Caen las ventas locales y vuelan las importaciones: la Argentina productiva avanza hacia la destrucción total

La mitad de los empresarios consideran que su principal problema es la caída de ventas. Aun así, la élite acompaña a Milei y contribuye con la redacción de normas que destruirán aún más el mercado interno, como la reforma laboral. La farsa libertaria expuesta por el escándalo del clan Calvete que rodea al secretario Lavigne, el hombre de Toto Caputo a cargo de monitorear el derrumbe productivo.

22 de noviembre, 2025 | 14.19

Los números del INDEC confirman lo que las fábricas cerradas, los carteles de alquiler en los cordones industriales y las góndolas vacías de marcas nacionales ya habían anticipado: el modelo económico de La Libertad Avanza está desmantelando la estructura productiva argentina con una eficacia que ni los más entusiastas promotores del neoliberalismo noventista hubieran imaginado.

La Encuesta de Tendencia de Negocios de la Industria Manufacturera publicada por el INDEC este octubre exhibe un panorama desolador. El Indicador de Confianza Empresarial (ICE) se desplomó a -23,2%, el peor registro desde que comenzó la serie en enero de 2025. La caída es progresiva y sostenida: arrancó el año en -15,8% y no hizo otra cosa que profundizarse mes tras mes.

Pero el dato más revelador surge cuando se pregunta a los empresarios por el factor que limita su capacidad productiva. El 49,9% señala la "demanda interna insuficiente" como el principal obstáculo. No los impuestos, no la presión sindical, no las regulaciones: la gente no compra. El mercado interno, esa construcción que llevó décadas edificar, se desmorona bajo el peso de salarios pulverizados y jubilaciones de miseria.

En paralelo, un 52,8% de las empresas informa que su cartera de pedidos se encuentra "por debajo de lo normal". Las expectativas tampoco alientan: apenas un 14,8% de los industriales prevé aumentar su producción en el próximo trimestre, mientras que un 23,9% anticipa que su volumen caerá. El balance resulta negativo en 9,1 puntos.

El consumo que no despega

Los datos de la consultora Scentia completan el cuadro. El consumo masivo en octubre de 2025 creció un magro 2,2% interanual, una cifra que palidece frente al desplome de 16,5% registrado en octubre de 2024. El rebote es técnico, no real: se compara con meses de depresión absoluta.

El acumulado del año confirma que la recuperación es un espejismo. Los supermercados arrastran una caída de 5,1% respecto al mismo período de 2024. Los mayoristas, un desplome de 5,3%. Ni siquiera los autoservicios barriales escapan: acumulan un retroceso de 0,5%. El patrón es claro: la licuación del poder adquisitivo impide cualquier despegue del mercado interno.

El 55,8% de los encuestados del sector supermercadista también apunta a la demanda interna insuficiente como principal limitante. El diagnóstico es transversal: no hay consumidores con capacidad de compra.

Lo que (se) importa

La contracara del derrumbe productivo es el boom de las importaciones. Las compras al exterior vía courier crecieron más de 200% en octubre respecto al mismo mes de 2024, según el último informe del INDEC. Entre enero y septiembre, los envíos totalizaron 601 millones de dólares; en todo 2024, la cifra había sido de 238 millones.

El 80% de estas importaciones corresponde a compras en plataformas como Shein y Temu. El dólar atrasado convierte a la ropa, los electrodomésticos y los productos de consumo masivo fabricados en Asia en una opción más barata que la producción nacional. El jefe de asesores del ministerio de Economía, Felipe Núñez, celebró la tendencia como resultado de "la apertura comercial inteligente". Tiene lógica: la liquidación de la industria argentina es clave en el plan de negocios financieros que el ministro Luis Caputo pretende legar como modelo estructural.

Las cifras del Banco Central agregan más datos: los gastos con tarjeta asociados a viajes al exterior alcanzaron 850 millones de dólares en septiembre. El verano 2026 ya impone las vacaciones afuera como opción económica para sectores medios. El modelo exporta divisas y turistas mientras importa desempleo.

El síndrome Rocca: celebrar al verdugo

El caso de Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint, condensa la paradoja suicida de la élite industrial argentina. Tras las elecciones legislativas de octubre, el empresario más poderoso del país celebró desde Luxemburgo -donde afincó la casa matriz de su holding para reducir la carga impositiva- el triunfo de Milei como "un punto de inflexión para estimular el nivel de actividad". Se declaró "optimista respecto a Argentina" y confió en que el Gobierno tendrá "más margen de maniobra para avanzar con su plan de transformación".

Sin embargo, apenas dos semanas después, en la 31ª Conferencia de la Unión Industrial Argentina, el mismo Rocca exhibió la otra cara de su discurso. Reclamó una "apertura racional" y denunció el impacto devastador de las importaciones con un dato que desnuda la magnitud del problema: "El año pasado se importaban 5.000 lavarropas por mes; hoy entran 87.000 por mes". Una multiplicación por diecisiete que resume en un solo producto el tsunami importador que arrasa con la producción nacional.

La esquizofrenia política de Rocca tiene explicación: Techint no es una empresa, es un conglomerado. Lo que pierde en siderurgia y manufactura lo compensa con Tecpetrol en Vaca Muerta. Una semana después del triunfo electoral de Milei, la petrolera del grupo emitió obligaciones negociables por 750 millones de dólares en Nueva York. El Rocca industrial dijo luego que tal vez fue "demasiado optimista" sobre la política económica que aplicaría el Gobierno. La confesión llegó tarde: el daño ya estaba consumado.

"Necesitamos volver a hacer política industrial, ver cómo Argentina se inserta en este nuevo mundo. Todos los países hacen política industrial", reclamó Rocca en la UIA. Su pedido chocó con la posición del secretario de Comercio e Industria, Pablo Lavigne, quien repitió que "no habrá políticas focalizadas" y que si algunos sectores "crujen un poco" por la competencia importadora, "es sano que eso suceda".

Lavigne es el funcionario a cargo de monitorear el derrumbe productivo. Antiguo soldado de Mauricio Macri rescatado para su equipo por Luis Toto Caputo y formado en el la escuela económica ultra ortodoxa del CEMA, Lavigne proclama la doctrina del libre mercado, aunque las novedades de esta semana lo muestran en línea con las prácticas mundanas que caracterizan a la gestión libertaria: según detectó el fiscal Franco Picardi en la causa ANDIS, debajo de Lavigne operaba el Clan Calvete, una organización investigada por manipular compras públicas, traficar influencias y utilizar al Estado para comerciar en beneficio propio.

El viernes Javier Cardini, segundo del secretario Lavigne, renunció a la subsecretaría de Gestión Productiva luego que le encontraran 700 mil dólares en su domicilio. Cardini es la pareja de Ornella Calvete, hija de quien es señalado como el recaudador de las coimas de la ANDIS para los funcionarios libertarios. Ornella había renunciado el pasado martes a la dirección nacional de Desarrollo Regional y Sectorial, también bajo la órbita de Lavigne, luego de que se difundiera el hallazgo del dinero y chats con su padre donde se jactaban de las actividades del clan.

Además de Ornella y su pareja, en los cuadernos manuscritos hallados en el domicilio de Calvete aparecen otros dos funcionarios de Lavigne: Susana Calvete, hermana de Miguel Ángel, también con contrato en el Ministerio de Economía, y Mariano Gaibisso, asesor en la subsecretaría de Defensa del Consumidor, otro organismo de Lavigne. Según el diputado Rodolfo Tailhade, Gaibisso conoce a Calvete desde que fue director de EKI, la cadena de supermercados que compró el ahora malogrado lobbysta en 2011.

Según la investigación judicial, el clan operaba una amplia gama de contratos públicos y negocios privados. Lo que la narrativa de campaña de Milei denominó "comportamiento de casta". 

La farsa expuesta del relato mileísta agrega una capa cínica al drama en curso.

El espejismo de la reforma laboral

En medio del derrumbe productivo, pero sostenido por los votos, el Gobierno presentará la reforma laboral como llave del crecimiento. Sin embargo, hasta los propios empresarios beneficiados desconfían. Según la encuesta del INDEC, apenas un 3,4% de las firmas industriales prevé aumentar su dotación de personal en los próximos meses. El 16,5% anticipa reducciones. El 80,1% no espera cambios.

La aritmética es simple: sin demanda no hay producción; sin producción no hay empleo. La reforma laboral, en este contexto, opera como un mecanismo para abaratar despidos, no para generar puestos de trabajo. 

El 10,1% de los empresarios sí menciona la competencia de productos importados como factor limitante, un registro que creció respecto a tres meses atrás (era 9,1%). La incertidumbre económica, por su parte, escaló del 6,3% al 10,4%. El modelo genera sus propias alarmas, pero una élite cegada por el odio ideológica y la renta financiera exprés, eligen ignorarlas.