Dentro de la inmensidad de paisajes y actividades que pueden hacerse en el país, existe un tipo de turismo que pocos explotan pero que podría volver millonario a cualquiera: un viaje aurífero. Para quienes estén buscando una fortuna inesperada en medio de vacaciones, existe un río poco conocido en Argentina donde, si se busca pacientemente, se pueden hallar "pepitas" de oro.
El río en cuestión se encuentra en la provincia de San Luis, más precisamente en la ladera del cerro Tomolosta. Se trata del Río Amarillo, ubicado cerca del pueblo La Carolina , el sitio que se convirtió en un destino turístico singular donde se recuperó una tradición de más de 240 años: buscar oro en sus arenas. Al haber estado cerca de una importante mina, el río aún arrastra sus sedimentos y muchos turistas pueden llevarse pequeñas pepitas de oro como recuerdo de su paso por este tranquilo pueblo.
La experiencia es simple y accesible: con una pala, una fuente de madera (también llamada “sombrero chino”) y las explicaciones de un guía local, podés recolectar arena del río en zonas de acumulación. Luego se mueve la fuente con agua hasta que los sedimentos más livianos se evaporan o se lavan, dejando en el fondo pequeñas pepitas de oro de entre 17 y 22 quilates que podrían llegar a venderse por, al menos, $70.000 el gramo.
Aunque si bien ya no es tan fácil encontrar gran cantidad de pepitas, ya que el turismo y el paso del tiempo hicieron que el minera desapareciera, luego de una tarde de búsqueda se pueden obtener algunas unidades. El río aurífero fue descubierto por Don Tomás Lucero a fines del siglo XVIII y fundado oficialmente en 1792 por el Virrey Sobremonte, La Carolina nació a partir del hallazgo de oro en la zona. Desde entonces, sus aguas amarillas, color que adopta por la presencia de minerales oxidantes, conservan la leyenda de aquel primer hallazgo y hoy ofrecen a turistas la oportunidad de probar suerte, tal como lo hacían los mineros coloniales
Qué otras actividades hacer en La Carolina
Además del trabajo en el río, también es posible visitar la mina abandonada inglesa, construida en el siglo XIX. El recorrido incluye un túnel principal de unos 400 metros con galerías laterales, donde se mantienen estalactitas y restos de herramientas históricas. Se accede con casco, linterna y botas de goma, guiados por expertos que relatan historias mineras y detalles geológicos del lugar.
Por otro lado, el pueblo de La Carolina, con apenas 300 habitantes, fue reconocido por la OMT como uno de los mejores destinos turísticos por su encanto natural y cultural, por lo que también se puede visitar por unos días de calma y desconexión.