La provincia de Córdoba celebró una misa en la catedral de esta ciudad como despedida del papa Francisco que murió este lunes a los 88 años a causa de un derrame cerebral que derivó en un "irreversible colapso cardiovascular" tras entrar en coma. Ángel Rossi, cardenal, arzobispo de Córdoba y amigo personal de Jorge Bergoglio, encabezó la ceremonia, recordó al Sumo Pontífice como "un hombre distinto" y pidió la continuidad de su legado.
El Papa encabezó el domingo su última misa de Pascuas desde el balcón de la basílica, donde ofreció la tradicional bendición "Urbi et Orbi" y pidió por la "libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones". Horas después, a las 7:35 de la mañana de ayer (hora de Italia), el Obispo de Roma falleció en su morada del Vaticano. A los 76 años, Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, se convirtió en el primer pontífice latinoamericano, el primer papa argentino y el primer papa jesuita.
En territorio cordobés se realizó una ceremonia para despedir al Papa, de la que participó una multitud: dijeron presente el gobernador Martín Llaryora, el exmandatario Juan Schiaretti, el intendente Daniel Passerini, integrantes del gabinete provincial y legisladores nacionales.
“El pontificado de Francisco fue gestual, porque con sus palabras, pero sobre todo con sus gestos, nos hizo saber que otro mundo es posible, que el sistema económico basado en la idolatría del dinero enriquece a unos pocos y convierte a la gran mayoría en masa sobrante”, afirmó el cardenal Rossi. Ambos se habían conocido en 1976, mantenían una relación cercana y compartían una visión en común sobre la Iglesia Católica y su defensa de los más humildes.
En su oficio religioso, Rossi remarcó el compromiso de Francisco con los más débiles. “Nos hizo saber que otro mundo es posible, que el sistema económico basado en la idolatría del dinero enriquece a unos pocos y convierte a una gran mayoría en masas sobrantes”, indicó.
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“Francisco nos previno de la auto-referencialidad. Fue audaz, no se echó nunca atrás, por más que intentaron voltearlo con calumnias y con ataques. Y a los hombres de gobierno les recordó que su misión es cuidar la fragilidad del pueblo”, dijo Rossi, quien viajará a Roma para participar del cónclave que elegirá al sucesor del argentino.
A su vez, Llaryora revalorizó que “Francisco se animó a plantear una Iglesia con olor a ovejas”. Por su parte, Schiaretti sostuvo que fue un “líder del diálogo interreligioso, un promotor de la inclusión a través del amor y un defensor incansable de los más débiles; de pensamiento plural y de apertura; su compromiso con la justicia social y su humildad perdurarán como faro de esperanza para toda la humanidad".
Murió el papa Francisco: el vínculo de Bergoglio con Córdoba
Jorge Bergoglio tuvo dos pasos por Córdoba a lo largo de su vida. La primera fue como novicio, la segunda cuando regresó “castigado” después de haber sido la máxima autoridad de la Compañía de Jesús en la Argentina.
Francisco llegó como novicio en 1958 y estuvo hasta 1960. En esos años vivió en unos departamentos de barrio Pueyrredón, en la calle Buchardo al 1750, donde funcionaba el noviciado. Su tarea, por la mañana después del rezo, era ir a “la barranca” (una zona de villa miseria) a compartir tiempo con los más chicos. Además de darles catecismo, jugaba con ellos.
En 1959 estuvo en la capilla de Impira, un pueblo de unos 160 habitantes a unos 90 kilómetros de la ciudad de Córdoba, lugar de descanso de quienes hacían el Camino Real. El templo en honor a la Virgen de la Merced fue levantado en 1850 y era parte de la estancia de la familia Ludueña. Aunque hay quienes aseguran que dio misa, en el pueblo no hay documentación de que haya sido así. Sí que pasó y que incluso siendo Papa recordaba el lugar y el himno a la Virgen que siempre entonan los fieles.
El regreso de Bergoglio fue en 1990, cuando llegó en un exilio forzado. Luego de desempeñarse como provincial de la Compañía de Jesús, entre 1973 y 1980, fue destinado a la Residencia Jesuítica de Córdoba. En ese período, además de actuar como confesor en la iglesia Compañía de Jesús, se dedicó a cuidar los religiosos más ancianos y enfermos.
El arzobispo Rossi no convivió con Francisco en Córdoba; lo conoce desde que Bergoglio daba misa en una iglesia porteña donde él era catequista. En ese marco, comentó que fue él quien impulsó su ingreso al Colegio Máximo de San Miguel, en Buenos Aires, del que era rector al mismo tiempo que era provincial de los jesuitas argentinos. Fue Francisco también quien lo envió a estudiar a Ecuador.
En septiembre del 2023, lo designó arzobispo de Córdoba y el año pasado, cardenal. Siempre lo definió como un “hombre de una fe inquebrantable”, muy memorioso, atento a los detalles personales y también muy formado intelectualmente. Rossi recuerda llamados telefónicos en momentos suyos complicados, como cuando estuvo internado por unos días, y tener presente, por ejemplo, el día de fallecimiento de su madre.