempo hiciera su trabajo.

Ese enfoque paciente es útil también para quienes recién comienzan. Entender que el crecimiento es una curva, no un salto, permite mantener la motivación sin agotarse. Cada concepto que se incorpora, cada libro que se lee o cada operación que se analiza es una pieza más del rompecabezas. 

En lugar de buscar resultados inmediatos, conviene enfocarse en generar hábitos: anotar lo aprendido, revisar errores, y ajustar la estrategia con base en datos reales.

La educación financiera no solo ayuda a gestionar mejor el dinero, sino que también entrena la capacidad de análisis, reduce el estrés ante decisiones económicas y, con el tiempo, brinda libertad. Lo importante no es devorar todo de una vez, sino comer un poco cada día. Como Lotito, pero con ideas y sin terminar como él.