Pablo Lima tiene la rodilla sobre un cajón de cervezas que emula un banquito, con el cual sostiene su bandoneón. Tras unas gafas oscuras, al mejor estilo “Pibes Chorros”, que apenas dejan ver su cara tatuada, como una estrella del trap, y “empilchado” de un saco tanguero con tirasque simulan a una indumentaria deportiva, respira al mismo tiempo que su fuelle y dispara: “Se hace la difícil y yo espero su mensaje, pero ella no conoce a este personaje”. Una voz inconfundiblemente tanguera llena de nostalgia el aire y choca de frente con el espíritu festivo del hit original de BM. El video toma una tonalidad de sepia cuando él canta sobre una función de Instagram para que las fotos sean solo para algunos, en un signo de seducción del 2025, pero como si fuera 1905.
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El pasado y el presente se funden y se confunden en un video que por distópico no pierde el gusto a “lleca”. Desde las calles de “El Churrasco” de La Plata, este cantante, bandoneonista y compositor de 41 años es el creador de un estilo que fusiona el tango con la Cumbia Villera, a través de un hilo conductor: Su bandoneón y las voces de los laburantes, sean en 1900 o pleno siglo XXI.
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“No vengo de una casa de músicos, nada que ver. Pero, mi viejo tiene un taller de chapa y pintura en el que siempre se escuchaban tangos. En la época que explotó la cumbia villera yo le decía que hablaban de los mismos temas y él me decía que “nada que ver” y que “esa música era muy mala”. Entonces empecé a jugar con la voz y cantarles cumbias como si fueran tangos bien arrabaleros, hasta que me terminó dando la razón”, rememora Arravillero, en entrevista con El Destape, en un local de comidas rápidas en el centro de la capital bonaerense.
Y agrega: “Todo empezó simplemente como un pibe más que discute con su viejo. Me acuerdo que no nos poniamos de acuerdo, hasta que una vez le canté un tema “bien reo” de los que le gustan a él, y me dijo “¿de quien es este tangazo?”. Resulta que era un tema de Meta Guacha. Así terminó siendo fanático de la cumbia villera y yo empecé a hacer tangos”.
Lo que llama la atención además de su estética que fusiona dos mundos es su voz inconfundiblemente rea. “La verdad no sé cómo empezó eso. Creo que fue porque siempre escuché los dos géneros. Aunque siempre estuve más cerca de la cumbia el tango fue una forma de conectarme con mi viejo, en su taller, en su mundo. Él me cantaba en un fraseo y me explicaba que quería decir, supongo que nace así”
Su primer acercamiento a la música lo tuvo cuando en una fecha de reyes ligó un pianito de juguete. Cuando fue creciendo la primera música que descubrió fue el punk rock “Dos minutos, hermética, Flema, Ataque77”, desmenuza. Ya de muy joven le gustaba que las canciones hablaran del desgaste social y la desigualdad que empezaba a reinar en la caída del primer neoliberalismo menemista.
El 2001 lo encontró con 18 años y en un “aquí y ahora” en el que veía nacer la nueva cumbia que venía de los más humildes “Cerca de mi casa estaba el boliche Escandalo Bailabre que era dónde debutaban todas las bandas de cumbia villera. Era ver nacer un movimiento”, explica.
Lastima bandoneón, tu ronca maldición maleva
Todo cambió cuando conoció su instrumento a los 30 años “Fue de casualidad. En el barrio no se veía uno de esos de hacía mucho. El que tenía era una reliquia, que estaba más de recuerdo que otra cosa. Una vez un flaco que hace tangos me escuchó cantar y me invitó a su casa a hacer unos temas. Vi el bandoneón y me enamoré. Lo escuchaba respirar, lo veía muy expresivo, que se adapta perfectamente a la voz, a lo que vas contando”.
Pero encontrar tú instrumento estaba muy lejos de tenerlo, más en esos tiempos donde el mango faltaba bastante. “En ese momento mi viejo había armado un Peugeot 504 que tardó 15 años en restaurarlo. Yo trabajaba de limpieza y ganaba a plata de hoy 200 lucas, era imposible comprarme uno, así que lo vendí para comprarme ese instrumento. Si habíamos usado 5 veces ese auto es mucho. ¡Mi viejo decía que estaba loco!”
Juglar de laburantes
“Solo y triste me refugio en mi guarida Con un vino estoy calmando mi dolor. Vos te fuiste con tu madre para el chaco. Y en la villa sin tu amor yo me quedé”. La melancolia de un amor frustrado y calmado con alcohol, en el contexto de un proceso de migratorio. Podría ser tranquilamente un tangazo de la argentina centenaria, pero es “Sentimiento Villero”, una cumbia del 2001 que “Ariel el traidor” inmortalizó, pero en la voz de Lima se viste de Edmundo Rivero.
Pablo es antes que nada un meticuloso de lo que quiere contar. No estudio música, pero si estudio las calles que transita y sus voces. Por eso le sorprende que nadie antes haya intentado unir la cumbia con el tango “Son parte de lo mismo, hablan de las mismas cosas. Es el mismo lunfardo aggiornado, pero siempre es expresión popular”, asevera.
Sobre este punto argumenta: “Para mí siempre fue un juego, en un ida y vuelta con mi papá. En mi cabeza, si vos analizas la cumbia villera, en zona norte Mala fama era más psicodélico, Bajo palabra lo mezclaba con rap, Pala Ancha medio colombiano; si venias para la zona sur Pibes chorros y Meta Gaucha tienen guitarra folclórica, algo más oscuro, entonces yo pensaba: ¿por qué nadie puso un bandoneón y lo fusionó con tango?
Si bien hace casi 12 años que Lima(como lo conocen en El Churrasco), encontró su estilo y hoy tiene videos virales, toca tanto en clubes de tango como en Pasión de Sábado y lleva 500 personas a cada show, en sus comienzos tuvo que vencer muchos prejuicios, más del lado del 2x4 que del güiro.
“La verdad que desde el mundo de la cumbia siempre sentí que me abrieron las puertas. Los pibes de Supermercados, Malafama, Metaguacha siempre me tiraron la mejor y toqué con casi todos. Distinto fue en el ambiente del tango, ahí si sentí un prejuicio muy grande. Y de todas las ramas, no solo de los conservadores. Los lugares de tango más modernos tampoco me dejaban tocar”
“Iba a clubes a escuchar orquestas de tango y no me dejaban entrar por mi pinta, y yo no podía entender. Si mi viejo me había enseñado que el tango venia de los arrabales, ¿cómo iba a ser elitista? Entonces empecé a hacer la mía”, explica.
Para Pablo en algún momento “el tango se fue de los más humildes y se trasformó en algo sólo para exportar”, entonces enseña que “para muchos vecinos de la periferia de La plata lo más parecido que conocen es lo mío”. Por ahí una canción de Julio Sosa la conocen a mi modo, pero porque ningún bandoneonista convencional se meten al barrio, se van todos para afuera”.
De hecho, cuando se le pide una anécdota revela “Hace un tiempo un nene de 10 años me invitó a tocar La Cumparsita y me preguntó: `¿Lo hacemos como D`arienzzo o como vos?`, yo no lo podía creer”.
Entre el cambalache de los virales una voz distinta
Seguramente el video viral de Mejores Amigos en tango sirvió para un quiebre. Fue un aire fresco entre tanto mensaje repetido ver algo que nadie hacía. Por lo que no podía, y no pasó desapercibido. De hecho, se hicieron versiones con la cara de Gardel y su audio como si fuera inteligencia artificial, pero era en realidad la locura artesanal de este artista.
“Se abrieron puertas que antes no se abrían. Recuerdo ir a un Club de Tango en Almagro y que en la puerta me esté esperando gente para pedirme fotos y saludarme. Yo lo miraba a mi viejo y no lo podíamos creer”, dice entre risas mientras le da un mordisco a su hamburguesa y deja ver un tatuaje de Maradona en su mano.
Hoy con siete discos en la calle (o en las redes) y presentaciones casi todas las semanas, el Arravillero sonríe cuando empieza a ver la aceptación de quienes lo miraban de costado, pero aclara que “no lo siente como una revancha”, sino simplemente como “alguien que eligió otro camino”.
“Hace un tiempo me enteré que un grupo en el que hay solo bandoneonista se pasaban mis videos. Qué los mismos que me decían que yo no era uno de ellos pedían el video del “bandoneonista villero” y eso para mí fue un pequeño triunfo”.
Cuando se piensa en un artista que el mundo del tango miró de reojo no se puede evitar nombrar a Piazolla. El nombre aparece en la charla y Lima por primera y única se pone serio, en una muestra de respeto “A veces me comparan con Piazzola en el sentido que hago algo rupturista en el tango. Yo lo agradezco, pero no soy ni el 5% de ese monstruo. Yo solo hice la mía, jamás pensé que tanta gente se iba a sentir identificada con esto, como te dije fue un juego para charlar con mi viejo”.