Tiene 95 años, fue considerado el oído de Perón y hasta formó parte de la estrategia para que devuelvan el cuerpo de Evita: "La vi y tenía un balazo en el pómulo"

De adolescente presenció la fundación del Partido Laborista y hoy continúa activo buscando su expansión más allá de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cómo se transformó en el oído de El General y qué hizo para que devuelvan los restos de Evita.

26 de julio, 2025 | 00.05

Enrique Basualdo vibró la política desde muy chico. De hecho, a los 8 años ya acompañaba a su padre a las asambleas en la Unión Ferroviaria, que le encantaban porque “siempre terminaban a las trompadas”. A los 14, conoció a Perón y a Evita, pocos meses después participó del 17 de octubre de 1945 y luego integró el Partido Laborista que fue el espacio que utilizó el peronismo para presentarse en las elecciones del 24 de febrero de 1946. Más adelante, se salvó de los bombardeos en la Plaza, resistió con la Libertadora, se convirtió en presidente del partido ganándole a Cipriano Reyes y fue clave en las negociaciones con Agustín Lanusse para que el lider del movimiento regresara a la Argentina después de 17 años proscripto: una de las condiciones era que le devuelvan el cuerpo de Evita, algo que se cumplió, con Enrique como intermediario. "Subí a verla: tenía un balazo en un pómulo", rememora, sobre ese día.

Su interés en la política comienza desde pequeño, con su papá como una pieza importante: “Mi padre era dirigente de la Unión Ferroviaria y a su vez era amigo de Domingo Mercante, quien se convirtió en interventor del sindicato de trenes. De hecho, él lo llevo a Perón a la Unión. La política a mi me interesó de chico. De hecho, me encantaba acompañarlo a mi viejo a las asambleas, sobre todo porque siempre terminaban a las trompadas”, evoca con una sonrisa Enrique Basualdo en la charla con El Destape.

“A Perón y a Evita, los conocí en el barrio de Flores en julio de 1945. Evita era hermosa en todos los sentidos. Muy locuaz y boca sucia también (se ríe). Recuerdo que me tocaba la cabeza y al mismo tiempo me decía: ‘Ustedes tienen mucho futuro con Perón´ . Ella adoraba a Perón, era la más peronista de todos”, agrega el dirigente de 94 años.

Después de ese primer encuentro inaugural de Basualdo en su relación con Perón, llegó el 17 de octubre de 1945. El dirigente tenía 15 años y estuvo allí con la multitud que fue a reclamar por la libertad y la presencia de su lider,  quien fuera detenido en la isla Martín García. A la semana, tras el anuncio de la candidatura presidencial del por entonces funcionario de varios cargos, Basile también participó de la conformación del Partido Laborista. Así las cosas, el 24 de octubre se consolidó el espacio formal para que la fórmula Perón-Quijano se presentara en las elecciones del 24 de febrero de 1946.

La campaña del 46 y el nacimiento de un movimiento revolucionario

Tras aquella reunción para conformar el Partido Laborista, el primer Comité Central Nacional quedó con el siguiente organigrama: Presidente: Luis Gay (telefónico); vicepresidente: Cipriano Reyes (carne); secretario general: Luis Monzalvo (ferroviario); secretario adjunto: Manuel García (espectáculos públicos) tesorero: Luis González (ferroviario), se destacaron entre los principales cargos.

Debido a sus 15 años, hasta ese entonces, el vínculo de Enrique Basualdo con el flamante espacio era informal. Sin embargo, su juventud no impedíría que participara de las diferentes actividades. De hecho, como ayudante de Luis Monzalvo, secretario general del Partido Laborista, intervino en la campaña electoral para las elecciones presidenciales.

“Hicimos una fuerte campaña para llevar a Perón a la presidencia, en ese sentido, la participación de la Unión Ferroviaria fue fundamental porque tenía sedes en todo el territorio. Y bueno, se ganó y ahí comenzó una historia que cambió para siempre a nuestro país. El peronismo se transformó en el nuevo movimiento social argentino, el único movimiento revolucionario que llegó al poder sin un solo muerto”,  sentenció Enrique Basualdo en la charla con El Destape.

Del “che pibe”  a convertirse en presidente del Partido

El 23 de mayo de 1946, luego del triunfo electoral, Perón comenzó a trabajar en dirección a disolver los partidos políticos que lo habían llevado al poder. Su idea era fusionarlos en el Partido Único de la Revolución Nacional, más adelante: Partido Peronista y, en el futuro, Partido Justicialista. La decisión del presidente de la Nación no cayó bien entre la conducción del PL, consecuentemente, empezaron las tensiones. 

En esa dinámica, una de las voces cantantes fue Cipriano Reyes. El dirigente del gremio de la carne fue considerado uno de los promotores de la gesta popular que reclamó por la libertad de Perón. De hecho, escribió un libro intitulado: Yo hice el 17 de octubre: memorias. Sin embargo, se transformó rápidamente en uno de los principales opositores a Perón dentro de los propios.

“Cipriano tenía un problema casi personal con el general. Era antiPerón, no antiperonista. Se creía más que el mismo lider, de hecho, su participación en el 17 de octubre la sobredimensionó, no fue tan determinante como él relataba. En aquella jornada, hubo mucho de espontáneo, pero también se movilizaron a través de los sindicatos y el mismo jefe de la Policía Federal, Juan Velasco, que se negó a reprimir a la muchedumbre”, acota Basualdo.

Sin dudas, la relación con el peronismo fue sinuosa y proliferaron las acusaciones cruzadas. Por caso: el 4 de julio de 1947, quien fuera elegido diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, sufrió un atentado a la salida de su casa: el taxi en el que viajaba fue ametrallado, el chofer Ignacio Fontán murió y Reyes resultó malherido.

Asimismo, el 24 y 25 de septiembre de 1948, el oficialismo denunció que un grupo comandado por el sindicalista representante del gremio de la carne planeaba asesinar a Perón y a Evita el 12 de octubre a la salida del teatro Colón, por lo que fue encarcelado. Desde la prisión, Reyes denunció torturas y durante esa estadía murieron sus dos hermanos. Aunque también en este caso aparecieron versiones encontradas: hubo quienes aseguraron que los asesinaron en una esquina de la ciudad de La Plata. Mientras que otras fuentes aseguraron ambos murieron en un enfrentamiento con las facciones comunistas de José Peter (con quien Reyes estaba enfrentado), en un acto en el Cine Victoria de Berisso. Perón asistió al velorio de los hermanos de Reyes. En tanto, Cipriano permaneció detenido hasta 1955, cuando fue liberado mediante un indulto tras el golpe de Estado de la llamada Revolución Libertadora.

Ya en la etapa de la proscripción del peronismo, en 1957, Cipriano Reyes reorganizó el Partido Laborista. En ese entonces, Enrique Basualdo ya tenía 27 años, otra experiencia y persistió en el espacio que le permitió presentarse a elecciones al peronismo.

“Ahí empezamos a trabajar juntos con Cipriano Reyes”, explicó Basualdo sin precisar exactamente en qué año. Aunque luego detalla que en 1962: “Se armó un Congreso del Partido Laborista, convocaron a elecciones y me eligieron por unanimidad, entonces le gané la presidencia. Cipriano quiso ser mucho y al final fue solo diputado.  Era buen dirigente, honesto, pero odiaba mucho a Perón. De todas maneras, yo fui amigo de él, lo cuidamos, le pagamos jubilación e incluso vivió en la sede del partido”.

Las flores hechas bombas que casi lo matan en 1955

Enrique Basualdo nunca dejó de hacer política, por lo que siguió conectado al Partido Peronista pese a que Perón disolvió el Partido Laborista a  poco tiempo de su triunfo de 1946. Por lo tanto, durante los dos gobiernos justicialistas estuvo activo, conectado con los miembros del gobierno y presentándose a elecciones internas partidarias. En esa dinámica, tras un triunfo personal. se salvó por poco el 16 de junio de 1955, cuando las Fuerzas Armadas bombardearon la Plaza de Mayo.

“Nosotros veníamos de elecciones internas realizadas por primera vez en Capital Federal: ganamos las unidades básicas, las parroquias, todo. Y bueno, me lo fui a ver al ministro de Salud, Raúl Bevacqua, junto con otros compañeros del Partido Laborista, aquel fatídico día”, comenzó Basualdo su relato.

Y continuó: “Salí de donde trabajaba, en Aerolíneas Argentinas, íbamos caminando por Avenida Paseo Colón y de repente uno de ellos me señala unos aviones que se veían en el cielo y me dice que estaban por tirar flores (el gobierno realizaría un desfile aéreo en desagravio por una bandera argentina quemada por la oposición que ondeaba en el Congreso y tras haber ultrajado una placa de Eva Perón, en el que lanzarían flores). ¡Qué mierda, qué flores! Empezaron a los bombazos y balazos limpios. Yo me tiré un rato largo en el suelo, vi mucha gente herida y asesinada; un colectivo lleno de gente que estallaba, muerte por todos lados. Me encontré luego con Bevacqua estaba enloquecido. Y bueno, después Perón para no generar un baño de sangre, acepta el golpe de tres meses después”.

Los viajes a Europa, las visitas a Puerta de Hierro y la devolución del cadáver de Evita

Para Enrique Basualdo, el cargo de presidente del Partido Laborista le trajo aparejado empezar a viajar por el mundo. De hecho, asistía a congresos, particularmente, varios de ellos fueron en Viena. En ese contexto, se produjeron sus primeras visitas a Puerta de Hierro, la residencia madrileña donde Juan Domingo Perón recaló tras un largo derrotero por Sudamérica para vivir durante su proscripción.

En esos encuentros, de los que Basualdo guarda sus mejores recuerdos, surgió el inicio de lo que finalizó con la vuelta de Perón a la Argentina después de 17 años. De hecho, ya comenzada la década del 70,  Agustín Lanusse se comunicó con el dirigente laborista. Según Basualdo,  el presidente de facto de entonces le explicó: “Lo llamo porque usted es el oído de Perón, quiero saber cuáles son sus condiciones. La intención es que regrese al país”.

“Le avisé a Perón, me pasa 10 condiciones que le presentaríamos a Lanusse. Cuando regresé a Buenos Aires enseguida el mandatario me hace llamar a mi casa a través de  su secretario, para quedar en encontrarnos. Me dijo de vernos en un departamento privado, porque era conveniente por los servicios. Entonces me dirigí a un edificio ubicado frente al Hospital Alemán”, le relata Basualdo a El Destape.

Empezamos a hablar y luego Lanusse me dice que llame por teléfono a Perón a Madrid. Me aseguró que el teléfono no estaba pinchado, ni intervenido. Y bueno, agarro el tubo, marco y lo contacto con el General. Le hago señas que lo tengo y me voy a la cocina a tomar mates con su secretario. No me olvido más que mi par -digámosle- me dice: ‘Si esto dura 5 minutos fracasamos, pero si los pasan, se acaba el problema y lo tenés acá a Perón en el país: terminaron hablando unos 25 minutos’”.

Y continuó: “Vuelvo a Madrid al poco tiempo, ya no me acuerdo por qué motivo, y cuando me encuentro con Perón me dice por Lanusse: ‘Está cumpliendo el General´. Me lo decía porque le habían devuelto el cadáver de Evita, uno de las condiciones que había exigido. De hecho, Perón me preguntó si quería verla. Estaba en el primer piso, subí a verla: tenía un balazo en un pómulo, alguna otra marca en la cara y rasgos de quemaduras. Aunque, realmente, pensé que la iba a encontrar en peor estado”.

El regreso del lider, un cargo rechazado y la dictadura

El regreso del ex presidente quedó sellado oficialmente con las conversaciones realizadas entre Héctor Cámpora y Agustín Lanusse en el contexto del Gran Acuerdo Nacional, avalado por las FF. AA. La idea era generar concensos entre los diferentes partidos políticos y llamar a elecciones después de 7 años.

Finalmente, se concretó la ansiada vuelta de Perón el 17 de noviembre de 1972. El líder de los trabajadores regresó en un avión de la empresa Alitalia, desde Roma, con una comitiva integrada por dirigentes políticos, sindicalistas y varios representantes de la cultura argentina.

“Me llamó Cámpora para saber quiénes iban a ser los ocupantes del avión que regresaría con Perón a la Argentina. Nos encontramos en la casa de Juan Abal Medina, secretario general del Partido Peronista y resulta que yo no aparecía en la lista de los pasajeros. Empiezan a enumerar los que iban y no me nombran, entonces, ahí Juan Manuel me explica que su lugar era el mío y que dentro de la locura que era que todos querían estar me lo guardó con su nombre porque según él: ‘Perón dijo que  Basualdo tiene que estar en el avión porque es  uno de los que ha construído este paquete’”.

“Perón estaba adelante de todo en el avión, se acostó, durmió y no se lo molestaba. Sabés que no le gustaba viajar en avión. De todas formas, sí pasó que en un momento yo me levanté de mi asiento para ir al baño, paso cerca y nos miramos, los dos sonreímos, y me dice ‘un sueño Basualdo, lo que está pasando, un sueño’. Y nada más hablamos,  pero un montón también”, rememora el dirigente sobre la vuelta del líder.

Tras el primer regreso de Juan Domingo Perón, luego se produjo un segundo y definitivo: el 20 de junio de 1973. Debido a los enfrentamientos entre facciones del peronismo y la represión de las fuerzas de seguridad, al mando de Pedro Osinde, aquella vuelta definitiva fue conocida como la Masacre de Ezeiza. El nombre fie alusivo a la zona en la que se organizó la recepción y al saldo de 13 muertos y más de 300 heridos que dejó la batalla campal que se produjo cercana al Aeropuerto internacional.

Mientras tanto, Argentina era gobernada por Héctor Cámpora, quien ganó los comicios del 11 de marzo de 1973. Juan Domingo Perón volvía para presentarse en las elecciones presidenciales del 23 de  septiembre del mismo año. En aquella jornada, la fórmula Perón-Perón arrasó con casi el 62 % de los votos. Basile no participó del Gobierno, pese a que en la primera elección del apodado “tío” (que luego renunció) le ofrecieron el lugar número 2 en la lista de diputados nacionales.

“Cámpora me lo ofreció, pero nunca me interesó, aunque fuera un segundo puesto en Diputados. Además, tenía mis motivos: el primero era que en ese entonces Raúl Lastiri era presidente de la Cámara, por eso fue presidente interino cuando Cámpora renunció. Lastiri era el yerno de López Rega y a mi ‘El Brujo’ no me gustaba nada”, argumentó el rechazo Enrique Basuado. Asimismo, el dirigente reconoció que cuando Perón le consultó sorprendido por su rechazo a ser diputado, él no supo que responderle, dada su cercanía con el ex ministro de Bienestar Social. “Me cagó a pedos por no aceptar la candidatura y le dije que no sabía de mi negativa”, recuerda Basualdo.

Luego, murió Perón y al poco tiempo se produjo el golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976. “En la dictadura me allanaron mi casa, me embolsaron y me llevaron preso a Campo de Mayo. Luego, yo con los ojos vendados, me decían que iba a tener una reunión con los de arriba. Me pegaron una patada en la espalda y uno de ellos me dijo: ‘quedate tranquilo, gordo, no te va a pasar nada, pero no me espíes más’. Luego, estuve sentado con tres milicos, yo solo veía la sombra porque estaba vendado. Y me hablaron que venían a protegernos ya que el país estaba al borde del comunismo y no sé cuántas pavadas más”, recordó.

Y continuó: “Me preguntaron qué pensaba yo al respecto y les contesté simplemente y tranquilito que me parecía que este pueblo no iba hacia el marxismo. Y bueno, luego me soltaron y no me hicieron más nada”.

Tras regreso de la democracia, Basile siguió conectado con la política. Lo último que hizo en términos electorales a nivel nacional fue trabajar con los hermanos Rodríguez Saá en 2003. En la actualidad, permanece activo como presidente del partido en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De hecho, la charla con El Destape fue interrumpida por el llamado de una dirigente con quien se iba a reunir luego de la entrevista.  Su idea es transformar al Partido Laborista de nuevo en un espacio con alcance nacional.

El hincha de Vélez que peleó con un campeón del mundo

Enrique Basualdo nació en Liniers el 4 de septiembre de 1930, no en vano es hincha de Vélez: al igual que sus dos hijas, sus seis nietos y seis bisnietos. De chico, se dedicó al boxeo. De hecho, entrenaba en un subsuelo enfrente del Luna Park, donde llegó a ser sparring del campeón mundial de peso mosca, Pascual Pérez.

Además, de dedicarse a la política de muy joven, se recibió de técnico aeronático. Consecuentemente, trabajó muchos años en Aerolíneas Argentinas. Asimismo, fue contratista inmobiliario y, en ese rol, construyó cuatro barrios populares: tres en Santa Fe, uno en la Capital, otro en Rosario y  en Esperanza, además, otro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Estuvo junto a su compañera durante casi ocho décadas, pero en la actualidad es viudo desde hace 5 años. No obstante, pese a que lo lamenta, no se amilana y  se mantiene activo desde su rol de presidente del Partido Laborista en la Capital Federal, cuya expansión asegura que pronto se extenderá a todo el territorio argentino. En estos días,  reparte sus tiempos entre la política, los amigos y la familia.