Dólar, reservas y FMI: ¿cuánto puede durar el veranito financiero de Milei?

El gobierno de Milei cuenta con respaldo financiero de Estados Unidos y del FMI, pero debe recomponer reservas, cumplir los elevados compromisos de deuda y sostener la estabilidad cambiaria. Su desafío será mantener el shock político positivo tras la elección de medio término sin que la situación social se descontrole. 

29 de octubre, 2025 | 00.05

El resultado inesperado en las elecciones de medio término para el oficialismo alejó los dos fantasmas que atemorizaban al mercado y, por lo tanto, también a una porción no menor de votantes: uno, la devaluación descontrolada, y dos, el default de la deuda pública en dólares. Ambos eventuales acontecimientos disruptivos hubieran implicado un caos económico-financiero y la consiguiente crisis política.

Este escenario traumático quedó, por ahora, desplazado, y se abre el tiempo para evaluar si el gobierno está en condiciones de encarar una gestión económica diferente de la que provocó el estado de incertidumbre extrema previo a los comicios del domingo último. En este sentido, la clave se encuentra en la capacidad de Javier Milei de neutralizar su dogmatismo ideológico y, en especial, si los socios Luis Caputo (ministro de Economía) y Santiago Bausili (presidente del Banco Central) reúnen atributos técnicos para evitar repetir horrores en el manejo de la política cambiaria y monetaria.

Estas dudas se manifestaron al día siguiente de la jornada bursátil y financiera eufórica tras el triunfo nacional de Milei. La cotización del dólar oficial terminó en 1495 pesos, cerca del techo de la banda cambiaria. La aparente calma inicial no debe ignorar el inmenso desafío económico y financiero que enfrenta el gobierno de Milei en relación con el fortalecimiento del stock de divisas en el Banco Central y los elevados compromisos financieros en dólares en lo que resta de este año y en 2026.

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Acumulación de reservas en el BCRA

Estas exigencias se presentan en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que reclama a la vez reformas estructurales (laboral, tributaria y previsional) y el cumplimiento de metas cuantitativas de variables fiscales, monetarias y de reservas. También se desarrollan en un contexto de inédita alineación de la Argentina con la administración de Donald Trump y la intervención directa del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, en el mercado cambiario local.

Uno de los ejes centrales del programa con el FMI, firmado en abril de 2025, es la meta de acumulación de reservas netas del Banco Central. De acuerdo con la metodología de contabilidad del Fondo, las reservas netas están en terreno negativo por unos 11.000 millones de dólares, monto similar al que dejó el gobierno de Alberto Fernández.

Este nivel es uno de los principales condicionamientos de la política económica de Milei para intervenir en el mercado cambiario, contener la presión sobre el peso y acceder a financiamiento externo. En junio de 2025, el FMI advirtió que “las reservas netas siguen críticamente bajas”, incluso después de la reducción de las metas originales acordadas con el organismo. El programa inicial establecía una meta de recomposición de reservas internacionales de 8000 millones de dólares para fines de este año, que luego fue recortada a 4500 millones. 

La dupla Milei-Caputo tendrá que lanzarse a comprar dólares. Cuando lo haga, deberán diseñar una estrategia de administración monetaria efectiva, por la expansión inevitable para adquirir las divisas, y también deberá demostrar habilidad en la secuencia de compras para evitar una escalada del tipo de cambio por la presión de la demanda oficial. Si fallaran en esta doble tarea, se precipitarían turbulencias en la plaza cambiaria que alterarían la tranquilidad política que ha recuperado el experimento liberal-libertario luego de las elecciones legislativas.   

La carga de la deuda pública en dólares

El otro frente de tensión es el cronograma de pagos de intereses y capital de la deuda pública en dólares que se combina con la dificultad, por ahora, de acceder a los mercados internacionales sin una reducción sustancial del riesgo país. Las amortizaciones de deuda en moneda extranjera para 2026 ascenderán a unos 19.000 millones de dólares, monto que podría reducirse a 12.500 millones si se concretan refinanciamientos con organismos multilaterales. 

El FMI advierte en la documentación del acuerdo que la carga de amortizaciones en los próximos dos años rondará el 11% del PIB. Es un volumen de compromisos que exige un acceso fluido a financiamiento. Si el gobierno no logra abrir los mercados voluntarios de deuda, el panorama se complica. Por este motivo, la principal apuesta de Caputo es que el riesgo país baje a unos 400 puntos, y se mantenga en este umbral el tiempo suficiente para terminar de convencer a fondos internacionales de comprar nueva deuda argentina.

Para alcanzar este objetivo, cuenta con la colaboración de Bessent, el ministro de Economía de facto de Milei, que está interviniendo de manera directa en la política económica argentina. Por lo pronto ambos gobiernos anunciaron un acuerdo de intercambio de monedas (swap) por 20.000 millones de dólares entre el Tesoro estadounidense y el Banco Central. El objetivo es proveer liquidez en dólares si la Argentina no puede acceder al mercado voluntario de deuda durante 2026.  Ambas partes aseguran que se habilitarán tramos de esta línea de financiamiento solo en caso de necesidad para afrontar los compromisos de deuda.

El FMI advierte que la carga de amortizaciones de la deuda pública en dólares en los próximos dos años rondará el 11% del PIB.

El riesgo de dilapidar el triunfo electoral

En el frente político, el oficialismo busca capitalizar su triunfo para sostener la gobernabilidad de un programa económico cada vez más condicionado. El respaldo de Trump le otorga a Milei un respiro financiero, pero también profundiza la dependencia externa y consolida un alineamiento político que excede el plano económico. La intervención de Washington no es neutral: condiciona decisiones de política monetaria y fiscal, y refuerza la vigilancia del FMI sobre cada variable del programa. El acceso a esa línea de liquidez podría evitar un default en 2026, pero no elimina el riesgo estructural de una crisis de reservas si la balanza comercial no mejora y las exportaciones no aportan divisas genuinas. Este panorama, por tanto, combina tres vectores de riesgo: 

  1. La debilidad de la posición externa y la dificultad para recomponer reservas genuinas. 
  2. El exigente calendario de vencimientos de deuda en moneda extranjera.
  3. La fragilidad social derivada del ajuste económico necesario para cumplir con las exigencias del acuerdo con el FMI. 

La aparente estabilidad posterior a las elecciones puede diluirse rápidamente si alguno de estos componentes se desajusta. En el escenario más favorable y probable, si Milei y Caputo eluden la tendencia a cometer horrores de gestión económica, el gobierno lograría cumplir la meta de acumulación de reservas, acceder a financiamiento externo y evitar tensiones cambiarias. En el escenario adverso, que no puede descartarse pese a las extraordinarias condiciones financieras y políticas que tiene Milei después del último domingo, la falta de dólares reabrirá la puerta a una devaluación desordenada o a un reperfilamiento forzoso de la deuda incluso con el auxilio de Estados Unidos. 

La experiencia reciente muestra que los gobiernos y la economía argentina pueden pasar de la euforia a la fragilidad en cuestión de semanas.La victoria electoral de medio término otorga a Milei un capital político importante pero no altera la vulnerabilidad de la economía. La pregunta clave es si el gobierno liberal-libertario sabe cómo avanzar con esta agenda regresiva sin agotar la paciencia social por los costos asociados a un proyecto político de exclusión sociolaboral.