La estrategia china para frenar el dominio de Trump sobre Milei

La diplomacia de Xi Jinping se preparó con antelación para enfrentar la ofensiva arancelaria y la disputa en la región. El contraste entre gigantes, la política de replicar sin escalar y el riesgo de jugar con el perdedor.

16 de abril, 2025 | 00.05

La visita relámpago de Scott Bessent en medio de la guerra comercial y la respuesta de la embajada china confirman un dato que Javier Milei decidió no usar a su favor: Argentina es un país importante. Por su ubicación estratégica en el Atlántico Sur y por sus recursos naturales, Estados Unidos, China y también las empresas de los países europeos le dan a la Argentina más relevancia de la que le dan muchos de sus habitantes, entre ellos el actual presidente.

Trump envió al secretario del Tesoro para escenificar un respaldo clave para el gobierno de La Libertad Avanza, un experimento inédito y riesgoso, que está demasiado identificado con la internacional trumpista como para terminar mal. Si algo no quiere Trump es que Milei complique con un final traumático su propia performance global. 

Las formas diplomáticas de Bessent no impidieron que el ex directivo de las empresas de George Soros le advirtiera a Milei sobre lo mismo que había señalado el belicoso Mauricio Claver Carone: la necesidad de cancelar el swap con China. Lo nuevo, sin embargo, fue la respuesta de la embajada china en Buenos Aires, que le reclamó a Estados Unidos que “ajuste su mentalidad” e intente “desintoxicar su mente” en lugar de atacar a China e interferir en su relación con los países de la región. Tal vez sea un pedido excesivo porque Trump no exhibe la plasticidad necesaria para semejante operación. 

El comunicado chino dejó en claro la jugada del gigante asiático, que se presenta a sí mismo como un país que acompaña a otros -especialmente a los del sur global- en su camino hacia el desarrollo y “sin imponer ningún condicionamiento político”. Es un contraste evidente con un Estados Unidos que apela a las amenazas ante diferentes países a los que no controla como quisiera. 

En una nota publicada en Asia Times, Juan Tokatlian marcó el anacronismo de la doctrina Monroe que hoy intenta desplegar Trump. “Durante la Guerra Fría, Estados Unidos desplegó múltiples recursos (inversión, ayuda, comercio) en la zona para obtener compromisos anticomunistas a nivel diplomático, militar y material. Hoy, en relación con China, Estados Unidos proporciona muchos menos recursos, pero exige más compromisos”, escribió.

La contraofensiva es parte de un movimiento que China decidió hacer en las últimas semanas, en todos los niveles y en todos los países, en respuesta a la guerra arancelaria que lanzó Trump. En el mundo de la diplomacia sostienen que no es una reacción intempestiva sino una estrategia que fue estudiada durante más de un año, desde que Trump se lanzó como candidato a presidente y empezó a arrasar en las primarias republicanas. “Los chinos estaban preparados para varios escenarios y desde hace mucho”, le dijo a El Destape una fuente de Cancillería que conoce bien al interlocutor. Principal socio de la mayor parte de los países de la región y con un superávit comercial que contrasta con el déficit que afecta a Estados Unidos, China hoy lleva la delantera en muchos rubros de la carrera tecnológica, tal como lo confirmó el lanzamiento de Deep Seek en Inteligencia Artificial. La asimetriá y el contraste son notables.

En una versión tardía de las relaciones carnales, Milei sobreactúa su alineamiento con Trump. Es un noventismo out of context porque, 30 años después, la situación global es muy distinta a la del fin de la guerra fría. Hoy el contexto es el de la competencia geopolítica global entre Estados Unidos, China y la Unión Europea por el acceso a los minerales críticos que son necesarios para la transición energética y tiene a grandes compañías de todo el planeta con los ojos en Argentina. En un tablero en el que se intenta dejar atrás una matriz energética basada en hidrocarburos para pasar a otra basada en electricidad y energías limpias. Eso aumenta la demanda de minerales como el litio, el níquel, el cobre, el cobalto y las tierras raras. Ciego en su obstinación, Milei no es el único que desaprovecha oportunidades y está dispuesto a rifar con el RIGI recursos estratégicos y no renovables. También muchos gobernadores, que no hacen valer los recursos de sus provincias y se (los) regalan.

En un aparente cambio de roles, China defiende la globalización que ahora Trump impugna. Para el historiador y sinólogo Francisco Taiana, la respuesta de China es clara: retaliación y firmeza, pero sin escalar en la confrontación. “El mensaje que están enviando es claro. Nosotros no empezamos esta disputa ni la queremos”, dice. Taiana considera que, por historia y complementariedad, Argentina debería ser el socio natural de China en la región. Sin embargo, Trump también quiere tener a Milei como interlocutor en el sur de un continente donde no le sobran aliados. Ni en Brasil, ni en Chile, ni en Uruguay, ni en Colombia, ni en México. La influencia del presidente norteamericano sobre el argentino también se puede advertir en un dato reciente: Milei dejó de amenazar con irse del Mercosur y ahora busca traficar los intereses de Estados Unidos dentro del bloque. 

A Xi Jinping le interesa particularmente Argentina y por eso envió en 2023 a Buenos Aires a Wang Wei, un embajador que habla perfecto español y suele sintonizar bien con sus interlocutores. Pero a Milei no se esmera en mantener una posición equidistante en la disputa global. Si hasta hoy se desvivió con gestos de alineamiento incondicional con respecto a Trump, después del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el salvataje de 20 mil millones de dólares que tuvo a Trump como actor decisivo, cualquier toma de distancia ahora le resulta directamente imposible. Es paradójico, porque todavía hoy el peso de los yuanes en las reservas del Banco Central es crucial. 

La inclinación de Milei es indudable. La visita del presidente argentino a Beijing, que en 2024 se proyectaba para este abril, no quedó descartada pero se pospuso para fin de año, tal como contó Jonathan Heguier en El Destape. Tampoco se habló más de la posibilidad de que la hermana del presidente viaje a China. El único contacto que tuvieron Jinping y Milei fue en noviembre pasado en la cumbre del G20 en Río de Janeiro. En cambio, desde que llegó a la Casa Rosada, el líder de La Libertad Avanza viajó 21 veces al exterior y en 10 decidió volar a Estados Unidos. En tres de esas oportunidades, consiguió tener una foto con Trump. Lo que no consiguió fue ser recibido en la Casa Blanca, como sucedió con Bukele este lunes. 

Entregado a la autocelebración y reiterativo en su pretensión de hacer historia, Milei no quiere ver que los chinos tienen otra lógica y otros tiempos. El riesgo que el libertario no contempla es que, en medio de una batalla global de largo aliento, su fervor ideológico lo ubique del lado del perdedor.