Uno de los puntos en los que no logran ponerse de acuerdo el PRO y La Libertad Avanza a la hora de pensar un acuerdo en Buenos Aires es matemático. Otro de los puntos es, decididamente, existencial. El gobierno nacional le ofrece al macrismo menos bancas de las que los amarillos estarían dispuestos a aceptar, pero la cifra no es tan lejana y, como si fuera una paritaria, la discusión todavía está abierta.
En la reunión que Mauricio Macri mantuvo con referentes de la quinta sección electoral, el ex presidente reconoció su voluntad de llegar a un acuerdo institucional pero advirtió que, del otro lado, no parecieran colaborar. “Te ofrecen que pasen cinco o seis personas, parece una conversación de sordos”, resumió el jefe del PRO nacional. No es un debate menor, ya que su resultado determinará si habrá alianza o simple presencia de nombres amarillos.
En esa discusión entre sordos el macrismo pidió, para la categoría nacional, cuatro lugares expectantes pero el gobierno ofrece tres. De lograr el número deseado, podrían repartirse así los renglones: uno para Diego Santilli, dos nombres de Cristian Ritondo y uno de los Macri (Jorge y Mauricio). Este año, el PRO pondrá en juego siete bancas bonaerenses, por lo que se tratará de una carrera de supervivencia y no de ganancia.
Para los macristas, el organigrama de las elecciones bonaerenses suma una complejidad más. Al tener tan pegadas las elecciones nacionales y provinciales, los acuerdos deberían cerrarse casi sobre la misma mesa. De ir juntos en unas, ir juntos en otras. Y, por ende, repartir lugares que contemplen, entre ambos comicios, un equilibrio.
Más fuertes que los libertarios en lo territorial, el PRO puede pedir – o puede ver que le ofrecen – una gran representación en las boletas distritales para luego dejarlos con gusto a poco en las nacionales. Esta es parte de la letra chica que, en un estadío más avanzado de la negociación, deberán abordar para que el potencial acuerdo no deje a nadie pedaleando en el aire. Si es que eso es posible.
La gran pregunta es qué tiene para ofrecer el PRO que pueda tentar a los libertarios que, según dijo alguien que quiere acordar con ellos, no manejan la misma lógica de negociación que los amarillos. En principio, estructura, fiscales e intendentes que empujan la boleta en sus distritos. Pero también previsibilidad.
El macrismo le funcionó, al gobierno, como aliado incondicional en el Congreso. Un factor que, entienden, los diferencia incluso de la UCR que mostró varios saltos pero que deslizó objeciones frente a temas sensibles.
En las filas amarillas nada es color de rosas. “En algún momento, ruptura va a haber”, dijo un referente. Según anticipó, habrá dirigentes que decidan acordar con La Libertad Avanza y otros, los menos, que apuesten por ir en soledad en sus municipios. En ese escenario, cabe preguntarse quién se quedará con el sello del partido.
Por lo pronto, el miércoles Mauricio les pidió encarar la negociación desde una perspectiva lógica porque, para él, no es lo mismo acordar en los municipios en los que gobierna el kirchnerismo que en los que lo hace el PRO. “Si no, tendremos que hacer la mejor peor elección posible”, sostuvo y les pidió “dignidad, entereza y salir a la cancha si no hacemos un acuerdo”.
Los acuerdistas, sin embargo, están confiados y consideran tener los votos dentro de la Asamblea del PRO bonaerense para hacer las alianzas que consideren mejor. Pero sin apurarse, como se le cuestionó a Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, esta semana, o el radical con peluca, Martín Arjol, que en Misiones no pudo ingresar – él y los suyos – ni en las listas de la UCR ni en la libertaria. O como Patricia Bullrich, que se quedó con el quinto candidato en CABA y no más.
En la amplia pretensión, manifiesta esta semana por el PRO, de construir un gran frente electoral que no solo se limite al macrismo y La Libertad Avanza ingresan las charlas con la UCR. “El problema con los radicales y con la Coalición Cívica es que los pagábamos como si valieran”, bromeó un dirigente sobre la experiencia de Juntos por el Cambio.
En este tiempo, el macrismo no contabilizará como propios a los dirigentes boina blanca de las listas, si es que llegaran a integrarlas. Bajo esa lectura, la renovación de Gerardo Milman – actualmente en el bloque PRO de Diputados – debería serle cobrada a los violeta, por ser alguien de Patricia Bullrich.
La UCR todavía no pudo reunir a su tropa nacional para sentar una posición testimonial sobre las alianzas con el gobierno. La Convención, que iba a celebrarse este viernes, se suspendió a pedido de las provincias que tienen procesos electorales abiertos. Prácticamente no hay mes sin comicios legislativos o problemas organizativos internos (como el de Buenos Aires), dificultando los traslados a la CABA.
La Convención no tiene facultades para decidir sobre las alianzas locales, que son las que van a pujar en cada distrito. Dado que la de este año no será una elección presidencial, la fecha de la reunión de delegados simplemente se determinó por consenso y muchos convencionales y muchas provincias manifestaron problemas para poder asistir. Por eso, el Comité decidió posponerla.
Más allá de la postergación, según confió un dirigente radical, ya estaba prácticamente cocinado que de la reunión iba a salir un documento crítico a las políticas nacionales (aunque no de forma unánime), pero con la estrategia electoral de otorgar libertad de acción a las provincias.
La UCR ya mostró muchas diferencias a la hora de encarar alianzas. En la CABA, se optó por no ver ni de cerca a los libertarios; en Corrientes el gobernador Gustavo Valdés quiere intentar un acuerdo con la Casa Rosada, aunque por ahora sin éxito. El que lo logró fue Leandro Zdero, de Chaco, que irá junto a los libertarios. En Misiones los caminos serán diferentes, al igual que en San Luis y posiblemente en Mendoza. En La Pampa tampoco parecieran encarar el mismo sendero, aunque el PRO quiera ampliar la alianza y atraer a los violeta. Buenos Aires es uno de los grandes desafíos.