El triunfo de Axel Kicillof y la derrota de Javier Milei reordenan la política con la economía en crisis

El gobernador de la provincia de Buenos Aires fue el gran ganador de las elecciones bonaerenses. Fuerza Patria ganó 6 de 8 secciones, casi un centenar de municipios y 13% de ventaja. El resultado le da aire en la legislatura y lo posiciona como referente opositor frente a un Ejecutivo nacional debilitado por la derrota en el distrito clave del país. El resultado disparó el dólar crypto y le mete presión a los precios de cara a las elecciones de octubre. El menú de gobernadores y empresarios aliados para balizar y estirar el Experimento Milei.

07 de septiembre, 2025 | 23.38

La paliza que Axel Kicillof le propinó a Javier Milei en Provincia de Buenos Aires no fue solo un revés para La Libertad Avanza: fue la confirmación de que el experimento libertario ha llegado a una encrucijada definitoria. Con una diferencia de 13 puntos —47% contra 34%— el peronismo recuperó el aliento e instaló una nueva correlación de fuerzas que debería obligar al presidente a repensar su estrategia política y económica. No está claro que vaya a pasar: en su breve discurso de la derrota, el presidente mencionó la palabra “autocrítica”, pero luego recitó un mensaje escrito en el que ratificaba el rumbo que los bonaerenses rechazaron en las urnas. 

Los números fueron contundentes. Fuerza Patria se impuso en casi un centenar de municipios, ganó seis de las ocho secciones electorales y obtuvo una participación del 61% del padrón. Con esos votos el peronismo pasará de 21 senadores a 24 —sobre un total de 46— y en Diputados crecerá de 36 a 39 bancas. Es un cambio que trasciende lo numérico: Kicillof logró mayoría en el Senado provincial, un dato que le otorgará gobernabilidad en el período de mandato donde deberá consolidar su posicionamiento nacional.

La economía como termómetro político

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Mientras Kicillof celebraba en el Grand Brizo Buenos Aires, los mercados financieros ya anticipaban las consecuencias del resultado. El dólar cripto se disparó a $1.500. Este indicador, que opera sin interrupciones durante los fines de semana, funciona como un termómetro de las expectativas del mercado y suele anticipar los movimientos del dólar blue.

La reacción del tipo de cambio paralelo es causal. El gobierno de Milei ya venía enfrentando turbulencias económicas que se agravaron en la semana previa a la elección, con tasas de interés del 100% que ilustran la fragilidad del dólar planchado. La victoria peronista añade incertidumbre sobre la continuidad del programa económico, especialmente cuando el oficialismo nacional se quedó sin dólares ni salvavidas externos, salvo una eventual ayuda de Trump con un préstamo del Tesoro que cada vez aparece más improbable.

La deriva económica es una preocupación transversal. Desde distintos puntos del país, los mandatarios provinciales enviaron señales que trascienden la cortesía política y configuran un mensaje colectivo al gobierno nacional.

Ricardo Quintela fue directo: "El pueblo bonaerense habló con contundencia: eligió poner un freno a las políticas crueles de Milei". Martín Llaryora quien sintetizó el diagnóstico compartido por otros gobernadores de Provincias Unidas, el espacio creado para cultivar una alternativa de centro para el 2027: "En las sucesivas elecciones provinciales se advierte un claro llamado de atención que el Gobierno Nacional debe atender. Sin gestión, no hay futuro".

El eco se multiplicó en voces como la de Maximiliano Pullaro, quien sentenció que "la gente no quiere más gritos, quiere hechos", y el peronista Sergio Ziliotto, que con ironía política remató: "Un nuevo capítulo de la fallida serie del fin del peronismo. Se vienen más temporadas". 

La revitalización del peronismo implicó una derrota de la campaña de demonización permanente que el Círculo Rojo ejecuta a través de sus medios de incomunicación. Sin embargo, una primera mirada de los guarismos desaconseja la reacción exitista que el cristinismo desplegó mediante la consigna “Kirchnerismo más que nunca” como respuesta al lema de la campaña libertaria: en términos nominales, el peronismo subió el porcentaje aunque obtuvo unos 500 mil votos menos que en la primera vuelta de 2023, mientras que Milei repitió la cosecha de aquellos comicios -donde postuló a Carolina Píparo-, pero perdió los dos millones de votos que obtuvo del PRO en el balotaje presidencial. A diferencia de lo que ocurrió en otras elecciones provinciales, como Ciudad de Buenos Aires, esta vez la abstención electoral castigó con dureza al gobierno nacional en el distrito más populoso y golpeado por las políticas de ajuste y crueldad.

El comportamiento es compatible con la tradición electoral argentina, donde el peronismo se muestra menos volátil y blando que el antiperonismo, fraccionado entre fanáticos, displicentes y republicanos autopercibidos disgustados con la criatura que llevaron al poder. Los datos de la consultora Rubikon Intel revelaban en la previa ese cambio de humor electoral: entre los adherentes del peronismo el 79,6% decía que tenía muchas ganas de ir a votar y entre los de La Libertad Avanza el número se reducía al 66,9%. Esta diferencia de motivación -sumada a la eficaz logística territorial de los intendentes celestes- resultó clave en una elección donde la participación alcanzó el 61%, superando en unos 10 puntos a lo ocurrido en la Ciudad de Buenos Aires.

El resultado bonaerense no surgió de la nada. En un contexto de inestabilidad con el dólar, caída de la actividad, pérdida de poder adquisitivo y tasas de interés que enfrían todavía más la economía real, los audios de las coimas dejaron al gobierno aturdido y a la defensiva como nunca antes. La oposición recuperó el ánimo y el panperonismo adoptó el modo confrontativo que lo ubicó como alternativa al Ejecutivo nacional.

Año verde

"En el plano político hoy hemos tenido una clara derrota. Lo primero que hay que hacer es aceptar los resultados", admitió Milei al aparecer en el búnker de La Libertad Avanza en Gonnet. El presidente prometió una "profunda autocrítica" y despotricó contra el "aparato electoral" del peronismo, pero luego sostuvo que el rumbo económico no se modificaría. La tensión resulta evidente: necesita ganar las elecciones nacionales de octubre, pero ni siquiera eso le garantiza un camino despejado.

Los movimientos empresariales auguran tiempos turbulentos. Fastidioso por el rumbo económico el capo industrial Paolo Rocca ordenó apagar el alto horno de Ternium-Siderar en San Nicolás y dejó en la calle a 220 operarios de la tercerizada Loberaz. En su reunión con los sindicalistas de la UOM, Rocca había pronunciado una frase que resonará en las vertiginosas jornadas que vienen: "Esperen un poco más que viene la devaluación".

Apenas conocidos los resultados, la reacción de los mercados no tardó en confirmar los peores pronósticos del establishment financiero. El dólar crypto rozó los 1500 pesos, por encima del techo de la banda establecido por el plan oficial. La consultora 1816, una de las más influyentes del mercado, advirtió que el gobierno se verá obligado a tomar "decisiones difíciles" tras un resultado electoral que superó las expectativas más pesimistas para el oficialismo. Según su análisis, el mercado no esperaba "un triunfo tan amplio del PJ", lo que garantiza presión sobre los activos financieros y obliga al equipo económico a recalcular toda su estrategia.

La consultora observó que el poder de fuego del Tesoro para intervenir en el mercado cambiario es extremadamente limitado. Según datos oficiales, el fisco vendió 200 millones de dólares el martes previo a la elección y otros 339 millones entre jueves y viernes, dejando depósitos en el Banco Central por apenas 1.130 millones de dólares. Sin embargo, entre el 8 de septiembre y el 26 de octubre, el Tesoro enfrenta vencimientos con organismos internacionales por 1.165 millones de dólares, lo que prácticamente anula su capacidad de seguir vendiendo divisas.

La responsabilidad recae entonces en el Banco Central, que mantiene reservas líquidas de aproximadamente 20.000 millones de dólares. La gran incógnita es cuántas divisas estará dispuesto el gobierno a sacrificar durante las siete semanas que restan hasta octubre. El equipo económico ya elevó las tasas de interés a niveles récord —superando cualquier registro de las últimas décadas en términos reales— pero la efectividad de esta herramienta para contener la demanda de dólares muestra signos de agotamiento.

La expectativa devaluatoria cuenta con el respaldo del poder económico concentrado, los operadores financieros internacionales y los técnicos del Fondo Monetario Internacional. La coincidencia es casi absoluta: el presidente agotó sus recursos políticos y económicos en un momento crítico. El triunfo de Kicillof no solo refuerza su liderazgo en la oposición nacional; además intensifica la presión sobre una administración que deberá afrontar octubre con serios problemas económicos y debilitada en el principal distrito electoral del país.

El nuevo mapa de poder

"El gobierno va a tener que rectificar el rumbo", sentenció Axel Kicillof desde el búnker peronista. Aunque la frase suene a euforia electoral, refleja una realidad política: el equilibrio de fuerzas se modificó y el gobierno nacional perdió gravitación en el distrito que concentra el 40% del electorado argentino.

Atenta a la interna, Cristina Kirchner también envió su mensaje: "¿Viste Milei?... Banalizar y vandalizar el Nunca Más, que representa el período más negro y trágico de la historia argentina, no es gratis". Y remató con una advertencia que suena a prólogo de octubre: "El próximo 26 de octubre, kirchnerismo y peronismo... más que nunca".

La paliza bonaerense reordena el tablero político cuando faltan menos de dos meses para las elecciones nacionales. Unas 34 jornadas financieras cuando al gobierno, al ritmo que vendió en la semana previa a las elecciones, le quedan dólares para diez diaz. En ese contexto, Kicillof se consolidó como líder opositor con capacidad de gestión y territorio, mientras Milei, que parecía incontenible hace un año, ahora deberá demostrar que está capacitado para sobrevivir a la adversidad.