Los desaparecidos de Gaza: el drama palestino sepultado por las masacres y la hambruna

La ONU estima que hay más de 11.000 desaparecidos, las autoridades locales creen que 10.000 están debajo de los escombros y una organización gazatí sostiene que miles más fueron secuestrados por Israel, en lo que denuncian como desapariciones forzadas.

24 de noviembre, 2025 | 00.05

El genocidio israelí contra los palestinos de la Franja de Gaza se contó en estos últimos dos años a través de los casi 70.000 muertos, de los miles de niños que perdieron un miembro o están piel y huesos por la hambruna impuesta por el bloqueo militar del gobierno de Benjamin Netanyahu, o la destrucción de la mayoría de los edificios de viviendas, escuelas, hospitales e infraestructura que garantizó que ese territorio ocupado desde 1967 se vuelva realmente invivible. Pero otro drama viene creciendo tapado por estas tragedias: la desesperación y angustia de miles y miles de familias que buscan a sus seres queridos sin recursos y casi sin ayuda, lejos de sus casas, en carpas improvisadas y muchas veces sin acceso siquiera a internet. Son los desaparecidos de Gaza

En la Franja no hay organismos de derechos humanos palestinos, mucho menos un Estado e Israel -el verdadero poder estatal en el territorio- no sólo no ayuda sino que es el principal garante de que esta gente no aparezca y sus seres queridos sufran una de las peores torturas: no saber qué pasó. La orfandad de los familiares de los desaparecidos en Gaza hoy es absoluta. 

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"A nadie le importan los miles y miles de palestinos que están muertos y sepultados bajo los escombros. Israel no permite que ingresen máquinas pesadas para buscarlos, salvo alguna para que la Cruz Roja Internacional busque a los cuerpos de los rehenes israelíes muertos. A nadie le importa que haya entregado cadáveres torturados con números y sin nombre para que sea más difícil enviarlos a sus familias. Y a nadie le importan las desapariciones forzadas que comete," denunció en diálogo con El Destape Ahmed Masoud, tomado por una mezcla de bronca y angustia.

Masoud creó en febrero pasado el Palestinian Center for the Missing and Forcibly Disappeared (Centro Palestino para las Desapariciones Forzadas), una iniciativa de una decena de personas que recolectan información de todos aquellos que faltan y que nadie sabe dónde están. Crean una carpeta de cada uno para registrar cuándo fue la última vez que lo o la vieron, qué llevaba puesto, si tenía alguna joya distintiva encima, alguna marca de nacimiento y si estaba con alguien cuando desapareció. Tiene un "equipo en el terreno" de 9 personas que recorren la Franja de Gaza juntando información para luego transmitir al Ministerio de Salud local, al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)  o al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU. En otras palabras, a cualquiera que lo reciba y trate de encontrarlos.

A menos de un mes de crear el centro, Israel dio por terminada unilateralmente la tregua de principio de año y retomó sus ataques masivos. Masoud tuvo que guardar a su gente y, hasta el 10 de octubre que el presidente Donald Trump impuso un alto el fuego, solo pudo recibir denuncias en su teléfono y redes sociales. Hoy su equipo volvió a salir a recorrer la Franja de Gaza, pero sólo el 47% donde Israel no tiene desplegado sus soldados y tanques. 

Mientras Masoud conversaba por el teléfono con este portal se escuchó una fuerte explosión. "Otro bombardeo...No sé de qué alto el fuego me hablan. Ayer (por el sábado) estuve en un campo de refugiados y vi cómo un misil mató a cuatro personas, les destrozó el cuerpo. El alto el fuego solo existe en el papel. Lo que está pasando ahora es que están reformulando el genocidio para continuar pero lejos de los ojos y de la atención del mundo", aseguró. 

Los desaparecidos son un perfecto ejemplo: no entran en las cifras de muertos o heridos que se denuncian ante el mundo. La misma lógica macabra que puso en palabras Jorge Rafael Videla en 1979.

Según la ONU, ya recolectaron más de 11.000 denuncias de personas desaparecidas y la Cruz Roja Internacional, más de 13.500. Ambas cifras engloban tanto muertos que quedaron bajo los escombros como aquellos que se cree fueron secuestrados por soldados israelíes pero que Israel niega tenerlos detenidos -una clásica definición de desapariciones forzadas, como existió en Argentina durante la última dictadura cívico-militar-. También incluye a los cientos y cientos de cadáveres que las autoridades y los hospitales no logran identificar y son enterrados como NN en fosas comunes. 

Estas cifras, sin embargo, podrían quedarse cortas. Mientras fuentes cercanas a la Defensa Civil de Gaza estiman en 10.000 los muertos que siguen bajo los escombros que cubren gran parte de la Franja de Gaza, Masoud cree que entre 6.000 y 7.000 palestinos están desaparecidos, es decir, "gente que nadie sabe donde está, pero que no se lo da por fallecido bajo los escombros". El activista no descarta que algunos hayan terminado sepultados en un bombardeo, pero sostiene que un número importante fue o es víctima de desapariciones forzadas cometidas por Israel. 

"Ahora estoy trabajando en un caso que se ajusta a una desaparición forzada. La familia de Amir al Mansi denunció que desapareció cuando fue al cruce de Karem Abu Salem (Israel lo llama Kerem Shalom) en Rafah, en el sur de la Franja. Fue con amigos, un grupo de hombres que buscaba harina y alimentos básicos para sus hambrientos seres queridos. La IDF (las fuerzas armadas israelíes) empezaron a dispararle a los civiles que estaban allí y la familia de Al Mansi pensó que murió porque fueron a todos los hospitales de la zona, buscaron entre los cadáveres y heridos, y no lo encontraron. Pero sus amigos nos contaron tiempo después que vieron cómo soldados israelíes le vendaron los ojos a Amir y lo esposaron. La familia entonces fue a la Cruz Roja Internacional, ellos le dijeron que vayan al Ministerio de Prisioneros y éstos finalmente le preguntaron a Israel si lo tenían detenido. El Estado israelí respondió que no tenía detenido a nadie con ese nombre. Como éste, hay muchos casos y sabemos que Israel miente. Pero no tenemos pruebas para mostrar ni cómo presionar para que los liberen", relató Masoud.

La historia de Al Mansi es la misma que denunciaron cientos de familias. Sus seres queridos fueron a uno de los centros de distribución de comida de la llamada Fundación Humanitaria de Gaza, la empresa de mercenarios estadounidenses que Israel habilitó durante meses para convertir al hambre en un arma aún más cruel que las bombas. Desesperados, los palestinos se metían en jaulas gigantes esperando una caja con harina y agua, y cuando no podían escapar, les comenzaban a disparar. La ONU, a la que mientras tanto Israel no le permitía ingresar alimentos, calculó que 1.400 palestinos fueron asesinados de esta manera. Y estos son los muertos confirmados. Otros desaparecieron en estas escenas de violencia y caos cotidianas que se repitieron ante la inacción mundial durante cinco meses.

En agosto pasado, un equipo de expertos de la ONU, que incluye a cuatro miembros de Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias, confirmó esta denuncia: "Estamos particularmente preocupados porque el pueblo palestino está siendo castigado y atacado en el momento más desesperante de la hambruna forzada, al negarle la ayuda humanitaria de la que depende y poniendo nuevos obstáculos a los individuos devastados para acceder a los puntos de distribución, que ahora enfrentan el riesgo adicional de sufrir una desaparición forzada", escribieron en su informe. 

Estas denuncias se volvieron aún más reales cuando Israel incluyó a algunas personas que había negado tener bajo su custodia en el reciente intercambio de prisioneros y rehenes. Mintieron y no hubo costo. Como tampoco parece haber tenido costo que de los 285 cadáveres que Israel entregó como contraparte de los cuerpos de rehenes israelíes, sólo 86 lograron ser identificados por sus familiares. "Algunos de los cuerpos tenían heridas de balas en la parte trasera de la cabeza y en otras partes del cuerpo, lo que indica que podrían haber sido asesinados en las cárceles israelíes y sujetos a tortura", denunció el doctor Ahmed Dahir, el director del Departamento de Medicina Forense del Hospital Nasser, uno de los centros que recibió restos de detenidos en el último mes.

Israel (que reconoce tener más de 10.000 palestinos presos, un tercio de los cuales nunca fue imputado) entregó en el último mes casi 300 cuerpos de palestinos que murieron bajo su custodia e identificó a cada uno con un número, sin nombre y en muchos casos sin ninguna pertenencia. "En Gaza no tenemos equipo médico para hacer identificaciones científicas porque desde antes del genocidio, Israel no permite que ingresen. Entonces, la única manera de identificar los cuerpos es a la vieja usanza, de una manera simple: los familiares deben reconocerlos, o su ropa, o alguna joya que llevan puesta", explicó Masoud y la precariedad empeora cuando recuerda que la mayoría de la población fue desplazada de su casa, vive en carpas improvisadas, sin internet, sin agua o electricidad y que las autoridades políticas y médicas de la Franja dan sólo 10 días para identificar a los restos o los entierran en una fosa común.

"Hay gente que no tiene dinero para viajar hasta el hospital donde llegan los cuerpos, otros no se enteran a tiempo, otros no consiguen reconocer nada en el estado que están los cadáveres. Es brutal, muy difícil de entender. Porque nada de esto pasaría, si Israel entregara los cuerpos con sus nombres. Ya ni pedimos que digan cómo los mataron, sólo que nos digan los nombres para poder entregarlos a sus seres queridos y que los entierren con algo de dignidad," aseguró y, nuevamente, la bronca se apoderó de él.

El horizonte es desolador y Masoud lo sabe. Nadie presiona a Israel para que reconozca a los palestinos que hasta expertos de la ONU denuncian que secuestró ilegalmente y están desaparecidos. Nadie presiona a Israel para entregue los nombres (o dé explicaciones) de las personas que murieron bajo su custodia, y nadie presiona a Israel para permita que los palestinos puedan desenterrar a sus seres queridos de abajo de los escombros.

Defensa Civil tenía excavadoras, pero Israel la destruyó en estos dos años. En las últimas horas, Israel le habilitó a la Cruz Roja Internacional entrar una excavadora. Una sola para un territorio devastado en el que se estiman ya se acumulan unos 61 millones de toneladas de escombros. La tarea no es titánica, es imposible. Pero la comunidad internacional, que hace solo unos días aprobó en el Consejo de Seguridad el "plan de paz" de Trump que ignora por completo a los desaparecidos palestinos, parece decidida a no reconocer estos crímenes ni el sufrimiento que siguen provocando.