El JP Morgan amplía sus dominios y avanza una nueva estafa de deuda en Argentina

Con el CEO Jamie Dimon en Buenos Aires y el Tesoro de EE.UU. conteniendo el dólar, JP Morgan vuelve a conducir la maquinaria de endeudamiento: funcionarios formados en la casa, “garantías” en secreto y un canje que allana la fuga. Nueva versión del patrón que se repite desde hace más de un siglo: cobrar comisiones, endeudar y huir.

25 de octubre, 2025 | 11.42

En las vísperas de comicios cruciales, Jamie Dimon desplegó en la Argentina los faustos de un jefe de Estado. Una veintena de aviones de lujo abarrotaron el hangar VIP del aeropuerto internacional de Ezeiza. La crema del empresariado local y figuras internacionales asistieron al cóctel en su homenaje en el Teatro Colón. Con su vocación anélida, el presidente se desplazó a un ámbito privado para sostener un encuentro con el CEO del JP Morgan en el Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires. Lo acompañó su equipo económico incubado en el banco, con Luis Toto Caputo a la cabeza, incluido el ex secretario de Finanzas, Pablo Quirno, otro ex JP Morgan encumbrado como Canciller durante la visita ilustre. 

En su discurso de agasajo, durante media hora Milei desplegó su repertorio habitual: demonizó al Estado, elogió las finanzas y celebró el préstamo otorgado por Estados Unidos. Agradeció "el apoyo del Gobierno (estadounidense) y los gestos hacia la Argentina por parte del presidente Trump y el Secretario Bessent". Gestos con cara grande: en la semana electoral, el Tesoro de Bessent gastó entre 1.400 y 1.700 millones de dólares comprando pesos para evitar una corrida cambiaria y mantener allanado el camino para una nueva estafa de deuda. JPMorgan y Citigroup -dos viejos conocidos en esas lides- fueron los operadores de una “inversión” que busca ganar tiempo mientras se estructura la fuga.

Un siglo igual

La secuencia pasó desapercibida en la vorágine, pero con el diario del viernes adquiere particular valor. El lunes 21 de octubre, Quirno anunció que JP Morgan asesoraría una operación de recompra de bonos del gobierno argentino. El martes 22, en una jornada de intensa intervención cambiaria, JPMorgan y Citigroup vendieron entre 400 y 500 millones de dólares en nombre del Tesoro estadounidense para sostener el peso. Al día siguiente, Dimon aterrizó en Buenos Aires. El jueves, Quirno dejó la Secretaría de Finanzas para asumir como Canciller de la Nación. La progresión de hechos no es casual: es el eslabón más reciente de una cadena que comenzó en el siglo XIX y conecta el financiamiento ferroviario con el carry trade.

La presencia de JP Morgan en Argentina se remonta a 1880, cuando financió ferrocarriles, la extracción de minerales y operaciones soberanas. En 1893, J.S. Morgan & Co. contribuyó con un fondo de rescate para "salvar" un banco argentino en crisis. Fue el primer salvavidas que venía con contrato de largo plazo: el país quedaba atado a su acreedor.

El patrón se consolidó con las dictaduras militares. José Alfredo Martínez de Hoz integraba el Consejo Asesor del Chase Manhattan Bank antes de asumir como ministro de Economía del dictador Jorge Rafael Videla. Bajo su gestión se instaló "la tablita" cambiaria: ingreso de dólares que endeudaban al país, garantía de tipo de cambio sostenida de forma artificial, fuga masiva de capitales. A fines del siglo XX, el Chase se fusionó con el JP Morgan, creando el mayor banco privado del planeta. Martínez de Hoz se mantuvo vinculado a la nueva estructura societaria. David Rockefeller, patriarca de la familia dueña del Chase Manhattan, opinó entonces sobre Martínez de Hoz: "Siento gran respeto y admiración". El elogio no era inocente. La política económica del Proceso multiplicó la deuda externa y estableció un modelo que JP Morgan replicaría en las décadas siguientes.

1990: ENTEL, el arte de privatizar como estafa

La privatización de ENTEL marcó un hito. La operación fue considerada por medios especializados internacionales como "el mayor canje individual de deuda jamás realizado en el mundo". Los números revelaron la anatomía de un negocio perfecto: el precio de venta del 60% de ENTEL fue de 214 millones de dólares al contado y 5.029 millones en títulos de deuda externa que cotizaban al 15% de su valor nominal. Los adjudicatarios desembolsaron solo U$S 968 millones, mientras que el Estado asumió un pasivo de U$S 1.700 millones.

La estrategia fue urdida por Emilio Cárdenas, representante local del JP Morgan. El plan era sencillo: para que la colocación tuviera éxito debían pasar al menos dos años entre la venta de la empresa y la venta del tramo mayorista de las acciones remanentes en poder del Estado. "De este modo —sostuvo Cárdenas— ganamos tiempo para maquillar el perfil bursátil de la empresa". La oferta mayorista fue absorbida por cuatro consorcios, entre ellos el conformado por Banco Galicia-JP Morgan.

En el caso del Citibank y del JP Morgan, el negocio generaba ganancias por partida doble: cobrarían comisiones y además la demanda del mercado revalorizaría las acciones que habían adquirido a precio de ganga (13 centavos por acción de Telecom, 12 centavos por Telefónica). El 22 de marzo de 1992, Cárdenas —ya como presidente del Bank of New York— y Martín Redrado, titular de la Bolsa de Valores, abrieron los sobres con las ofertas. La tasa de corte fue de 42 centavos para Telecom y 24 centavos para Telefónica.

La ecuación final de la estafa: los propietarios del 60% de las acciones pagaron el 44% del precio total, mientras que los dueños del 30%, sin incidencia en las decisiones, desembolsaron el 56% del monto final. Cárdenas -premiado por sus servicios con una embajada- brindó a solas con Steven Darch, entonces director local del JP Morgan, en las oficinas del microcentro.

2001: el megacanje y el saqueo de reservas

El año 2001 marcó dos operaciones complementarias del mismo esquema extractivo. Primero, con Domingo Cavallo al frente del Ministerio de Economía y Federico Sturzenegger en el Banco Central, se ejecutó el Megacanje, operación liderada por Crédit Suisse y secundada por JP Morgan, Citibank, Banco Río, Galicia y HSBC. Según el gobierno, permitiría canjear bonos de corto plazo por otros que resistirían la crisis. En los hechos oficiaba como un seguro de cambio que protegía activos de grupos locales, bancos y AFJP, tenedores del 60% de los bonos elegibles.

El Megacanje se realizó en tiempo récord, con tasa de interés del 16% anual y comisión de 141 millones de dólares cobrada por los mismos bancos que tenían los títulos en cartera. Los informes de la Auditoría General de la Nación fueron lapidarios: aumentó el valor nominal de la deuda rescatada de 28.174 millones a 30.431 millones (un incremento neto de 2.257 millones). Se capitalizaron intereses por 13.000 millones. Para canjear 28.174 millones de capital se aumentó la deuda —capital e intereses— en aproximadamente U$S 53.700 millones.

La Justicia Federal inició un expediente. Los investigadores dieron por probado que el 0,55% acordado como comisión estuvo muy por encima de la media internacional. Se corroboró que la mayor parte de los papeles canjeados estaban en poder de los propios bancos que cobraron las comisiones. Pese a las derivaciones escandalosas, el caso quedó impune.

La segunda operación ocurrió tras el colapso. Alfonso Prat-Gay —quien entre 1992 y 2001 había trabajado en JP Morgan como Jefe de Estrategia de Tipos de Cambio— fue nombrado presidente del Banco Central por Eduardo Duhalde. Un pool de bancos internacionales encabezados por JP Morgan ejecutó una maniobra que la Justicia investigó por "defraudación": sustituyeron 19.000 millones de dólares que el sistema financiero argentino tenía como reservas por títulos de deuda sin valor. Los dólares se fugaron. Quedaron papeles.

El fiscal del caso sostuvo que "existió un plan destinado a proteger el patrimonio de los bancos". Sobre Prat-Gay, el expediente fue contundente: "Fue el gran encubridor de toda la maniobra. A pesar de que los balances del Banco Central evidenciaban la estafa que los bancos habían realizado con las reservas, cuando arribó al Central tapó todo". Prat-Gay fue imputado junto a Mario Blejer -presidente del Banco Central- y una centena de banqueros por la fuga de 26.000 millones de dólares. La causa languideció sin mayores consecuencias.

2006-2008: Arbizu y los 5.000 millones

Hernán Arbizu fue vicepresidente de JP Morgan Chase en Buenos Aires entre 2006 y 2008. Según su testimonio judicial ante el juez Sergio Torres, dedicaba el 90% de su tiempo a la Argentina dentro de la Banca Privada para Latinoamérica. Su trabajo: "Administración de activos líquidos, creación de estructuras para ocultar la verdadera titularidad de los activos, y préstamos en Argentina usando como garantía activos no declarados en el exterior".

Cuando Arbizu cometió un desliz —utilizó fondos de un cliente para otra operación—, JP Morgan lo denunció en Estados Unidos por fraude. Su respuesta cambió el tablero: se presentó ante la justicia argentina con un listado de 480 empresas que habían fugado aproximadamente 5.000 millones de dólares con asistencia del banco. Entre los nombres: Grupo Clarín (cuentas por 200 millones de dólares), Petrobras Argentina, Edenor, Autopistas del Sol, Editorial Estrada, La Nación y Banco Patagonia, entre muchos otros.

Los mecanismos eran múltiples: préstamos "back to back", trusts offshore, vehículos corporativos en paraísos fiscales. Las transferencias salían desde la sucursal argentina de JP Morgan hacia bancos en Andorra, Curazao, Bahamas, Antillas Holandesas, Zurich, Miami y Nueva York. Arbizu declaró durante ocho horas, aportando documentación original. Explicó cómo JP Morgan "ayudaba a los principales grupos económicos a lavar dinero". Con las pruebas en la mano, el fiscal Guillermo Marijuan se lució por su inacción. Arbizu fue detenido en junio de 2016 y extraditado a Estados Unidos. JP Morgan continuó operando sin consecuencias.

2015-2016: el equipo JP Morgan llega al poder

Cuando Mauricio Macri asumió en diciembre de 2015, JP Morgan abrió nuevas dependencias en Buenos Aires: Alfonso Prat-Gay retornó a la gestión como ministro de Hacienda, Luis Caputo como secretario de Finanzas, Vladimir Werning como jefe de Asesores Económicos, Demian Reidel como director del Banco Central, Santiago Bausili acompañando las negociaciones con fondos buitre.

JP Morgan fue designado para estructurar la operación central: la colocación de bonos para pagarle a los holdouts. En abril de 2016, Argentina emitió 15.000 millones de dólares. Las ofertas llegaron a 67.000 millones. JP Morgan, junto a seis bancos más, cobró hasta 22,5 millones en comisiones. El gobierno pagó 9.300 millones a los fondos buitre, incluyendo 4.782 millones al fondo de Paul Singer.

El periodista Greg Palast reveló en 2017 que Singer había financiado la campaña de Macri con 2,5 millones de dólares. Su ganancia por el pago posterior: 10.000%. El acuerdo destacó por sus irregularidades: no existen informes técnicos que sustenten los montos ni documentación que avale qué títulos se abonaron. Argentina además pagó 250 millones en honorarios de los abogados de Singer.

Durante 2016 y 2017, JP Morgan encabezó el ranking de colocadores de deuda, con más de 2.300 millones en colocaciones. Jamie Dimon, CEO desde 2004, se mostraba "fascinado con Mauricio Macri". Pero ante el primer indicio de sangre transmutó en lobo de Wall Street. 

Hoy un juramento, mañana una traición

JP Morgan recomendó inversiones en Argentina durante todo 2017. En la primera semana de abril de 2018, un informe interno aún recomendaba posiciones en pesos y Lebac. El 25 de abril, a las 11:15 de la mañana, la mesa de dinero del Banco Central recibió una orden: venta de más de 800 millones de dólares en Lebac y compra inmediata de divisas. La orden provenía de JP Morgan.

Según el periodista especializado en finanzas Carlos Burgueño, "la decisión de aceptar la operación fue consultada con Mauricio Macri, que autorizó la salida de los dólares del BCRA". Ese día, el Banco Central vendió 1.472 millones de reservas. No alcanzó. El dólar, que cotizaba a 20,50 pesos, comenzó una escalada imparable. Semanas después, JP Morgan distribuyó un informe cuestionando al gobierno. Burgueño tituló su crónica del aniversario: "La traición del JP Morgan".

El gobierno terminó pidiendo un préstamo récord al FMI: 57.000 millones (desembolsos por 45.000 millones). El PIB cayó 2% en 2018 después de haber crecido 2,9% en 2017. El riesgo país trepó de 403 puntos a más de 4.000. JP Morgan había ganado con el carry trade y se retiró justo a tiempo.

El patrón se repite con Milei. El equipo económico del gobierno argentino replica el esquema de Macri con precisión quirúrgica: Luis Caputo (ministro de Economía), Santiago Bausili (presidente del BCRA), Pablo Quirno (ahora Canciller), Vladimir Werning (vicepresidente del BCRA), José Luis Daza (viceministro) y Demian Reidel (presidente de Nucleoeléctrica). Todos exempleados de JP Morgan proveyendo negocios frescos al banco que los incubó.

El banco es un pilar indispensable del carry trade. Desde sus informes promovió el ingreso de capitales especulativos a través de Lecap, columna vertebral de la timba mileísta. Según fuentes del mercado, el propio banco anotó un récord de renta: compró Lecaps a 129,38 pesos, vendió a 139,80, y obtuvo 10,4% en dólares en 70 días.

El 27 de junio pasado, sin embaro, el JP Morgan pegó el volantazo con su informe "Tomándose un respiro", donde recomendó salir de las inversiones en pesos. El banco sacó aproximadamente 1.000 millones del mercado en una semana. Aplicado, Caputo estimuló la corrida en redes: "Comprá, no te la pierdas campeón". El dólar comenzó a escalar, las Lecap se desplomaron.

En octubre, con las elecciones a la vista y el peso debilitado un 21% en cuatro meses, se desplegó la operación de rescate. Estados Unidos gastó entre 1.400 y 1.700 millones de dólares comprando pesos argentinos para sostener artificialmente el tipo de cambio, según estimaciones de operadores del mercado. El secretario del Tesoro Scott Bessent, otro trader, coordinó la operación.

El 22 de octubre —un día antes de la llegada de Dimon a Buenos Aires— fue la jornada de mayor intervención. JPMorgan Chase y Citigroup actuaron como operadores principales, vendiendo entre 400 y 500 millones de dólares en nombre del Tesoro estadounidense. El peso rompió una racha de cinco días de pérdidas. El Banco Central argentino también intervino por primera vez en aproximadamente un mes.

La mañana del 25 de octubre, Caputo y Dimon sostuvieron un encuentro a solas. No trascendieron los temas tratados oficialmente, aunque se estima que abordaron las negociaciones que el gobierno mantiene con la entidad en busca de respaldo financiero para enfrentar la volatilidad. La tarde de ese mismo día, Milei se sumó al encuentro en el Museo Nacional de Arte Decorativo junto a un séquito de Morgan’s, entre los que destacó a Pablo Quirno como flamante canciller.

Quirno trabajó en JP Morgan entre 1999 y 2016 como director para América Latina. En 2017, siendo secretario de Finanzas bajo Caputo, firmó el "Bono del Siglo": emisión a 100 años con tasa elevada, concretada en secreto mediante conferencia telefónica con cuatro bancos. La Auditoría General lo cuestionó en 2021: "No existió una estrategia de financiamiento que justificara este tipo de emisiones". Su ex empleador, como otros especuladores VIP, sacaron provecho de la maniobra.

Ahora, desde Cancillería, manejará la política exterior. La diplomacia quedó subordinada a los intereses del banco que protagonizó cada gran crisis de deuda en cuatro décadas. La saga familiar completa el cuadro. Nieto de Avelino Quirno Lavalle, fundador del Partido Conservador Popular, Pablo encarna la continuidad de las élites. Su hijo Pablo Jr. fue subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales a los 26 años durante el macrismo, luego recaló en Brubank, autorizado como banca cuando su padre estaba en Finanzas. Otro hijo, Marcos, terminó en JP Morgan Estados Unidos. Otra garantía de continuidad.

Dimon usó varias veces la palabra “garantía” en su paso por Buenos Aires. La mencionó en privado a Milei y Caputo, pero también en público, en un zoom con Ejecutivos del banco a nivel global donde llenó de elogios al presidente argentino.  "¿Dónde está mi motosierra?" gritó en un pico de euforia, luego de comparar a los burócratas públicos con "parásitos". 
Las garantías -que se mantienen en secreto- son parte de los costos de la estafa en curso. Nadie regala la fortuna que Bessent y su banca aliada quemaron para mantener el dólar barato en vísperas electorales. Es una "inversión" para ganar tiempo mientras drenan los dólares del Tesoro argentino para fondear la fuga que vendrá. El patrón es idéntico al de 2018: JP Morgan sostiene el tipo de cambio artificialmente mientras acumula posiciones, luego recomienda la salida y desata la corrida. Esta vez, con el Tesoro estadounidense como socio explícito.

Como ocurrió hace un siglo y medio, JP Morgan estructura un nuevo "salvataje": un repo de 20.000 millones para renovar vencimientos y un "Canje por Educación" para recomprar deuda soberana y emitir nuevos empréstitos con participación de organismos internacionales. Sumados, los 40.000 millones que anunció Milei. El banco cobrará comisiones por ambas operaciones. 

La maniobra transcurre a cielo abierto: el Tesoro de Bessent sostiene artificialmente el tipo de cambio gastando entre 1.400 y 1.700 millones para evitar la corrida preelectoral. Mientras tanto, JP Morgan estructura la deuda por 40.000 millones que Argentina contraerá para pagar vencimientos y compromisos. El swap de 20.000 millones con Estados Unidos se presenta como "apoyo", pero en los hechos es parte del mecanismo que permitirá la salida de capitales una vez que el banco dé la señal. Es el patrón habitual: sostener, endeudar, fugarse.

Como tituló un multimedio cliente del banco: “Total normalidad”.