Lanzaron en la Argentina el método Kalulu de aprendizaje de la lectoescritura

Está basado en investigaciones de los últimos 15 años del gran neurocientífico francés Stanislas Dehaene y otros sobre cómo el cerebro vincula el lenguaje con su representación gráfica; todos los materiales son libres y gratuitos

27 de octubre, 2025 | 15.37

Nuestra inserción en la sociedad, acceso al conocimiento y logros académicos, e incluso el disfrute de la literatura, descansan en una destreza que adquirimos al iniciar nuestra vida escolar:  la lectura. Pero aunque resulta crucial, en suma, para nuestra realización como seres humanos, pruebas internacionales arrojan año a año resultados alarmantes: los jóvenes cada vez leen con más dificultad y, en muchos casos, no entienden lo que leen. Una iniciativa que acaba de lanzarse en la Argentina propone hacerlo de forma más rápida y eficaz con un método basado en la mejor evidencia científica disponible hasta el momento sobre cómo hace el cerebro humano para reconocer el o los lenguajes que adquiere desde que nace con el dibujo escrito de letras y palabras. Su nombre es “Kalulu”. Está basado en las investigaciones del gran neurocientífico francés Stanislas Dehaene y otros, y delineado paso a paso para que ese proceso pueda completarse mucho más rápido que con las herramientas tradicionales. 

Hace unos días se hizo la presentación formal en la Universidad Di Tella, con la presencia del propio Dehaene, y la participación presencial o remota de miles de maestros y maestras de todo el país. En esta primera etapa, se aplicará en un grupo de unos diez colegios; entre los que se cuenta el Maria Guadalupe, una institución de referencia.

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Al contrario de lo que ocurre con el método ‘global [centrado en el aprendizaje de palabras y frases completas, asociándolas con imágenes para comprender su significado, comenzando por unidades grandes y progresando hacia las partes más pequeñas como las sílabas y las letras], Kalulu va de los fonemas [el sonido de las unidades mínimas del código del lenguaje, las letras] a las palabras. “Muchos maestros y profesores están acostumbrados al método global –explica Dehaene–. Creo que es por la sensación de que uno puede eludir las dificultades, el esfuerzo, de descifrar letras e ir directamente a lo que es importante, que es entender lo que estás viendo. Pero esta es una idea errónea, por supuesto. No hay manera de ahorrarse el esfuerzo de comprender el código. Y hay algo más. Comprender el código no es suficiente, los chicos necesitan también automatizarlo. Así que el primer año es de decodificación, y el segundo y el tercer año son de automatización. Ese es también el momento de desarrollar el vocabulario del niño, algo que lleva mucho más tiempo. Empieza antes del colegio y dura hasta que la persona ya es joven. Pero la decodificación es indispensable”.

Dehaene y su equipo crearon un método preciso, explícito y detallado, con materiales que van guiando paso a paso a los docentes y a los alumnos, e incorpora todos los avances sobre la ciencia cognitiva de la lectura. Se viene aplicando desde hace alrededor de una década en Francia y más recientemente en otros países, como Brasil y Colombia. Todas las experiencias muestran que es muy eficiente.

¿En cuánto tiempo se espera que los chicos aprendan a leer con este método? “Depende de los idiomas –afirma Dehaene–. Kalulu requiere menos lecciones en español que en francés. Y la razón es simple: este último tiene un sistema ortográfico más complejo. Hay muchas combinaciones de letras que son excepciones, algo que no ocurre en español. Muy rápidamente tienes el código, la clave. De repente, puedes mirar esas marcas en el papel y darte cuenta de que representan el lenguaje”.

Y agrega el físico y también neurocientífico Andrés Rieznik,  investigador en el Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional, y docente de la Universidad Di Tella, que integra el equipo que coordina la iniciativa en la Argentina junto con Melina Vladisauskas, Agripina Sanchez Menta, Romina Curto y Julia Hermida: “En español, [la adquisición de la lectura] debería ser muy rápida, incluso en contextos de pobreza. Dado que el español tiene 24 fonemas, se pueden aprender fácilmente dos correspondencias de grafemas y dos fonemas en una semana. Así que después de 12 semanas ya cubriste lo necesario para leer en español”.

Kalulu nació en el laboratorio de Dehaene, la Unidad Inserm 562 "Neuroimagen cognitiva”, ubicado en las afueras de París. Empezó con un software para ayudar a los profesores, para que los alumnos practicaran al final de la clase. Pero muy rápidamente se generó un ciclo de experimentación y retroalimentación entre estos y científicos. Y luego los maestros pidieron más; entre otras cosas, quisieron instrucciones explícitas sobre qué hacer en el aula. Cassandra Pottier-Watkins, en Francia, Melina Vladisauskas y Rieznik, entre otros, diseñaron un conjunto completo de instrucciones para que los profesores lo aplicaran en clase. “Lamento decir que deberíamos haberlo sabido, pero lo que vimos es que la interacción personal con el profesor es absolutamente esencial para los niños –comenta Dehaene–. Ahora, el software pasó a ser algo periférico. Creo que es importante para la remediación [o alfabetización de adultos], para los padres. Pero lo fundamental son las lecciones reales”.

El “kit de Kalulu” comprende una guía pedagógica y videos tutoriales para maestros, y una serie de cuadernillos, juegos con letras y palabras, y una app para los chicos. “Algunos son juegos colaborativos en los que los chicos pueden corregirse entre sí. Es todo un ecosistema –destaca Dehaene–. El software también es una especie de juego, para unir diferentes letras y ver cómo suenan, y que los padres puedan complementar lo que hacen los profesores. En ese caso, se gana tiempo de aprendizaje porque uno tiene siete días a la semana, en lugar de cinco”. Todos los materiales son libres y gratuitos, y pueden descargarse aquí.

Andrés Rieznik (a la izquierda) y Stanislas Dehaene

Los resultados de ensayos controlados aleatorios arrojan mejoras en la decodificación y en la comprensión. “¿Por qué? Es simple –explica Dehaene–. Si tienes dificultades para decodificar, no puedes concentrarte en el mensaje del texto. Cada paso es difícil, ¿verdad? [Con Kalulu] la lectura se hace más fluida, transparente, se hace sin adivinar y así la comprensión mejora. Es fundamental que los profesores entiendan que leer no es adivinar. Una sola letra puede marcar una gran diferencia. Por eso, los niños necesitan saber que deben observar con mucha atención la palabra que tienen delante”. 

Maestros y profesores que conocen o empiezan a aplicar el método Kalulu se sorprenden gratamente. “Cuando les mostré los folletos y la estructura del método a familiares que son maestros, les encantó –comenta Rieznik–. Me dijeron: ‘Esto es lo que necesito’. Y me contaron incluso algo que no sabía: que es bueno para los chicos, porque hoy día están muy ansiosos. Con los libros habituales, uno no entiende mucho hacia dónde van. Mientras que con Kalulu queda muy claro: esta semana hacemos esto y la siguiente aquello, y eso ayuda a disminuir la ansiedad que sienten naturalmente”.

El equipo de Kalulu Argentina intenta empoderar a los docentes que desean enseñar de acuerdo con las mejores prácticas científicas. Quienes así lo deseen pueden acceder a los materiales y recibir asesoramiento. “Quisiéramos aleatorizar a los docentes o las escuelas para probar diferentes cosas –afirma Rieznik–. Por ejemplo, si es mejor que cada chico tenga un cuadernillo, o tal vez es mejor un cuadernillo cada dos niños. Ahora mismo, tenemos casi mil docentes que quieren participar de todas las provincias de Argentina, miles de psicopedagogos, y muchos padres que quieren usarlo con sus hijos”.

Otro aspecto igualmente importante es que los resultados del método pueden ser evaluado de forma sencilla. “Podemos medir la fluidez, es muy fácil –comenta Dehaene–. Puedes tener una lista de palabras o un texto breve, y ver cuántas lee el chico correctamente en un minuto. Es muy rápido y eficiente, permite ver las dificultades y graficar cada mes su progreso y trazar curvas de fluidez. Eso es muy tranquilizador para los maestros. Está en el espíritu del proyecto tener una herramienta para saber dónde se encuentran realmente. Y lo que vemos es que la mejora es más rápida”.

Y concluye: “Algo que me encanta es que logramos escribir un resumen muy breve, de 30 páginas, sobre la ciencia de la lectura para cualquiera que desee enseñar a leer. Y un punto fundamental: todo es gratis. Podemos hacerlo porque creamos una asociación sin fines de lucro. Kalulu es muy rápido, muy sencillo y permite enseñar a leer a cualquier niño. De hecho, esto es lo mejor que podés hacer por un niño. Si está en segundo grado y no lee, sentate con él media hora al día durante tres o cuatro meses y leerá. Es el mejor regalo que podés darle. Es más, un resultado muy bueno que observaron recientemente en Brasil es que los niños también mejoran significativamente en las preguntas de matemáticas justamente porque dominan mejor la lectura. Eso es muy importante y es algo que también encontramos en Francia, donde tenemos un sistema de evaluación nacional increíble (los escolares franceses se someten a pruebas al principio y a mediados del primer año, y al principio del segundo): las puntuaciones en lectura se correlacionan y predicen el progreso en matemática. Porque en matemática, claro, hay números, pero también problemas en los que tenés que leer, instrucciones. Cuando desarrollas ese tipo de pensamiento, tenés que saber cómo expresarlo. O sea que hay un vínculo muy importante entre leer, escribir, comprender el lenguaje y ser capaz de hacer operaciones lógicas. A los sistemas educativos les gusta oponer disciplinas. Dicen: ‘si estudias lengua, no estás aprendiendo matemática’. O ‘si estás ejercitando la lectura a primera vista, si estás decodificando, no estás entendiendo’. Pero no es cierto. Lo que muestra la ciencia de la lectura es que la decodificación y la comprensión van de la mano. Podría resumirse en una pequeña ecuación. La comprensión de materiales escritos es el producto de la decodificación de materiales escritos por la comprensión de materiales hablados. Necesitas tener el vocabulario hablado, pero, por supuesto, también tener el código. Y si uno de los dos es cero, fracasas. Si todo son jeroglíficos, quizá conozcas el idioma hablado, pero no sepas leer. Si conoces los caracteres, pero no el idioma hablado, el resultado también es cero. Necesitas tener ambos. Y al enseñar decodificación, estás desbloqueando significativamente la capacidad de aprender más palabras, incluso en matemática”.