En apenas 24 horas la CGT pasó del cielo al infierno: la derrota inesperada y categórica del PJ en las elecciones del domingo derivó en un cambio de reglas con el Gobierno que promete signar la relación hasta el cierre del mandato de Javier Milei. La primera esquirla llegó con el congelamiento de un desembolso que el Ejecutivo había comprometido con destino a las obras sociales sindicales y el mensaje implícito de que esa liquidación quedará atada al comportamiento de la central obrera en la discusión por la reforma laboral. El nuevo escenario y su efecto sobre la elección de la nueva conducción de la organización, el 5 de noviembre, serán ejes de una reunión de la “mesa chica” ampliada este jueves en la sede del gremio de los albañiles (Uocra).
Antes del desenlace electoral la CGT se encaminaba a una renovación de autoridades ideada para raspar a un Ejecutivo que se descontaba debilitado para la segunda fase de su gestión. Las premisas eran bloquear cualquier intento de reforma laboral e incluso de las normas que rigen la vida de los sindicatos (como los proyectos de debilitamiento impulsados por el diputado radical Martín Tetaz), apalancarse en un Congreso con mayoría holgada para el peronismo y proyectar el futuro partidario a caballo de la figura de Axel Kicillof, a quien imaginaban empoderado y sin mayor resistencia interna por parte del kirchnerismo.
Dos semanas atrás, incluso, el ministro de Salud, Mario Lugones, le informó a un puñado de dirigentes sindicales sobre la decisión de Javier Milei de asistir con 60 mil millones de pesos a varias obras sociales de las de mayor número de afiliados. El monto saldría de un remanente de un programa establecido en 2016 por la gestión de Mauricio Macri como parte de otra negociación con la CGT que alumbró la denominada Cobertura Universal de Salud (CUS) con un fideicomiso de administración que llegó hasta la actualidad sin la totalidad de sus recursos ejecutada.
El triunfo libertario, sin embargo, potenció y encaramó al tope de la agenda parlamentaria del oficialismo la flexibilización laboral diseñada por el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, con asistencia de los estudios jurídicos que asesoran en la Argentina a los grandes grupos empresarios. Tal como anticipó en exclusiva El Destape en julio y diciembre del año pasado, los ejes de esa reforma incluyen la posibilidad de negociaciones laborales y salariales a la baja; el fin de la ultraactividad (la garantía de vigencia de los convenios incluso después de su vencimiento hasta la firma de sus reemplazos); ampliación hasta 12 horas de la jornada; fraccionamiento de vacaciones e indemnizaciones, y hasta la vuelta de los tickets de comida.
A esa agenda el secretario de Trabajo, Julio Cordero, le agregó días atrás la confirmación de que la nueva ronda de paritarias incluirá promover aumentos salariales “por mérito”, tal como había adelantado este medio. Y también El Destape reveló que parte de esa dinámica contemplará permitir que esas mejoras sean reversibles como supuesta garantía a los empleadores. Se trata de un paso más en un proceso que dio comienzo este año con el bloqueo por parte del Gobierno de cualquier incremento salarial fijado de común acuerdo por empleadores y gremios por encima de la inflación mensual.
Como si fuera poco, el resultado electoral también congeló aquella promesa para las obras sociales sindicales. Anoche entre los gremios denominados “gordos” (los más numerosos, del rubro de servicios) y otros de porte medio dejaron trascender que la plata comprometida para esta semana brillaba por su ausencia y no había señal alguna de que podría saldarse. Algunos sindicalistas dijeron que ni siquiera se habían dado por anoticiados de la promesa de Lugones mientras que otros, al tanto de esa exposición, admitieron que ahora el Ejecutivo había quedado en posición de retacear los desembolsos a cambio de una acción concesiva de la CGT ante la inminente reforma laboral.
Si el apriete gubernamental tendrá o no éxito es una incógnita pero lo seguro es que ya tomaron nota en los sindicatos que más animan la interna de la central obrera. Incluso puede influir en el diseño del nuevo triunvirato que reemplazará a los actuales secretarios generales, Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (estaciones de servicio) y Octavio Argüello (Camioneros). Para la sucesión el único nombre que luce intacto es el de Jorge Sola (empleados de aseguradoras), apadrinado por Daer.
El segundo más mentado, Cristian Jerónimo (empleados de la industria del vidrio) sigue vetado por varios gremialistas de peso que le achacan su involucramiento en internas como la de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), en favor de la línea disidente que también auspiciaba Hugo Moyano. Gerardo Martínez (Uocra, responsable de la “Cancillería” de la CGT) insistió con el patrocinio de Jerónimo y en las últimas horas lo reivindicó como parte de su esquema de diálogo con los libertarios. Martínez, de hecho, es el único referente sindical con silla propia en el Consejo de Mayo.
El resto de las candidaturas permanece en una nebulosa. Moyano desistió de impulsar a su hijo menor, Jerónimo, para la Secretaría de Juventud, y se focalizó en la continuidad de Arguello, su delfín. Su principal rival en esta empresa es Luis Barrionuevo -que ya debió aceptar la salida de su representante, Acuña- para quien el camionero ya recibió paga suficiente con la banca que consiguió otro de sus hijos, el abogado Hugo Antonio Moyano. El dirigente gastronómico plantea, a su vez, que para reemplazar a Acuña cuenta con dirigentes de su entorno listos para asumir.
Otros sectores de la CGT insisten con la necesidad de nominar a una mujer para el trío de secretarios generales. En esa instancia había picado en punta Maia Volcovinsky, número dos de la Unión de Empleados de la Justicia nacional (UEJN) con el aval de varios secretarios generales. Este jueves se reunirá la “mesa chica ampliada” en la Uocra para debatir el nuevo ordenamiento. Varios dirigentes admitieron que el resultado electoral resultó tan inesperado como revulsivo para la dinámica interna de la central obrera y que, en ese sentido, debería arrancar de cero la conversación sobre el liderazgo.
