Pena de excomunión: el castigo para las personas que rompan el secreto del cónclave

Cerca de 100 personas, incluidos limpiadores y cardenales, prestaron juramento de secreto en la Capilla Paulina. ¿Qué implican estas normas tan estrictas para el cónclave?

07 de mayo, 2025 | 13.06

Este lunes, en la Capilla Paulina, un grupo de casi 100 personas, entre ellos limpiadores, cocineros y médicos, prestó juramento de secreto en un acto clave de cara al cónclave en el Vaticano. Según lo que contó el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, esto se realizó bajo la amenaza de excomunión automática para quienes revelen detalles sobre el proceso de votación.

Los que participaron en este juramento, que también incluyó a clérigos que funcionaron como confesores en varios idiomas, se comprometieron a mantener un silencio absoluto sobre cualquier aspecto relacionado con la elección del sucesor del papa Francisco. Además, esta obligación no solo rigió durante el cónclave, sino que continuó hasta que tomó funciones el nuevo pontífice, quien fue el único que pudo liberar el secreto. También se prohibió el uso de cualquier dispositivo de grabación, audio o video, una norma que buscó resguardar la integridad del proceso electoral.

El cónclave comenzó este miércoles en la Capilla Sixtina y contó con la participación de 133 cardenales, 108 de los cuales fueron designados por Francisco. En paralelo, muchos laicos y religiosos asumieron la responsabilidad de atender a los cardenales, asegurándose de que contaran con alojamiento, comida y asistencia sanitaria, manteniéndolos aislados del mundo exterior hasta que una fumata blanca confirme al nuevo papa. Los cardenales vivirán en el Vaticano y podrán trasladarse a pie o en un autobús exclusivo para moverse por el área restringida.

En un principio, Bruni comunicó que los cardenales podían dejar sus teléfonos móviles en sus residencias de Santa Marta, sin embargo, luego precisó que los dispositivos se entregarían al inicio del cónclave y se devolverían solo al finalizar. Esto se enmarcó dentro de un proceso que Bruni describió como “unido a la oración, la meditación y la reflexión espiritual”. Para garantizar el aislamiento, se instalaron inhibidores de señal alrededor de la Capilla Sixtina y las residencias, todo bajo vigilancia de la gendarmería del Vaticano.

Cónclave: los cambios en el juramento de secreto

El juramento de secreto tiene una normativa que estuvo vigente desde 1996, establecida por San Juan Pablo II en el documento Universi Dominici Gregis. Aunque ya se preveían sanciones en caso de revelaciones, el Papa Benedicto XVI fortaleció esta disposición con dos enmiendas, enfatizando que la divulgación de información del cónclave conllevó excomunión automática, un escenario reservado para la Sede Apostólica.

La fórmula del juramento actual exige a los que lo prestan una “secrecía absoluta y perpetua” en torno a las votaciones y prohíbe también el uso de dispositivos de grabación, directa o indirectamente. Además, deben aceptar que cualquier infracción conlleva las multas más severas del derecho canónico. El compromiso se sella tocando los Santos Evangelios durante una ceremonia que destaca la sacralidad del proceso.

A la par, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, un organismo asesor creado por el Papa Francisco, hizo un llamado a los cardenales electores para que den prioridad al tema de los abusos sexuales en la Iglesia. En un comunicado que se difundió el lunes, la comisión afirmó que “la credibilidad de la Iglesia depende de una verdadera rendición de cuentas, transparencia y justicia para las víctimas”. El texto instó a los prelados a no permitir que la preocupación por el escándalo interrumpa la búsqueda de la verdad y justicia. “Que ninguna preocupación por el escándalo oculte la urgencia de la verdad. Que ninguna consideración por la reputación impida nuestra responsabilidad de actuar en nombre de quienes han sido abusados”, remarcó el comunicado.

El presidente de la comisión, el cardenal Sean O’Malley, estuvo presente en las reuniones previas al cónclave, aunque no pudo votar al haber superado los 80 años, la edad límite establecida para ejercer el sufragio en la elección del Papa.

Por otro lado, el Vaticano no brindó estimaciones sobre la duración del cónclave, ya que este proceso no tiene plazos fijos y depende del acuerdo que los cardenales logren alcanzar. Solo se conocerá el tiempo que tarde la elección cuando se eleve humo blanco desde la chimenea de la Capilla Sixtina, una señal inequívoca de que un nuevo Papa fue elegido.

El cardenal Sean O’Malley es el presidente la Comisión Pontificia para la Protección de Menores