Hace unos días, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, volvió a referirse a una candidatura de Patricia Bullrich. La definió como una “excelente” figura para ocupar una cabeza de lista en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, volvió a condicionar ese escenario a la decisión de la funcionaria. Días antes, el presidente Javier Milei le sacó una foto, despeinada, en pleno desayuno con un tópico central: el futuro del modelo libertario.
El dato que destacó Francos para referirse a Patricia fue el manejo de la seguridad, puntualmente el control de las calles y la ausencia de “piquetes”. Una batalla simbólica que Bullrich parece haberle ganado a Jorge Macri, que entregó gran parte de las calles porteñas a los operativos nacionales.
El descenso de la inflación y la seguridad son dos de los caballos de batalla del gobierno nacional, pero La Libertad Avanza sabe que no podrá vivir de eso para siempre. Por eso quiere candidatos leales en la Capital Federal. El proyecto Patricia senadora marcha viento en popa.
Después del acuerdo entre el PRO y LLA en Buenos Aires, lo más lógico sería arribar a un escenario similar del otro lado de la General Paz. De todos modos, los análisis sobre esta posibilidad no son todos iguales. Un dirigente lo vio imposible, otro lo vio completamente razonable. Para el primero, los violeta volverán a ir solos.
Lo cierto es que ambos consideraron que el PRO ya no tiene demasiado para ofrecer en CABA, al menos no en estas elecciones. Dado el resultado de los comicios del 11 de mayo, ninguno se vio tentado a ofrecerle más de un diputado nacional en una eventual lista de unidad entre violetas y amarillos.
Está más que claro que para el bullrichismo y La Libertad Avanza el PRO no va a conseguir ningún senador, bajo ningún escenario. Al haber sacado casi 16 puntos en las elecciones porteñas, quedando en tercer lugar, se espera que en las de octubre apenas pueda conseguir 7 puntos (según los pesimistas libertarios) o 10 (en una cuenta hecha por los ex socios bullrichistas).
Con esos números, el macrismo no tiene chances de pensar en una banca propia para la Cámara Alta y, por ende, ninguna posibilidad de soñar con conseguir una vacante en lista libertaria. Bajo esa ecuación, tampoco pareció tentador darles más que dos diputados. Incluso tal vez uno solo. Pero un par podría ser una opción decente. Uno de ellos en un lugar entrable asegurado y el otro listo para cortar clavos.
La CABA pondrá en juego 13 diputados nacionales, de los cuales siete ingresaron por la alianza de Juntos por el Cambio en 2021. Para renovar ese número, una eventual coalición entre el PRO y LLA debería conseguir en torno al 50% de los votos, número que se cree posible en un contexto de unidad.
Tanto libertarios como bullrichistas quieren, de llegar a este acuerdo, que los candidatos que formen parte de las listas sean leales al proyecto. No desean convivir con “extorsiones” por un voto. Es que saben que, para la gente, no será novedad la baja de la inflación y las demandas se tornarán mucho más complejas, haciendo necesario un ordenamiento parlamentario. Por lo tanto, si bien los violeta no elegirían los nombres amarillos, podrían vetarlos en caso de no cuadrar con sus objetivos.
De ir separados, para lograr meter dos legisladores propios, el PRO debería obtener cerca del 15% de los sufragios, más o menos lo que cosechó en las elecciones locales. Ni LLA ni el bullrichismo lo creen posible.
Una opción es que, también, se reedite Juntos por el Cambio y se avance con la sumatoria, para nada lineal, de los porcentajes obtenidos por cada espacio en mayo. Probablemente, de existir una opción intermedia, por fuera de los polos libertario y peronista, adopte una forma nueva. Pero es casi seguro que no repetirá la dispersión a la que se apostó en los comicios locales.