En un país con empleo formal estancado y salario real en retroceso, la desconexión entre actividad económica y puestos de trabajo se evidencia en el aumento del desempleo (7,9% en 1T25) pero también en el crecimiento del trabajo informal y del pluriempleo (pasó del 8% al 12%). En ese marco es que crece, cada vez, más en nuestro país el trabajo en plataformas digitales como forma de subsistencia y al punto tal de que se posicionan como una de las principales ocupaciones de “refugio” y complemento de ingresos, pero también como síntoma de un mercado de trabajo más deteriorado.
De esa manera, “las plataformas aparecen como alternativa rápida y accesible, al mismo tiempo que profundizan la precariedad por sus características inestables y desprotegidas”, señalaron desde el centro de Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Según la investigación a la que accedió este medio, los sectores donde más se evidencia su presencia son el comercio, hoteles y restaurantes, y transporte debido a sus modelos de negocios vinculados al comercio electrónico, la venta y el reparto, y la movilidad urbana. Además, son también esas actividades en las que se observó un marcado aumento tanto del número de trabajadores independientes (monotributismo) como de los asalariados informales.
En esa línea, un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) planteó que en el caso puntual de las apps de delivery es posible contabilizar al menos 160.000 trabajadores en el país, y si bien la mayor suba se dio entre 2020 y 2021 con los efectos de la pandemia por Covid-19, desde entonces el alza sostenida puede explicarse por “la situación económica de la época, marcada por una aceleración del proceso inflacionario asociado a una pérdida del salario real y la necesidad de las personas de complementar ingresos”. No obstante, los especialistas de la UNSAM advirtieron también que estas alternativas laborales “solo amortiguan transitoriamente el aumento de la desocupación” a la vez que “profundizan la precariedad del mercado de trabajo”.
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El “refugio” en plataformas
El actual modelo económico no generó mayor empleo formal en el sector privado ni mejoró los salarios de la mayor parte de la población. De hecho, mientras la actividad económica ya recuperó e incluso superó levemente el nivel que tenía en agosto del 2023 (inicio de la contracción económica), el trabajo registrado privado se encuentra estancado desde mediados del año pasado. Esta desconexión entre actividad económica y empleo formal tuvo su primera expresión en el aumento del desempleo (en 7,9% en el primer trimestre de 2025) que alcanzó la cifra más alta desde 2021 pero también se vincula con otra realidad que, si bien no es nueva, se fue profundizando en este último tiempo: el crecimiento del trabajo informal.
A la par, no solo hay menos fuentes de trabajo y de peor calidad, sino que los salarios no muestran un desempeño positivo: el salario de los trabajadores formales del sector privado se ubica alrededor de 1 punto por debajo de noviembre de 2023 y en niveles históricamente deprimidos (15% debajo del año 2017), ello a pesar de que recuperó la acentuada caída generada por la devaluación de inicios de la gestión de Javier Milei. Esta realidad obliga a muchos trabajadores a buscar fuentes de ingresos adicionales. Sobre esto último un dato para nada menor: entre 2013 y 2024, la proporción de trabajadores con pluriempleo pasó del 8% al 12%. Es decir, cada vez más trabajadores necesitan combinar su ocupación principal con otra fuente secundaria.
En dicho contexto de contracción del empleo formal -privado y público-, de precarización laboral y de caída del poder adquisitivo de los ingresos, fue tomando cada vez más forma un fenómeno que se suma a ese engranaje de subsistencia cotidiana: la economía de plataformas. Se trata de “una alternativa accesible y rápida para la generación de ingresos, a la vez que consolida la precariedad por sus características especialmente inestables y desprotegidas”, señaló un informe presentado por el centro Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo (CETyD-IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Cabe recordar que la pandemia por Covid-19 profundizó el avance de las plataformas de reparto que, en ese contexto sanitario, fueron declaradas como actividad esencial. Desde entonces la actividad económica viene creciendo a pasos acelerados en toda la región donde el 56% de los empleos son informales, es decir, las y los trabajadores enfrentan condiciones precarias, sin registración, aguinaldo, ni vacaciones. Lo que se ve reforzado en el caso de las plataformas.
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En ese sentido, si bien no existen estadísticas oficiales que den cuenta directamente del trabajo en plataformas, la investigación del centro CETyD permitió identificar dos elementos que permitirían aproximarse con más certeza a este fenómeno. En detalle, el primer elemento tiene que ver con que “la evolución sectorial del empleo durante el último año indica que las tres actividades que más expandieron su dotación de trabajadores (el comercio, hoteles y restaurantes, y el transporte) son los principales sectores en los que se insertan los modelos de negocios de la economía de plataformas: el comercio electrónico, la venta y el reparto y la movilidad urbana”.
En relación, el segundo aspecto tiene se vincula con que “los tipos de inserción laboral que más se incrementaron en esos tres sectores fueron el empleo informal y, fundamentalmente, el trabajo independiente, que son las formas en las que generalmente están clasificadas las relaciones laborales en la economía de plataformas”. Puntualmente, en gastronomía y movilidad se registró un marcado aumento tanto del número de trabajadores independientes (alrededor de 90 mil entre los dos sectores) como del de asalariados informales (más de 110 mil). Por otro lado, el acentuado incremento del número de trabajadores independientes en el comercio (más de 160 mil) podría obedecer, al menos en parte, a quienes se involucraron en actividades de venta de bienes y servicios en plataformas digitales, en redes sociales o en el comercio electrónico.
Según analizaron desde el centro de estudios que coordina el investigador Matías Maito, la economía de plataformas termina funcionando como "un refugio laboral” ante la falta de empleo y/o la necesidad de ingresos extra pero solo pueden “contener parcialmente la búsqueda de ocupación y de ingresos adicionales” es decir que “amortigua sólo transitoriamente el aumento de la desocupación y, por último, consolida y profundiza la precariedad del mercado de trabajo”. También es posible que, a partir de la sanción de la "Ley Bases", en estas actividades y al nivel de las microempresas, se haya alentado la contratación laboral vía monotributo mediante el régimen de "colaboradores".
En ese sentido, se advirtió que “no toda la demanda insatisfecha de trabajo e ingresos que se registra en la actualidad puede ser cubierta por ese tipo de empresas o actividades, dado que el crecimiento del trabajo en aplicaciones no tiene el mismo ritmo que la expansión de los mercados, el consumo y las ventas en la economía de plataformas”.
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Resulta importante mencionar que, por ejemplo, en el caso las y los repartidores, son supervisados por algoritmos que regulan su desempeño pero mediante el desconocimiento de los criterios de evaluación de los trabajadores, lo que limita la retroalimentación y negociación de mejores condiciones laborales. Sin interacción directa con los empleadores -que no se presentan como tal sino como meros intermediarios- puede ser “premiados” o “castigados” por las plataformas que definen, en última instancia, cuánto y cómo cobran.
Sectores productivos en crisis
Una radiografía de los diferentes sectores de la actividad evidenció que sólo tres sectores del sector privado generaron empleo formal en el último año: pesca, comercio y enseñanza privada. A su vez, hay actividades que quedaron particularmente rezagadas porque perdieron empleo de todos los tipos: la industria manufacturera (afectada por la apertura de importaciones y la apreciación del tipo de cambio), la salud privada, y el trabajo en casas particulares. Por último, el crecimiento de la informalidad se concentró en cuatro sectores: comercio, hoteles y restaurantes, transporte y construcción.
A este panorama hay que sumar que, durante los últimos meses de 2024, el aumento de las horas trabajadas ayudó a compensar la pérdida salarial, pero esa dinámica se frenó y cayó el salario efectivo. “Esa convergencia a la baja entre lo que se negocia en paritarias y lo que efectivamente cobra el trabajador confirma el deterioro salarial, sin horas extras y con acuerdos a la baja por la pauta del gobierno, el salario real vuelve a caer”, explicaron desde el CETyD. A su vez, el deterioro no es homogéneo, más bien hay una marcada heterogeneidad sectorial que amplía la brecha entre trabajadores: entre los más afectados se encuentran los trabajadores del sector público (-25% de su salario real desde la asunción de este gobierno), las trabajadoras de casas particulares (-30%) y el sector transporte (-28%).
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Por último, lo anterior pone sobre la mesa que “se sigue deteriorando la estructura ocupacional ya que cae el empleo formal y suben las modalidades informales, y mientras tanto, se mantiene el ancla salarial para contener la inflación a la baja”, cerraron los investigadores.