La Iglesia Católica atraviesa un momento histórico y delicado. Tras la muerte del Papa Francisco el pasado 21 de abril, comenzó el periodo de Sede Vacante, una etapa de transición en la que la Iglesia queda sin su máxima autoridad espiritual. En este contexto, los ojos del mundo se vuelven hacia el Vaticano, donde se prepara el cónclave que definirá quién será el próximo papa.
Durante este proceso, más de cien cardenales de todo el mundo se reunirán en la Capilla Sixtina, donde votarán hasta cuatro veces al día hasta lograr consenso sobre el nuevo pontífice. Como dicta la tradición, los cardenales permanecerán completamente aislados del mundo exterior, sin acceso a teléfonos ni internet, lo que le otorga al cónclave un carácter de misterio y solemnidad único.
Aunque no se puede anticipar con certeza quién será el elegido, algunos nombres suenan con más fuerza que otros. Entre los principales candidatos destaca el cardenal italiano Pietro Parolin, considerado por muchos como el “favorito” de Francisco, por su cercanía con el fallecido pontífice y por su amplia experiencia en la curia romana.
Quién es Pietro Parolin, dónde nació y cómo es su carrera eclesiástica
Pietro Parolin nació en 1955 en Schiavon, un pequeño pueblo en la provincia de Vicenza, al norte de Italia. Ordenado sacerdote en 1980, comenzó su carrera en la diplomacia vaticana en 1983 al ingresar a la Academia Pontificia Eclesiástica, institución donde se forman los futuros embajadores del Vaticano. Su vocación diplomática lo llevó a desempeñarse en nunciaturas de Nigeria y México, antes de regresar al Vaticano, donde se integró a la Secretaría de Estado, el organismo de mayor peso político en la Iglesia.
Durante las últimas décadas, Parolin se consolidó como una figura clave en las relaciones exteriores del Vaticano, particularmente en Asia. Fue una pieza fundamental en los complejos vínculos con China y Vietnam, países donde la Iglesia enfrenta serios desafíos por cuestiones de libertad religiosa y reconocimiento institucional. Esta capacidad de diálogo y su perfil moderado le valieron un lugar privilegiado en la estructura vaticana.
En 2013, el papa Francisco lo nombró Secretario de Estado del Vaticano, cargo que lo convirtió en su principal colaborador y en uno de los hombres más poderosos de la Iglesia. De hecho, en los últimos meses, Parolin llegó a reemplazar al pontífice en eventos importantes, debido al deterioro de la salud de Francisco.
Sin embargo, su perfil no está exento de controversias: si bien ha defendido posturas reformistas como la eliminación del celibato obligatorio o la inclusión de mujeres en el sacerdocio, se ha manifestado críticamente contra el matrimonio igualitario, al que calificó como “una derrota para la humanidad”.
A pesar de estas tensiones, su experiencia, su capacidad de negociación y su lealtad institucional lo posicionan como un candidato firme para convertirse en el nuevo obispo de Roma. En un contexto global marcado por la polarización, Parolin podría representar una figura de equilibrio para guiar a la Iglesia hacia una nueva etapa de diálogo y renovación. El humo blanco en la Capilla Sixtina aún no aparece, pero si algo está claro, es que el nombre de Pietro Parolin resuena con fuerza dentro y fuera del Vaticano.