La Noche de los Lápices: qué pasó el 16 de septiembre de 1976 en Argentina y qué reclamaban los estudiantes

Cada 16 de septiembre se cumplen 49 años de la Noche de los Lápices. El recuerdo de esos estudiantes secuestrados por reclamar un derecho básico sigue siendo bandera en las marchas de Memoria, Verdad y Justicia.

17 de septiembre, 2025 | 08.19

El 16 de septiembre de 1976, diez estudiantes secundarios de La Plata fueron secuestrados por la última dictadura cívico-militar. Reclamaban el Boleto Estudiantil y militaban en agrupaciones políticas. Seis de ellos siguen desaparecidos; cuatro sobrevivieron para contar lo que pasó.

A casi medio siglo, la historia vuelve a resonar en un presente en el que la palabra “libertad” es usada por sectores de la ultraderecha con una ligereza que contrasta con lo que significaba vivir bajo el terrorismo de Estado. En ese sentido, Emilce Moler, una de las sobrevivientes, advierte: “El pasado no pasó y de eso tenemos que hablar”.

Qué fue la Noche de los Lápices: qué pasó el 16 de septiembre de 1976

Entre el 9 y el 21 de septiembre de 1976, comandos militares y policiales secuestraron a diez jóvenes militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y de la Juventud Guevarista. Los adolescentes tenían entre 16 y 18 años. Seis de ellos fueron asesinados y continúan desaparecidos; cuatro sobrevivieron después de ser torturados.

Los nombres de las víctimas aún interpelan: Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro permanecen desaparecidos. Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler lograron sobrevivir y luego testimoniar en los juicios de lesa humanidad.

El reclamo que incomodó al poder

La mayoría de los secuestrados militaba en la UES. Un año antes habían impulsado ante el Ministerio de Obras Públicas un pedido por el Boleto Estudiantil, un beneficio para abaratar el transporte en medio de una crisis económica que golpeaba a las familias trabajadoras.

Ese reclamo, combinado con su militancia política, fue la excusa para que el régimen los catalogara como “enemigos internos”. Como explicó Moler, lo que se buscaba era disciplinar: “Hoy, los jóvenes y las jóvenes disfrutan de la libertad, de poder expresarse, de poder hablar, de marchar, de cantar, de pintar paredes, de pintar murales, de tener banderas y que nadie los estigmatice por eso y que no los priven de la libertad y mucho menos de la vida. Eso es una construcción democrática que supimos conseguir y no siempre estuvo dado.

En diálogo con El Destape Web, Moler rescata que la Argentina fue capaz de juzgar a los genocidas, algo que no sucedió en otros países como España, donde aún hoy los crímenes del franquismo siguen impunes. “No es lo mismo que los genocidas estén en la calle tomando un café a que estén condenados”, sostiene.

Aun así, advierte que los juicios avanzan lento y que las nuevas generaciones deben apropiarse de esta memoria colectiva: “Tenemos que lograr que ese pasado se resignifique en el presente y construya futuros horizontes”.

La Noche de los Lápices trascendió como emblema del terrorismo de Estado y quedó retratada en la película homónima de 1986, dirigida por Héctor Olivera, que fue vista por millones de jóvenes en escuelas y universidades. 

En 1998, la Legislatura porteña instauró el Día de los Derechos del Estudiante Secundario, que se conmemora cada 16 de septiembre. La fecha se mantiene como un recordatorio de que los lápices, como dijo alguna vez un sobreviviente, “siguen escribiendo”.