Cecilia Pando dice que ella fue la que le presentó a Alfredo Astiz y a Alberto “El Gato” Gonzalez, el represor que integraba el grupo de tareas que comandaba Jorge “El Tigre” Acosta. Condenado por delitos sexuales contra Silvia Labayru, la protagonista del libro “La Llamada”, “El Gato" González escribió un libro con Victoria Villarruel y es señalado como su mentor político. El marido de Pando, el mayor Pedro Mercado, recuerda que una de las tareas de la actual vicepresidenta era llevar chicos de colegio secundario a la casa de Jorge Rafael Videla y que funcionaba como puente con el dictador que comandó el proceso de exterminio masivo en la Argentina. Gracias a ella, Mercado visitó a Videla durante dos horas y llevó a su hijo más grande, que estudiaba Ciencias Políticas, para que lo conociera. Villarruel tenía un vínculo estrecho con Alicia Hartridge Lacoste, la mujer de Videla. Vicente Massot, el primer periodista imputado por delitos de lesa humanidad, cuenta que él y el hijo de José Alfredo Martinez de Hoz la descubrieron y la proyectaron como la voz perfecta para confrontar con los organismos de derechos humanos. La información aparece en el libro “La Generala”, la investigación que la periodista Emilia Delfino hizo en base a 60 entrevistas y el cruce de expedientes judiciales, documentos y archivos.
El libro de Delfino cuenta que fue Miguel Angel Toma el que, durante la campaña 2023, sentó a la ahora presidenta del Senado con la delegación de la CIA y da cuenta de un diálogo que incluyó temas esenciales, entre ellos la necesidad de levantar un puerto austral en Tierra del Fuego. Muestra además el apoyo político y económico que Villarruel recibió durante su ascenso político por parte de un grupo de abogados que conectan a la dictadura con el poder económico local. Desde Máximo Julio Fonrouge, socio de Cassagne Abogados; Alejandro Fargosi y el jurista Horacio Adolfo García Belsunce hasta Jorge Luis Pérez Alati, socio de Mariano Grondona hijo y Eugenio Carlos José Aramburu. Todos ellos se comprometieron de diferentes maneras para promover el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv). Y con ese grupo también colaboró Julio Cesar Saguier, el hombre fuerte de La Nación con el que Villarruel también coincidió en la campaña contra el pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema. Era una batalla en la que los dos sintonizaban con la prédica de Mauricio Macri, otro de los humillados por Milei.
Recién llegado a la política, Javier Milei cree que puede aplastar una biografía como la de Villarruel sin pagar costos. Tal vez, la esté subestimando, a ella y a las fuerzas que pueden girar a su alrededor si todo lo que marcha acorde al plan empieza a fallar.
El presidente, su hermana y su grupo de colaboradores más estrechos eligieron a la vice como culpable de una paliza política que la excede. Aunque tiene un proyecto político propio y aliados que están agazapados para dar el salto, Villarruel no fue la responsable de la derrota múltiple de La Libertad Avanza en el Senado. Milei lo sabe, pero en su permanente fuga hacia adelante no mide los costos. Lo nuevo es que Villarruel decidió responder por primera vez en un cruce de acusaciones con Patricia Bullrich y un ataque directo a las prioridades de un gobierno que invierte en los servicios de inteligencia y en los viajes de autopromoción del presidente. La artillería de la Casa Rosada y sus canales amigos ahora profundiza su avanzada contra la vicepresidenta.
Asesorada por un grupo en el que ahora confluyen el publicista Mario Russo y la diputada Claudia Rucci, Villarruel tiene por delante un desfiladero estrecho. Le quedan dos años largos en el cargo y puede ensayar distintas alternativas, ninguna demasiado agradable. La vicepresidenta puede emular a Carlos “Chacho” Alvarez y renunciar con algún tipo de argumento que asuma la imposibilidad de convivir con alguien que pasó de ubicarla como parte de la casta a señalarla abiertamente como traidora. Puede seguir el sendero de Julio Cobos que se marchitó después del voto no positivo y dedicarse a hibernar hasta 2027, en una posición por completo testimonial, que le impediría después reconstruir su carrera política. O puede sostener un enfrentamiento, a la espera de que el dólar siga subiendo y el gobierno se desgaste.
Villarruel repite su compromiso institucional pero está en un lugar expectante y ya anticipó que no se va a dejar atropellar. La variante que algunos analizan como la menos probable es, tal vez, la más peligrosa, la posibilidad de que Villarruel funcione como el vértice de una ofensiva que la ubique en el lugar que Michel Temer ocupó hace casi 10 años en Brasil, cuando el llamado Centrao se plegó al impeachment y puso un temprano fin al gobierno de Dilma Rousseff. El contexto y las tradiciones son distintas. Rousseff iba por su segundo mandato y la alianza entre el PT y el MDB reunía a actores de otro tipo. Pero fue el centro el que definió la suerte de la sucesora de Lula y dio un golpe institucional. La semana pasada, fueron los gobernadores aliados los que decidieron hacerle primero el vacío a Milei y después soltarle la mano en el Senado. Si los fantasmas de la crisis que rodean al experimento libertario desde que comenzó empiezan a ganar cuerpo y la falta de dólares impacta en la estabilidad del gobierno, la suerte de Villarruel puede ser la misma que la del presidente. De eso, dicen, se encargaría la hermana Karina, que la aborrece. Sin embargo, Villarruel cree tener una ventaja decisiva: las denuncias de corrupción y escandálos como los de Libra, de momento, no la rozan.
Milie y Villarruel son los nombres de una confluencia inédita entre distintas cepas de la gran familia de derecha en Argentina. El ex panelista es un outsider apadrinado por el poder económico que emergió de las ruinas del sistema político y reina en el caos de las nuevas subjetividades. Villlaruel tiene arraigo en la historia argentina, en el universo que se abre entre el nacionalismo, el partido militar y los sectores ultraconservadores de la Iglesia Católica. Como lo hizo explícito en su cuenta de Instagram, Villarruel está convencida de que sumó votos decisivos para la victoria de Milei en 2023 y cree que el resultado hubiera sido distinto si el ahora presidente elegía a una candidata de su entorno como Lilia Lemoine. En eso se parece más a Chacho que a Cobos. Pero los que conocen su personalidad dicen que jamás seguiría los pasos de antecesores de ese tipo. Por eso, apunta a resistir y tejer alianzas con sectores del peronismo de derecha. Es más proclive a hacer política y buscar acuerdos que los hermanos de gobierno. Su historia indica que no es de resignarse fácil y siempre está planeando su revancha.