Como nunca, Mauricio Macri participó de principio a fin y fue la cara central de la campaña porteña. Por ello, el ex presidente recibe el reconocimiento de los dirigentes de su partido y el balance, en lo individual, no es malo. Con la guerra declarada en la CABA, ve difícil un acuerdo en la provincia.
Son varios los factores que impulsan al macrismo a destacar la figura del presidente del partido. En principio, tres centrales: el caminar por la calle sin consecuencias negativas de magnitud; el hacerse cargo de lo que piensa, sin intermediarios; y el compromiso puesto para reflotar las chances electorales de su partido.
A Macri siempre se le cuestionó el trabajo part time en el mundo de la política. Pero en esta campaña echó por tierra esos señalamientos. Dos ejemplos muy claros, además de sus constantes participaciones en recorridas, entrevistas y afiches: cuando arrancó con las visitas en Buenos Aires, pasó por Tandil y volvió a la Ciudad para caminar, en el turno tarde, con su candidata. Este jueves sucedió algo similar, ya que regresó de un encuentro de la FIFA en Paraguay para participar del cierre de campaña. No hubiera sucedido en otro momento.
Pero también se hizo cargo de sus críticas a Javier Milei que, a interpretación del mundo Macri, no son para nada superficiales. En especial aquella en la que acusó al jefe de Estado de alucinar. Esas diferencias, que se profundizan a la hora de pensar la política internacional, la relación con la prensa y el funcionamiento de instituciones parlamentarias y de control, no empañan, sin embargo, la convicción amarilla de acompañar el rumbo económico. Por fuera de lo macro, que para el entorno del ex presidente está dando resultados, la gestión se describió como desastrosa y con alto nivel de desconocimiento.
Por eso, en el último tiempo se profundizó mucho en la identidad PRO. En el cierre de campaña se destacó la pureza amarilla, una recuperación a la que están apuntando todos los partidos políticos. En esa misión, para Macri, como ya repitió varias veces, los dirigentes que podían ser comprados ya se fueron y quedaron los valiosos que “le reconocen todo el tiempo” el esfuerzo de estos meses de campaña.
En la Ciudad, donde los pronósticos no ayudan al optimismo, ya hay un argumento salvavidas ante una posible derrota. “No perdés CABA, esa elección es en 2027”. Aún después de un mal resultado, el 10 de diciembre seguirá gobernando el PRO, y ese es el concepto que se buscará sostener teniendo en cuenta que el verdadero desafío llegará en dos años.
Para ello, recurren a los datos históricos. Casa Tres, de Mora Jozami, recopiló los resultados de las últimas elecciones, desde el 2009 al 2023 y una celebración en las de medio término no son garantía de nada.
En 2009, la oposición al kirchnerismo triunfó en las urnas, pero en 2011 ganó Cristina Kirchner con el 54% de los votos y fue reelecta. En 2013, el Frente para la Victoria se llevó el primer puesto en los comicios de medio término y en 2015 también lo hizo con los Ejecutivos, pero perdió en el balotaje y cambió el signo político gobernante.
En 2017, triunfó el oficialismo de Mauricio Macri pero en 2019 fracasó en las elecciones presidenciales. En 2021 la oposición ganó las legislativas y, si bien perdió las generales ejecutivas del 2023, se alzó con la victoria en el balotaje.
Por eso, para el macrismo “perder una elección legislativa no es el comienzo ni el final de nada, no es tan lineal”.
El PRO tendrá tres desafíos en poco tiempo. Por un lado, tener una performance decente en las elecciones porteñas. Por el otro, en caso de no triunfar, sacarle jugo a la retórica y desdramatizar con estos argumentos. Finalmente, encarar una negociación en Buenos Aires con un espacio libertario que, según el resultado, tendrá el ego grande o muy grande, dificultando cualquier charla.
Desde el sector violeta se aseguró que la relación con el PRO sigue igual y que hay voluntad de lograr acuerdos pese a lo que ocurre en la CABA. Para el macrismo de Macri, “hoy un acuerdo en con LLA es inviable”. El encargado de negociar es Cristian Ritondo, que estuvo cantando en favor de los amarillos en el cierre de campaña porteña.
Lo cierto es que Macri, desde el año pasado, cuando todavía había buen vínculo con el gobierno, sabía que iba a competir en la Ciudad. Por lo tanto, habría que prestarle atención a su lectura, aunque no sea el encargado del pacto.