La ciudad portuaria de Tianjin, en el norte de China, fue sede de la 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre de 2025. Con la participación de China, Rusia, India, Irán, Pakistán, Bielorrusia y las repúblicas de Asia Central, junto a observadores y socios de diálogo de Medio Oriente y Eurasia, el encuentro se convirtió en el más amplio desde la fundación del organismo en 2001.
La OCS nació como un mecanismo de confianza mutua entre Beijing, Moscú y las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, pero en dos décadas evolucionó hacia un bloque político, económico y estratégico. Con la incorporación de India y Pakistán en 2017, Irán en 2023 y Bielorrusia en 2024, hoy el grupo concentra cerca del 40% de la población mundial, un cuarto del PIB planetario y alrededor del 60% de la masa territorial euroasiática. Estos datos explican por qué la OCS ya no se limita a ser un foro regional, sino que se proyecta como actor decisivo en el rediseño del tablero mundial.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
China, Rusia e India en el centro de la escena
El protagonismo en Tianjin estuvo marcado por la interacción de los tres gigantes asiáticos. Xi Jinping definió a la OCS como “catalizador de un nuevo orden internacional más justo y equitativo”, llamó a abandonar la “mentalidad de Guerra Fría” y presentó iniciativas concretas: la creación de un Banco de Desarrollo de la OCS, una plataforma energética común, un centro de inteligencia artificial y la apertura del sistema satelital BeiDou a los países miembros. Además, comprometió 281 millones de dólares en ayudas inmediatas y un paquete de préstamos por 10.000 millones de yuanes, subrayando que la arquitectura financiera del bloque debe emanciparse del dólar.
Vladimir Putin, por su parte, llegó con el objetivo de reforzar la imagen de Rusia como actor global pese a las sanciones occidentales. Señaló que la OCS “fortalecerá la capacidad de respuesta ante los desafíos contemporáneos” y defendió el uso de monedas nacionales en el comercio interno, en sintonía con su estrategia de desdolarización. Insistió también en que la paz en Ucrania solo será posible si se revisa la expansión de la OTAN, agradeciendo a India y China sus gestiones de mediación.
Narendra Modi, en tanto, buscó reafirmar la autonomía estratégica india. En su bilateral con Xi, ambos coincidieron en que "China e India son socios, no rivales" y que el siglo XXI debe ser efectivamente el "Siglo de Asia", siempre que logren superar las tensiones fronterizas. Con Putin renovó la “asociación estratégica especial y privilegiada” entre Moscú y Nueva Delhi, clave en energía y defensa, a pesar de las presiones de Washington.
Los jefes de Estado aprobaron 24 documentos, entre ellos la Declaración de Tianjin y la Estrategia de Desarrollo de la OCS hasta 2035.
La Declaración de Tianjin
El texto se articula en cinco puntos centrales. El primero fija el marco político: reconoce los cambios históricos del sistema internacional, defiende la multipolaridad, reivindica el papel de la ONU —pidiendo su reforma en favor del mundo en desarrollo— y establece el "Espíritu de Shanghái" como guía, aprobando además la Estrategia de Desarrollo 2026–2035.
El segundo punto aborda la seguridad, reforzando la cooperación contra terrorismo y crimen organizado mediante nuevos centros especializados, condenando atentados y reclamando un alto el fuego en Gaza, además de rechazar los ataques contra Irán. El tercero se centra en economía y conectividad, apoyando la Franja y la Ruta, la articulación con la UEEA, el comercio multilateral y la creación del Banco de Desarrollo. El cuarto enfatiza la cooperación en educación, innovación, salud, cultura y medioambiente, con compromisos en inteligencia artificial, cooperación sanitaria y sostenibilidad. Finalmente, el quinto refuerza la proyección internacional de la organización, ampliando vínculos con la ONU y unificando las categorías de observadores y socios de diálogo, bajo la cual Laos fue admitido.
Los números confirman la magnitud del bloque: más de 3.000 millones de habitantes, el 25% de la economía mundial y un territorio estratégico que se extiende desde el Pacífico hasta Europa del Este.
Diplomacias bilaterales y sentido geopolítico
La cumbre fue también escenario de intensas diplomacias bilaterales. Xi y Modi avanzaron en desescalar la frontera y reactivar vuelos y comercio; Putin y Modi reforzaron su alianza en energía y fertilizantes; mientras que Xi y Putin consolidaron la cooperación energética y anunciaron un régimen de libre visado para ciudadanos rusos en China. Estas reuniones mostraron el esfuerzo por reducir tensiones y proyectar unidad en medio de rivalidades persistentes.
La Cumbre de Tianjin coincidió con los actos conmemorativos por el 80° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, organizados por China en Beijing. En un imponente desfile militar en la Plaza de Tiananmén, el Ejército Popular de Liberación exhibió nuevas generaciones de misiles hipersónicos, drones de combate, sistemas de inteligencia artificial aplicados a la defensa y la última generación de portaaviones y submarinos nucleares. Con Xi Jinping en el centro de la ceremonia, junto a los principales líderes de la OCS, el evento funcionó como demostración de fuerza tecnológica y militar, y como recordatorio de que China busca presentarse no solo como potencia económica, sino también como garante de la seguridad colectiva en Eurasia. Esta conmemoración reforzó el mensaje político de la cumbre: un nuevo orden multipolar que emerge desde la base de un poder euroasiático en ascenso.
El núcleo euroasiático del Enfrentamiento del G2
La Declaración de Tianjin sintetizó el espíritu de la cumbre: defensa de la soberanía, rechazo a sanciones unilaterales y apuesta por la multipolaridad. En la narrativa de sus líderes, la OCS ya no es un bloque regional, sino la voz del Sur Global en el escenario internacional. Xi Jinping subrayó que la OCS es una fuerza para "promover un nuevo tipo de relaciones internacionales y una comunidad de destino compartido". Putin insistió en que la cumbre reforzará la capacidad del bloque para "responder a los desafíos contemporáneos". Modi, por su parte, remarcó que China e India deben ser socios para que el siglo XXI sea efectivamente "el Siglo de Asia".
En definitiva, la cumbre de Tianjin 2025 dejó en claro que la OCS se consolida como el pilar de un nuevo orden multipolar. No se trata solo de un foro regional ampliado, sino del núcleo euroasiático de un esquema de poder institucional, económico, tecnológico y militar ascendente. En el marco de lo que hemos denominado "Enfrentamiento del G2" —la pugna entre Estados Unidos y China que reordena la economía, la geopolítica y la seguridad mundial— la OCS representa la institucionalización de un bloque que busca disputar las reglas de la globalización y de la seguridad internacional. Un bloque que, en alianza con el Sur Global, apunta a terminar con la hegemonía exclusiva de Occidente en el siglo XXI.