“Nuestros hijos mueren lentamente", dice un padre que busca comida en Gaza

21 de mayo, 2025 | 06.41

Mahmoud al-Haw, padre de cuatro hijos, y otros palestinos se agolpan en torno a un comedor social de Gaza, devastada por la guerra, avanzando en tropel y agitando cacerolas frenéticamente.

Los niños pequeños, apiñados al frente, lloran. Uno de ellos sostiene un cuenco de plástico con la esperanza de que le den unos cucharones de sopa. Haw avanza entre la multitud hasta que recibe su porción.

Haw hace esto todos los días porque teme que sus hijos se mueran de hambre. Atraviesa las ruinas de Jabaliya, en el norte de Gaza, en busca de comida, esperando hasta seis horas entre multitudes aterrorizadas para conseguir apenas lo suficiente para alimentar a su familia.

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Algunos días tiene suerte y encuentra sopa de lentejas. Otros días vuelve con las manos vacías.

"Tengo una hija enferma. No puedo darle nada. No hay pan, no hay nada", dice Haw, de 39 años.

"Estoy aquí desde las ocho de la mañana, solo para conseguir un plato para seis personas y no es ni suficiente para una sola."

Israel ha bloqueado la entrada de suministros médicos, alimentarios y de combustible en Gaza desde principios de marzo, lo que ha llevado a expertos internacionales a advertir de la inminente hambruna en el asediado enclave en el que viven 2,3 millones de palestinos.

El lunes se permitió la entrada de algunos camiones en Gaza, después de que Israel accediera a permitir la reanudación de entregas humanitarias limitadas tras la creciente presión internacional. Pero el martes por la noche, las Naciones Unidas afirmaron que no se había distribuido nada.

Además de la escasez de ayuda, se han intensificado los combates en Gaza. La semana pasada, el ejército israelí anunció el inicio de una nueva operación de gran envergadura contra el grupo miliciano Hamás. Los médicos del territorio afirman que los ataques israelíes han matado a más de 500 personas en los últimos ocho días.

La intensificación de la campaña israelí ha tensado sus relaciones con gran parte del mundo. Países europeos como Francia, Alemania y Reino Unido han dicho que la situación en Gaza es intolerable, e incluso el apoyo de su aliado más cercano, Estados Unidos, parece estar flaqueando.

Israel niega que Gaza se enfrente a una crisis de hambre. Ha afirmado que su bloqueo tiene por objeto, en parte, impedir que los milicianos de Hamás desvíen y se apoderen de los suministros de ayuda. Hamás lo niega y acusa a Israel de utilizar el hambre como táctica militar.

BÚSQUEDA DIARIA DE ALIMENTOS

Los gazatíes como Haw, que viven en el epicentro de la guerra que cumple ya 20 meses, no tienen voz en el debate.

El mundo de Haw consiste en caminar cada día hasta las cocinas de alimentos, atravesando la destrucción provocada por los bombardeos israelíes en la guerra que desencadenó el ataque dirigido por Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, en el que los milicianos mataron a 1.200 personas y se llevaron a 251 rehenes a Gaza, según los recuentos israelíes.

La campaña militar de Israel en Gaza ha matado a más de 53.000 personas, según las autoridades sanitarias palestinas.

Incluso antes de la guerra, que se libraba intensamente en torno a la casa familiar de Jabalia, al norte de la ciudad de Gaza, la familia de Haw tenía sus dificultades. Su sobrina, que vive con ellos, utiliza una silla de ruedas. Su hija padece una cardiopatía y asma bronquial, dice.

Haw sube las escaleras de su apartamento de una habitación, donde lo esperan sus hijos, sentados en un colchón. No hay ninguna sorpresa sobre lo que ha traído a casa: sopa otra vez.

Pone la sopa en pequeños cuencos de hojalata y se los da a sus cuatro hijos y a los dos de su hermano.

Los niños, callados, comen despacio y con cuidado.

"Gracias a Dios, como pueden ver, esto es el desayuno, el almuerzo y la cena, gracias a Dios", dice. El día anterior, dice, su familia no había tenido nada que comer.

"Me gustaría que todo el mundo nos apoyara. Nuestros hijos mueren lentamente", dijo Haw.

(Redacción de Michael Georgy; edición de Ros Russell; edición en español de María Bayarri Cárdenas)