Un poder diseñado para sobrevivir a Francisco

El Papa argentino relegitimó a una institución en crisis y edificó una autoridad política que fuera capaz de sobrevivirlo. La batalla inclaudicable contra el dios mercado, las claves de su construcción y el desafío del día después.

21 de abril, 2025 | 22.16

Durante su estadía en el Vaticano, el argentino Jorge Bergoglio sacó a la Iglesia Católica de la crisis fenomenal en la que estaba hundida. Con el manual de los jesuitas y el liderazgo de multitudes, relegitimó a una institución opresiva y cerrada sobre sí misma, que había tenido en Joseph Ratzinger al exponente más nítido de una tradición que se moría. Dejó a un lado el lujo vaticano, recorrió decenas de miles de kilómetros, escribió tres encíclicas y llevó a la Iglesia a una apertura nunca antes imaginada. 

En paralelo, edificó un poder en base a símbolos, a gestos y a mensajes que iban a contramano de su tiempo: contra el mercado divinizado, la política del descarte, la globalización, la guerra y la destrucción del medio ambiente. Un poder que no se mantuvo en estado gaseoso sino que adoptó una forma concreta, con cada puesto de la jerarquía católica que Francisco decidió ocupar en el Vaticano y en cada rincón del planeta donde la Iglesia tiene representación. 

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Conciente de su finitud, Francisco supo aprovechar su temporada en Roma y construyó un poder para el día después. Casi el 80% de los 138 cardenales que están habilitados para designar sucesor fueron elegidos por el Papa argentino, después de un proceso de cuidada selección. Entre ellos cuatro argentinos entre los que se destaca Victor “Tucho” Fernández, el ex rector de la UCA y ex Arzobispo de La Plata que el Papa se llevó a Roma como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. La intención es que el cambio que Bergoglio lideró no expire con el tiempo biológico del jefe que lo instauró. 

Pero además Francisco nunca descuidó tampoco su país ni la Iglesia Argentina. Ya durante el gobierno de Mauricio Macri, le cambió la cara a la jerarquía eclesiástica y nombró a Oscar Ojea en lo más alto. En noviembre pasado, además, consolidó la renovación de autoridades y eligió como presidente del Episcopado Marcelo Colombo, un obispo de fuerte compromiso social y con una historia de defensa del medio ambiente. No solo eso. Hizo historia cuando encumbró en la cima de la Iglesia a dos curas villeros, Jose Maria García Cuerva, en Buenos Aires, y Gustavo Carrara, en Lomas de Zamora. La red de curas en la opción por los pobres que propagó desde su actuación en Buenos Aires se fortaleció durante su período como Papa. Todo lo pensó, desde el minuto cero, el jesuita que acaba de morir. 

Los que lo conocieron y compartieron con él gran parte de su vida dicen que se tomó el tiempo necesario para despedirse en la Plaza San Pedro, pero también para diseñar su propia sucesión. Esa fe, de los que creyeron en él como jefe y como religioso, es una corriente política, entrenada en la lucha por el poder, que se prepara para dar la pelea interna en los días por venir. Junto con la cofradía religiosa que organizó Francisco, queda también su legado. La prédica que Bergoglio llevó a lo más alto desde 2013: el ecumenismo, el rechazo a la guerra, el respeto a la diversidad y, una y otra vez, la prédica incansable contra el liberalismo económico.  

Ya en su primera encíclica, Evangelii Gaudium, Francisco llamó a decirle que no a una economía de la exclusión y la inequidad. “Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión”, escribió. Un texto donde el estratégico “Tucho” Fernández colaboró de manera muy estrecha, en contra de la teoría del derrame y de la libertad de mercado como dogma. “Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo (..) Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común”, dijo. También ahí cuestionó “la deuda y sus intereses”, que alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. Pocas consignas de mayor actualidad en la Argentina de 2025. 

Doce años después, sin resignar ninguno de sus postulados originales, avanzó en la crítica hacia el poder tecnológico y la tiranía del algoritmo. La última vez fue con el mensaje del Jubileo de la Comunicación, a fines de enero pasado, cuando pidió actuar para expulsar la “podredumbre cerebral”, el termino que el Diccionario de Oxford escogió como la palabra del año y es hijo de la adicción que provocan las redes sociales. “¿Dónde podemos encontrar la cura para esta enfermedad si no es trabajando juntos para capacitar, especialmente a los jóvenes? Necesitamos alfabetización mediática, para educarnos a nosotros mismos y a los demás en el pensamiento crítico, en la paciencia del discernimiento necesario para el conocimiento; y promover el crecimiento personal y la participación activa de cada individuo en el futuro de sus comunidades. Necesitamos empresarios valientes, ingenieros informáticos valientes, para que la belleza de la comunicación no se corrompa. Los grandes cambios no pueden ser el resultado de una multitud de mentes dormidas, sino que comienzan con la comunión de corazones iluminados”, afirmó. Ese poder, instituido y simbólico, encarnado en personas y multiplicado en consignas, es el que a partir de ahora se pone a prueba. Cuando Francisco ya no está.