En modo remoto por la participación de varios de sus dirigentes en la Conferencia anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra, la CGT detonó una interna por la convocatoria del Gobierno al Consejo de Mayo y la renovación de autoridades de la propia central, prevista para noviembre. La dirigencia sindical frenó, así, un tránsito que lucía apacible hacia la elección del nuevo Consejo Directivo que, como adelantó El Destape, ya no contará con Héctor Daer, Carlos Acuña y quizás tampoco con Octavio Argüello, los integrantes del actual triunvirato de secretarios generales.
La mecha la encendió la administración de Javier Milei el miércoles último cuando publicó en el Boletín Oficial la reestructuración del Consejo, un instrumento previsto desde hacía diez meses como derivación del Pacto de Mayo y que quedó integrado, entre otros representantes sectoriales, por Gerardo Martínez (albañiles, Uocra) como portavoz del movimiento obrero. Para los “gordos” de los grandes gremios de servicios se trató de una incorporación inconsulta del sindicalista –sospechan que con su aval- a un mecanismo llamado a impulsar una reforma laboral con quita de derechos individuales y colectivos de los trabajadores, entre otras iniciativas.
El órgano multipartito quedó presidido por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y su directorio compuesto por los consejeros Alfredo Cornejo (gobernador de Mendoza, por las provincias), Carolina Losada (Senado), Cristian Ritondo (Diputados), Martín Rappallini (Unión Industrial, en nombre del empresariado), y Martínez. De prosperar, será la primera instancia de diálogo intersectorial de alto nivel con el involucramiento de la CGT en un año y medio de gestión libertaria marcada por más confrontación que acuerdos, tres paros generales y movilizaciones de protesta.
Hasta ahora la central obrera rehuyó las invitaciones a debates con el Gobierno y empresarios. En octubre pasado desairó a Francos, que había convocado días antes al Grupo de los 6 (industria, bancos, agro, comercio, construcción y la Bolsa) y planeaba hacerlo con la CGT como paso previo a una trilateral, pero se encontró con una negativa rotunda en el seno de la entidad sindical. De hecho en instancias previas la conducción de la central había coqueteado con la idea de acudir a citas de la gestión libertaria, pero los sucesivos incumplimientos de Javier Milei a varios compromisos asumidos por sus subalternos terminaron por convencer a los dirigentes de la inutilidad de insistir.
En ese contexto, la inclusión de Martínez en la nómina del Consejo de Mayo cayó como un baldazo de agua fría para varios de sus colegas de la central. Para todos es un hecho que el albañil y responsable de las relaciones internacionales de la CGT es desde el inicio el principal interlocutor con Milei. Y de hecho es de los poquísimos que tuvo un cara a cara con el Presidente luego de su triunfo electoral en las PASO de 2023. Incluso en el oficialismo hay funcionarios de alto rango que se entusiasman con una posibilidad –lejana- de convencerlo de postularse a secretario general a solas de la central en noviembre. Como plan B ven con buenos ojos un ascenso de Cristian Jerónimo, un dirigente joven a cargo del gremio del personal del vidrio (Seivara) y protegido de Martínez.
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Los “gordos”, en cambio, tienen otros planes. Como precisó este medio, para Héctor Daer (Sanidad) su sucesor debería ser Jorge Sola, un dirigente del gremio del seguro y encargado de Prensa de la CGT que se imagina como secretario general en soledad para romper la inercia de sucesivas versiones de triunviratos desde 2016. En esa empresa el jefe de Sanidad parece haber encontrado al socio más inesperado: Hugo Moyano, el mandamás de Camioneros e histórico enemigo de los “gordos” que en los últimos años clausuró esa inquina para abrazarse al dialoguismo a toda prueba.
Moyano luce dispuesto a convalidar el ascenso de Sola y a su entorno le adelantó su idea de retirar del triunvirato a Argüello (reemplazó a Pablo Moyano) para sondear una primera experiencia en el Consejo Directivo de su hijo más chico, Jerónimo, en el área de Juventud. En su reconversión a diplomático, el camionero optó por agrietar su relación con Pablo, su hijo mayor y todavía número dos del gremio, para preservar a su esposa, Liliana Zulet, encargada de administrar la obra social de los choferes (Oschoca).
En cualquier caso, la interna en CGT recrudeció. Mientras Martínez expuso en Ginebra la voz oficial de la central con una condena a la política de Milei de “poner un cepo al salario” y por entender que se trata de “un modelo de ajuste brutal”, el triunvirato de la central optó por bajarse de la Conferencia del organismo. Por primera vez en años no hay un secretario general de la mayor central argentina en la nómina de participantes. Uno de ellos explicó en reserva que la OIT perdió brillo con el corte presupuestario de Donald Trump a una serie de organismos multilaterales, aunque dejó entrever que la tensión con el jefe de Uocra pudo incidir en el faltazo.