Matar de hambre a bebés y niños palestinos: crece la condena a la guerra de Israel

El máximo responsable de Asuntos Humanitarios de la ONU advirtió que ya no hay más tiempo. El bloqueo total que mantiene Israel hace meses está por desatar una hambruna: "Hay 14.000 bebés que morirán en las próximas 48 horas si no ingresan los camiones con ayuda".

21 de mayo, 2025 | 00.05

"Una guerra contra los niños", sentenció hace meses UNICEF, la agencia de la ONU para la niñez. "Todos los días vi morir bebés. Nacieron sanos, pero sus madres estaban tan desnutridas que no podían darles la teta y nosotros no teníamos leche de fórmula en polvo o agua limpia para alimentarlos, así que se murieron de hambre", denunció Asma Taha, una pediatra estadounidense que trabajó un tiempo en el territorio palestino de la Franja de Gaza. "La mayoría de los casos que tratamos eran mujeres y niños, pero lo más perturbador eran los niños con una sola herida, una bala en la cabeza que era claramente el resultado de un disparo de un francotirador", agregó el cirujano británico Nizam Mamode. Las denuncias se acumulan hace meses, más de un año, pero Israel sigue profundizando sus ataques y desde finales de enero pasado impone un bloqueo total a la ayuda humanitaria que llevó al escenario a un punto de quiebre: "Hay 14.000 bebés que morirán en las próximas 48 horas si no ingresan los camiones con ayuda", sentenció Tom Fletcher, el máximo responsable de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, en diálogo con la BBC.

Israel respondió el martes permitiendo la entrada de nueve camiones con ayuda humanitaria, que la ONU ya aclaró que aún no pudo distribuir por falta de garantías de seguridad por parte de las fuerzas israelíes y que Médicos Sin Fronteras (MSF) calificó como "una gota en el océano" y "una cortina de humo". Hace más de un año y medio, antes que Israel lanzara la peor ofensiva militar de su historia contra la Franja de Gaza como represalia por el ataque de Hamas, alrededor de 500 camiones con ayuda humanitaria entraban cada día a ese territorio de apenas 41 kilómetros de largo y entre 6 y 12 kilómetros de ancho, que estaba bajo ocupación israelí desde 1967, bajo un bloqueo militar más estricto desde 2007 y era considerado como uno de los lugares más pobres, más densamente poblados y con más necesidades humanitarias del mundo. 

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Con la ofensiva militar que comenzó el 7 de octubre de 2023, se frenó este ingreso constante de ayuda humanitaria, aunque gran parte de la población ya dependía de ella para comer y cubrir sus necesidades básicas. Mientras los bombardeos aéreos y la avanzada de tanques y soldados israelíes garantizaban una matanza constante de hombres, mujeres y niños palestinos, y una destrucción masiva de escuelas, hospitales y la poca infraestructura que existía para producir energía o potabilizar agua; la negativa del gobierno de Benjamín Netanyahu a permitir el ingreso de alimentos, medicamentos y vacunas, combustible y agua potable cumplía un segundo objetivo: castigar a todos los palestinos, incluso a bebés recién nacidos por la lucha armada de Hamas, un movimiento político que gobierna de manera autoritaria y represiva la Franja de Gaza hace años.

Cada vez que la situación humanitaria parecía estar a punto de explotar y el mundo se asustaba y amenaza con sanciones (como empezaron a hacer ahora de nuevo algunos países europeos), Israel permitía el ingreso de unos pocos camiones con ayuda durante unos días o unas semanas, como pasó durante la única tregua acordada a principio de año desde el 7 de octubre de 2023. Pero luego volvía cerrar todos los cruces fronterizos y a bombardear con aún más saña, aún si dentro de su país Netanyahu enfrenta un reclamo cada vez más fuerte para negociar una liberación de los rehenes israelíes que siguen cautivos en la Franja de Gaza. 

Hoy, a más de 20 meses del inicio de esta última y más sangrienta ofensiva israelí, la situación humanitaria está peor que nunca y unos pocos kilos de alimentos no evitarán un desastre humano irreversible que desde la ONU hasta un heterogéneo arco de organizaciones y líderes internacionales ya califican como una "limpieza étnica" de la población palestina y hasta "un genocidio". Según los últimos datos demográficos disponibles, alrededor del 40% de los más de 2 millones de habitantes de la Franja son menores de 14 años y más del 50%, menores de 18 años. Por eso, aunque las autoridades israelíes sostienen que los ataques militares y el bloqueo buscan debilitar a Hamas y los otros grupos armados palestinos, es imposible bombardear y hambrear la Franja de Gaza sin apuntar y desnutrir, principalmente, a los más chicos y vulnerables

Matar, destruir, hambrear, expulsar

Tradicionalmente, el dato central de los conflictos armados es el saldo de muertos y heridos. Estas cifras en Gaza son dramáticas: más de 53.500 asesinados, más de 121.000 heridos y más de 100.000 desaparecidos. Sin embargo, estos números describen apenas una parte del desastre que es hoy el devastado y bloqueado territorio palestino. Según el último informe de abril-mayo de la iniciativa internacional IPC, toda la Franja se encuentra en fase 4 o "emergencia", es decir, que las familias ya dejaron de comer durante largos períodos y sufren de desnutrición severa y exceso de mortalidad, o lograron evitarlo por ahora solo vendiendo sus últimas cosas o achicándose en otros aspectos vitales. En medio del bloqueo de Israel, la iniciativa que hace un seguimiento de las peores crisis humanitarias en el mundo y clasifica los niveles de inseguridad alimentaria que sufre la población en cada una, alertó que -de no mediar una verdadera apertura e ingreso de ayuda- a lo largo de los próximos cuatro meses, la población entrará en fase 5 desde Norte a Sur. La descripción de esta fase es clara: "Catástrofe/Hambruna: las familias no pueden cubrir sus necesidades básicas y no tienen cómo enfrentarlo. Hambre, muerte, indigencia y una extrema desnutrición."

El uso del hambre como arma es un crimen de guerra y siempre tiene un efecto devastador en las poblaciones civiles. Pero en Gaza, un territorio que desde hace 18 años sufre un bloqueo israelí y ya atravesó otras tres ofensivas militares, el efecto más inmediato se está viendo en los más chicos. En otras palabras, la mitad de los palestinos de Gaza nacieron ya en un territorio bloqueado, donde los alimentos, la energía, el agua y los medicamentos ingresaban en camiones y cuando Israel lo permitía. Y la mayoría de ellos -los que nacieron después de diciembre de 2008- ya habían tenido que sobrevivir a tres ofensivas que dejaron muertos y destrucción en sus ciudades, en sus barrios y, muy posiblemente, en sus familias. 

Aún si la destrucción de las ofensiva de 2008/2009, 2012 y 2014 terminaron de sepultar a la Franja de Gaza en la mera subsistencia, nada se parece al escenario actual. La ONU estimó hace cinco meses que el 70% de los edificios de la Franja fueron destruidos o dañados por los bombardeos israelíes y, desde entonces, ese ejército profundizó sus ataques. Y lo peor se lo llevaron las ciudades más densamente pobladas. Por ejemplo, antes del 7 de octubre de 2023, 600.000 personas vivían en la Ciudad de Gaza. Según las estimaciones, casi el 75% de los edificios de ese centro urbano quedaron inhabitables. En la ciudad de Rafah, donde antes vivían alrededor de 172.000 palestinos, hoy ya la mitad de los edificios están destruidos o dañados. 

Uno de los principales argumentos del gobierno de Netanyahu y de sus defensores es que, antes de atacar en estas ciudades, el ejército israelí emitió órdenes de evacuación masivas para "proteger a los civiles". Según estimó la ONU, más del 70% del territorio ya está bajo orden de evacuación. El problema es que organizaciones humanitarias, analistas y hasta medios de comunicación como la británica BBC demostraron que Israel también bombardeó las zonas que ellos mismos bautizaron como "seguras", dejando claro lo que toda la población palestina viene denunciando hace más de un año y pocos en el mundo quieren escuchar: no hay donde esconderse ni a donde escapar de las bombas y balas que Israel sigue comprando a sus aliados internacionales.  

Sin lugar a donde escapar y sin comer, la guerra de Israel se completa con otro crimen de guerra: el ataque constante a hospitales y centros de salud. Esta semana, el jefe de la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los territorios palestinos, Rik Peeperkorn, destacó sólo en los últimos cinco días, Israel aumentó sus ataques, forzó a 34.000 personas a desplazarse nuevamente y destruyó uno de sus depósitos, ubicados al lado de un hospital, destruyendo el 30% de sus recursos en la Franja de Gaza. 

Ya en los días previos, la OMS y MSF habían denunciado que la zona norte de la Franja se había quedado sin hospitales operativos y había cerrado el último centro especializado en oncología y problemas cardíacos. Los hospitales que quedan en el territorio palestino, "la mayoría de los cuales funcionan parcialmente, están constantemente desbordados". "Los repetidos ataques a establecimientos de salud son un ejemplo más de las medidas adoptadas por las autoridades israelíes para hacer invivible la Franja de Gaza", denunció la semana pasada Médicos Sin Fronteras. 

Con más de 100.000 heridos por los bombardeos y ataques y con una población con problemas graves de desnutrición y sanidad, la ONU calcula que actualmente hay alrededor de 1.000 camas de hospital operativas en toda la Franja. Y vale repetir: la situación ya era mala antes de la ofensiva. El asfixiado y golpeado sistema de salud contaba con 3.500 antes del 7 de octubre de 2023.

En su resumen, alrededor del 90% de los palestinos de la Franja ya fueron desplazados de sus casas, no pueden siquiera acercarse al 70% del territorio, no están seguros en el 30% restante ni en ninguno de los campos de desplazados, y más del 70% de los edificios ya fueron destruidos al igual que la mayoría de los hospitales y las escuelas. A esto se suma que falta la comida, el agua potable, la energía y los medicamentos más básicos. Como describió MSF, Israel volvió "invivible" un lugar que ya era definida como "una cárcel al aire libre" y en donde el 40% tiene menos de 14 años.

Ese fue el objetivo. No vengar a los más de 1.000 asesinados por Hamas, sino ejecutar una limpieza étnica en la Franja de Gaza. "Estamos destruyendo más y más casas, no tienen a dónde volver. El único e inevitable resultado será el deseo de los gazatíes de emigrar fuera de la Franja de Gaza", explicó Netanyahu hace sólo unos días ante la comisión de Política Exterior y Defensa del Knesset, el congreso israelí, según reprodujeron los principales medios de ese país.