Alejandro Marmo recibe a El Destape por los 80 años del primer 17 de octubre en el mítico estadio de Obras Sanitarias. Lo hace rodeado de esculturas del rock nacional y sostiene que la música, junto a la política, son diferentes esferas del mundo popular. El creador de los míticos murales de Evita Perón en el MInisterio de Desarrollo Social cuenta que esas imágenes gigantes siempre estuvieron ahí, afirma que solo fue un vehículo para su instalación y explica que tienen un poder metafísico que supera lo partidario.
"Cada cara tiene un peso de 7 toneladas, tiene como medidas 31 metros por 24, está casi a 90 metros de altura. Se emplazó con un gran equipo de trabajo, una gran arquitectura. Considero que todo eso se hizo por una fuerza superior a la ingeniería, al arte, que es la metafísica de que las cosas existen antes de haberlas siquiera pensado", enfatiza.
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-Se cumplen casi 15 años de de la creación de Evita en la 9 de julio. ¿Qué significa para vos ahora?
-Creo que es una obra metafísica. Tiene que ver con el sentir nacional, pero también con juntar dos países con las dos caras. Es un debate actual, es un debate que viene hace 200 años en la Argentina: ¿para dónde ir? Una cara muestra un país de desarrollo nacional, el desarrollo económico, de la identidad, de la composición social, de la igualdad y el otro tiene que ver más con los intereses que promueven un país más financiero, de la especulación.
En el medio de esas dos imágenes hay un edificio que, para mí, representa la ancha avenida del medio, aquellos que de pronto no participamos en militancias partidarias, pero sí sabemos convivir muy bien con mucha muñeca para sobrevivir en ese país enfrentado hace 200 años. Entonces, yo creo que los murales de Evita representan la idiosincrasia argentina: son dos meteoritos que quedaron en la 9 de julio para ser coherentes con nuestra bipolaridad. Creo que somos un país todavía inestable nacionalmente y esa obra es producto de lo que somos.
-¿Recordás que sentiste cuando la inauguraste?
Primero sentí que soy un laburante del arte que empezó en el conurbano bonarense, que soñó para que este proyecto sea el proyecto de vida. La obra se construyó sola, yo no puedo ser tan imbécil de pensar que uno hizo esa obra sino ser consciente de que Evita con toda su vida y con todo el amor del pueblo la construyeron. Creo que supe identificar la lectura de un ciudadano que va por la 9 de julio y vive la postal de una época de la Argentina, pero sé separarme muy bien de la intensidad que tiene este trabajo. Soy orgánico a todo un equipo de trabajo que perteneció a ese proceso para que quede instalada.
-¿Por qué decidiste graficarla a Evita de esa forma con esas dos caras diferentes?
-Insisto que yo creo que, en este tipo de obras, uno no decide tanto, sino que se deja llevar por la intuición. Al principio iba a tener una sola cara, pero después pude ofrecer esta idea de poner las dos caras. Sobre todo, hubo una gran decisión política de hacerla, porque uno puede tener muchas intenciones, muchas ideas, pero si no está la decisión política de quien gobierna de hacerlo es una obra que no se puede hacer.
Por eso digo que hay como un canal de decisiones y de emociones que tienen que ver con un tejido social que hizo que esa obra se haga de esa manera. Creo que las dos caras identifican muy bien el debate de qué país estamos queriendo. Cuando terminó la obra en 2011 y se inauguró, supe pasar a un costado y entregar eso, que la sociedad sea dueña. La idea es que cada corazón de un argentino que pase diga "me identifica o no me identifica".
-La obra está a casi 100 metros de altura y pesa toneladas. ¿Cómo fue la instalación y el trabajo con ingenieros?
-La complejidad es parte de la cotidianidad argentina, o sea, si vos pensás algo que sea transformador y no es complejo, no tiene mucho qué pensarse. La complejidad arranca desde el momento que uno empieza a defender la idea, que son cinco o seis años antes. Posteriormente, después viene la complejidad fáctica, de hacerla, que es menor comparada con la complejidad del proceso, donde vas por todos los lugares hasta que se decida hacerla. Cada cara tiene un peso de 7 toneladas, tiene como medidas 31 metros por 24, está casi a 90 metros de altura. Se emplazó con un gran equipo de trabajo, una gran arquitectura. Considero que todo eso se hizo por una fuerza superior a la ingeniería, al arte, que es la metafísica de que las cosas existen antes de haberlas siquiera pensado.
Mucha gente no sabe cuándo se inauguró. Tienen en su inconsciente la convicción de que está hace más de 50 años. La respuesta para mí es que esa imagen estaba ahí. Y uno desde este laburo que hace de ser soldado del invisible identificó esa imagen y la defendió. Pero hubo un ejército de corazones que también la defendieron y también la querían. Entonces, cuando uno mira en perspectiva todos esos procesos dice: "Claro, hay una inteligencia sobrenatural que hace que suceda".
-Contabas hace un rato que no sos militante partidario ¿Qué significa Eva Perón para vos?
-Soy militante. Creo que la militancia es innata entre luchadores. Y la política se manifiesta de distintas maneras. La política es el arte. Yo soy militante de eso. Eva Perón, para mí, significa una síntesis de la resistencia a la máxima expresión y la considero la figura de la mujer como una situación de fortaleza espiritual de la Nación. Los ingleses tienen la corona. Desde mi óptica, Evita sería nuestra Cleopatra. Todas las naciones tienen una mujer que representa ese misterio, esa fortaleza que no pudieron dar los hombres en la historia de la humanidad. Creo que eso es Evita, la Cleopatra argentina.