Quilmes tiene su Castillo de los Sueños en donde, a través del mosaiquismo, lo onírico se funde pieza a pieza. Los colores estallan en vidrios, venecitas, azulejos y espejos que le dan forma a murales, faros, bancos y fuentes, entre otras creaciones de Hebe Liz Schweistein. En una década de trabajo ininterrumpido, la artista reconvirtió su vieja casona familiar y la transformó en La Gaudí del Conurbano, como la bautizaron los vecinos y amantes del arte que la visitan.
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Con su primera obra, en el 2012, Schweistein afirmó su decisión de poner la casa que habitaba y su arte que la transformaba de cara a la comunidad. El Faro de los sueños, con sus vidrios y venecitas sobre el cemento, irradia en el barrio una luz que se prende y apaga desde la esquina de Aristóbulo del Valle y Tucumán, a pocas cuadras de la estación de tren.
"Mamá colocó su obra al servicio de la gente. Buscó embellecer el barrio. Peleó por el acceso de todos al arte", cuenta a El Destape Jonatan Konfino, el mayor de los tres hijos de Hebe Schweistein. "Tenía el proyecto de continuar la obra que había hecho en la casa familiar en las cuatro cuadras de Aristóbulo del Valle entre Carlos Pellegrini y Rodolfo López. Hasta poco antes de su muerte, a principios del 2023, charlaba con los vecinos para convencerlos", detalla.
La transformación de Hebe
Hebe Lía Schweistein, nombre que figuraba en su documento, pasó a presentarse como Hebe Liz a partir de que con casi 40 años se la jugó por su vocación artística que todavía no era el mosaiquismo sino la literatura. Se separó y dejó la casa familiar para irse a vivir a una pieza en San Telmo, en la que empezó a escribir.
"Nuestra familia tuvo durante 76 años, hasta hace un par de meses, un negocio de ropa masculina, Konfino, tradicional de Quilmes. En los '80 mamá abrió al lado Konfino Damas. Ahí empezó a organizar eventos, desfiles, a mostrar una sensibilidad artística", recuerda Jonatan.
En su etapa en San Telmo, entre 1999 y 2005 el arte pasó a ser el centro de su vida y publicó cuatro libros. "No hay sueños imposibles", es el primero; "Los amantes de alma", presentó en el 2001; la novela "Rompiendo Muros", el tercero; y "El anillo de los dos dragones", el cuarto.
"Salía a vender ella misma los libros por San Telmo. Por ese entonces, conoció a Carlos, se enamoraron y volvió en 2007 a Quilmes a vivir con él en la casa", explica su hijo.
La práctica artística a la que se había volcado a través de la literatura tomó un nuevo rumbo después de que visitara Barcelona y se maravillara con las obras de Gaudí. A la vuelta, Hebe Liz encontró en el municipio vecino de Berazategui el lugar ideal para aprender la técnica del mosaiquismo y empezar a practicarla.
Lo cosmopolita y el conurbano
La vieja casa familiar de Quilmes, la que pasó a compartir con Carlos, fue el escenario en el que centró su creatividad artística. Cada nueva obra la presentó con actividades públicas, buscó compartirlas. Aprovechó la ancha vereda para instalar La Fuente de los Logros, donde se convoca a la gente a lanzar monedas, a soñar. En la entrada del Castillos de los Sueños, instaló La Puerta del Amor, donde las parejas dejan candados: la referencia se muda a un emblemático puente parisino. Armó también su propio Muro de los Sueños, donde insta a dejar mensajes al estilo del Muro de los Lamentos de Jerusalén.
Hebe Liz no sólo buscó que los vecinos se pararan a admirar su obra, sino que diseñó en la vereda el Banco de las Utopías para que se instalaran. "Pueden sentarse como 30 personas en simultáneo para tomarse un mate, una cerveza, charlar", se enorgullece Jonatan Konfino, quien durante la pandemia fue secretario de Salud de Quilmes y en la actualidad es subsecretario de Salud de la provincia de Buenos Aires.
Tal fue la apertura de la artista y su cercanía con el barrio, que una vecina decidió regalarle un Fiat 600, un Fitito, para que lo interviniera con sus mosaicos. Hoy está emplazado en la vereda.
Su casa/museo no sólo se fue transformando en el frente y el exterior: puertas adentro confeccionó el Patio Mágico de Merlín, en el que incluyó la intervención de una pileta de natación, con un sol y con un arcón de piratas. Y un Mago Merlín a escala real sobre una puerta de la calle Tucumán.
A su vez, en una habitación armó un salón con objetos antiguos, entre los que se destaca una vieja balanza donada por una farmacéutica del barrio. El Castillo de los Sueños de Quilmes también tiene su puente con San Telmo.
Hebe Liz comenzó a organizar eventos, visitas guiadas. "La gente deja mensajes hermosos en el libro de visitas. Se lamentan de tener que dejar el mundo mágico creado por mamá para volver a la vida cotidiana", puntualiza su hijo.
Ciudadana ilustre
Hebe Liz Schweistein fue declarada ciudadana ilustre de Quilmes en 2020 por su Castillo de los Sueños y por otras obras realizadas en la Universidad Nacional de Quilmes, en la Casa de Cultura del municipio y en otros puntos del distrito.
Al reconocimiento institucional se le suma que la comunidad de la Secundaria Nro 71 del distrito le puso su nombre a la escuela.
Los distintos reconocimientos y el deseo de recrear la tradición que creó Hebe lleva a que sus tres hijos organicen actividades para que Quilmes atraiga a gente deseosa de visitar un Castillo de los Sueños que irradia amor y utopías.
