Milei y Estados Unidos: sometimiento voluntario y ¿qué viene después?

24 de julio, 2025 | 09.50

Hacen una pareja perfecta. De un lado, el gobierno de Estados Unidos más desembozadamente intervencionista en el continente americano desde el final de la guerra fría. Del otro, el presidente argentino con más vocación colonial de Rivadavia para acá. En el medio, un país a la deriva, en el que ni la economía, ni la política, ni la sociedad dan muestras de salida de una sucesión de crisis permanentes que degradan la vida de sus habitantes desde hace una década. El escenario se completa con el desprecio por la democracia que comparten Donald Trump y Javier Milei y echan un manto de duda sobre la continuidad institucional en el mediano plazo para los dos países.

Las declaraciones del designado embajador en Buenos Aires, Peter Lamelas, sirven en principio para desterrar para siempre el involucramiento directo del Departamento de Estado en la política argentina (entre tantas) del terreno de las teorías conspirativas. No sólo existe: esa clase de intervención, donde la diplomacia, el espionaje, los negocios y la corrupción se entremezclan hasta que no es posible diferenciar una cosa de la otra, es el manual de procedimientos habitual, compartido por demócratas y republicanos, como quedó claro en la audiencia de Lamelas ante el Senado norteamericano, que no encontró en sus planes nada tachable o impropio. La diferencia es que Trump acelera.

A fines de abril, después de haber desembolsado 12 mil millones de dólares difíciles de explicar en las arcas argentinas, la titular del FMI, Krystalina Georgieva, pidió que “la Argentina mantenga el rumbo” después de las elecciones. “Es muy importante que la voluntad de cambio no se descarrile”, dijo. Unos días antes, el secretario del Tesoro de Trump, Scott Bessent, que había hecho una visita relámpago a la Casa Rosada también difícil de explicar, aseguró que el gobierno norteamericano rescataría a Milei si el dinero del Fondo no fuera suficiente. Lamelas en su audiencia insistió: “Tenemos que seguir apoyando a la presidencia de Milei durante las elecciones de mitad de mandato y hasta el próximo período”. El plan está claro.

Las razones por las que Estados Unidos está interesado en sostener a Milei son claras: tiene intereses estratégicos en una región donde encuentra pocos interlocutores afines y difícilmente encuentre una contraparte más dispuesto a colaborar. Los términos públicos de la relación no permiten hablar de alianza estratégica. Es un sometimiento voluntario. La pregunta en todo caso es cuánto vale eso para Trump y qué está dispuesto a hacer para no perderlo, en un contexto en el que el futuro económico y político del gobierno argentino se llena de dudas. La plata no alcanza. Si los 12 mil millones del FMI no pudieron frenar el deterioro, ninguna cantidad va a poder hacerlo. ¿Entonces, qué viene después?

En noviembre de 2020, Trump perdió la elección contra Joe Biden. Primero intentó hacer fraude. Después denunció que su rival hizo fraude. Por último, como nada de eso funcionó, intentó dar un golpe de Estado. En octubre de 2022, Bolsonaro perdió la elección contra Lula. Primero intentó hacer fraude. Después denunció que su rival hizo fraude. Por último, como nada de eso funcionó, intentó dar un golpe de Estado. El aparato de comunicación del gobierno de Milei empezó esta semana a instalar con insistencia que el peronismo va a hacer fraude en estas elecciones. La semana pasada, Jonathan Heguier informó en El Destape que la SIDE va a mudar algunas de sus oficinas al edificio contiguo a la Cámara Nacional Electoral. ¿Entonces, qué viene después?