La historia oculta del chalet de la 9 de julio que podría desaparecer llevándose casi 98 años de memoria porteña

El chalet, que supo ser la mueblería más grande de Sudamérica, fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad, pero ahora peligra su futuro por estar en venta el edificio. La palabra del bisnieto que ideó su creación.

26 de noviembre, 2025 | 06.00

El devenir febril que propone la neurótica Ciudad de Buenos Aires genera que parezca imposible detenerse unos minutos, pensar y contemplar sus bellezas; menos las que ostenta en sus alturas. Para quien se atreva, no sólo encontrará cúpulas, diversos estilos arquitectónicos o gigantes ventanales antiguos, si no que también advertirá la presencia de un chalecito estilo normando ubicado en un décimo piso, a pocos metros del Obelisco. La construcción data de 1927 y le perteneció a Rafael Díaz, un español que llegó a Argentina con su familia a finales del XIX y creó la mueblería más grande de Sudamérica en un edificio de 9 plantas, en cuya terraza emplazó la propiedad para dormir la siesta y no regresar a Banfield, donde vivía con su esposa e hijos. Si bien en 2014 la casita fue declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad, ahora peligra su futuro ya que está en venta todo el edificio.

Rafael Díaz nació en Sevilla, España, y llegó a la Argentina con su familia a los 14 años. Enseguida empezó a trabajar en un negocio de telas, ubicado en el barrio porteño popularmente conocido como Once (Balvanera). Su compromiso con su empleo era semejante y su situación económica tan complicada, que se quedaba a dormir en el local textil.

“Él dormía literalmente arriba de los mostradores con varias de las telas hasta que surge un conflicto con el dueño del negocio ya que a él lo encerraban a las 7, 8 de la noche  y le abrían a la mañana del otro día. Entonces una vez les planteó a sus superiores que le den una llave o algo para poder salir si sucedía un imprevisto como un incendio o lo que sea. Le respondieron que si no le gustaba, se tendría que ir y se fue a trabajar a un par de cuadras de ahí: al rato lo fueron a buscar porque era muy buen vendedor. El gran secreto de él fue que tenía hambre”, le contó a El Destape su bisnieto, Diego Sethson.

Por qué un chalet

Consecuentemente con las palabras de este documentalista, su bisabuelo se fue del local de telas y se empezó a conectar con los muebles. Primero por un cuñado que tenía un negocio muy pequeño en el rubro y luego abrió uno propio en la zona de Recoleta hasta recalar en Sarmiento 1155, para luego extenderse al 1113, 1117, 1119 respectivamente.

La empresa la comenzó en la década del 20 y con los años se fue extendiendo por la calle Sarmiento. Hasta que llegó a tener un negocio de 9 pisos, en cuya azotea construyó un chalet estilo normando, con algo también de la estética de ciertas viviendas de Mar del Plata que tanto amaba. Su idea surgió porque debido a que la mueblería le generaba mucha demanda, tener que volver al mediodía a Banfield le resultaba un incordio. Así las cosas, construyó este espacio que aún permanece intacto.

El chalet se extiende a través de 243 m2 cubiertos, ostenta paredes de entre 30 y 45 centímetros, con tres plantas: una con un piso de pinotea original, como otra de cerámicos y la tercera es un altillo (además de una terraza) cuya vista es inmejorable. De hecho, el sitio es perfecto para contemplar la Ciudad en una perspectiva casi 360. De allí se ve el Obelisco, el Palacio Barolo, las hermosas cúpulas del centro porteño (como la de la confitería El Molino), el Congreso y, entre otras bellezas, los atardeceres porteños.

El estilo de la construcción, vinculado con Mar del Plata, en rigor, tiene más que ver con que Rafael Díaz solía ir a la ciudad de la Costa Atlántica argentina porque le encantaba. Y en ese contexto, armó una sociedad con la histórica casa Sartora que solía construir viviendas de ese estilo en la ciudad costera y en ellas se inspiró.

Dormir la siesta y convertirse en un precursor del marketing

El peculiar chalet del décimo piso, no solo fue pensado para dormir la siesta. De hecho, Rafael Díaz aprovechaba el espacio para recibir primero las visitas de sus hijos, más adelante de sus nietos, para así pasar más tiempo con ellos. Asimismo, en la construcción de estilo normando, este sevillano comenzó a mostrar sus dotes de precursor del markentig.

El puntapié inicial lo dio a partir de colocar allí una emisora: LOK Radio Mueblería Díaz. Rafael utilizaba el medio de crecimiento incipiente en Argentina (que se inició el 27 de agosto de 1920) para difundir música y publicitar su negocio.

“Para mí fue un visionario del marketing, de la comunicación: en la radio pasaba media hora de buena música, cinco minutos de publicidad, explicaba cómo adquirir sus muebles y otra media hora de buena música”, opinó su bisnieto. La emisora fue la génesis de lo que luego sería la legendaria Radio Rivadavia, aún en vigencia y con elevado rating. Como prueba de aquella incursión en los medios, quedan cercanas al chalet parte de las columnas que sostenían las antenas que eran utilizadas para la transmisión.

En ese sentido, Diego Sethson refuerza la idea sobre su bisabuelo como “visionario del marketing” con la propuesta de venta a sus potenciales clientes. “El éxito de Rafael radicó en buena parte en que se convirtió en uno de los primeros en dar créditos a la firma en Argentina. Los compradores le decían cuántas cuotas querían pagar, firmaban, se concretaba el acuerdo entre las partes y se llevaban los muebles. Y, mientras eso existió, la gente nunca falló. Después con la llegada de las tarjetas de crédito la situación ya fue otra”, señaló.

Y agregó: “Y no solo por eso fue un adelantado, también en los nueves pisos del edificio de su mueblería convirtió lo que hoy sería showroom. Y en cada una de las plantas se exhibía un estilo o temática distinta de exponentes del rubro”.

Perfil de Rafael Díaz: un emprendedor incansable

El “chalecito de la 9 de julio” es solo una síntesis de la avidez de Rafael Díaz por generar todo el tiempo proyectos, ideas y sociedades. De hecho, en Mar del Plata fundó el Hotel Riviera (aun en pie) que luego se lo expropió el peronismo, también el Ocean y en La Feliz además se dedicó a la construción. Mientras que en Buenos Aires, incursionó en la radiodifusión y formó parte de los accionistas del Teatro Apollo (luego Lorange) y el Cine Lion (más adelante conocido como Losuar).

Rafael llegó con nada a Buenos Aires y terminó construyendo un emporio del mueble. Otras de las motivaciones de mudarse a Sarmiento al 1100 y construir ese chalet de una vista inmejorable fue que supo que se iba a realizar la Avenida 9 de julio y a construir el Obelisco. De hecho, el sevillano pudo contemplar y ser testigo cercano desde el comienzo hasta el final de la realización de ambos elementos emblemáticos de la Ciudad.

Rafael Díaz murió en 1968, años atrás había sufrido un ACV que lo dejó un poco limitado en sus funciones. Mientras tanto el negocio era atendido por sus hijos, aunque también siguió participando de forma menos directa. Luego de su fallecimiento la mueblería continuó hasta 1985, cuando cerró definitivamente. Sin dudas que el legado del español lo traspasó ampliamente. Dejó una imagen tan rupturista en la Ciudad, como la que le imprimía a todos sus proyectos. Y un ejemplo estimulante para todo aquel que persiga los sueños de los más impensados.

El edificio en venta: ¿podría desaparecer el chalet?

Desde 1985, el edificio de muebles fue alquilado por diversas empresas. “A partir del 78 se empezaron a cerrar los pisos, o sea, dejaron de fabricarse muebles y al no haber más, por lo tanto, se empezaron a alquilar los pisos donde antes se exhibían”, explica Diego. Asimismo, luego de 1985 hubo un estudio fotográfico, funcionaron oficinas, se utilizaron algunas plantas como comedores de empresas, entre otras actividades.

“El chalet se alquiló una sola vez a dos grandes fotógrafos vinculados con el mundo del rock. De hecho, por la construcción normanda pasaron Emilio del Guercio (uno de los fundadores de Almendra) y Héctor Starc (guitarrista de Aquellarre, Tantor y amigo de Luis Alberto Spinetta) y algunos otros famosos”, agrega el cineasta.

A su vez, durante el segundo año de pandemia, el chalet se abrió para visitas guiadas por el mismo Diego Sethson. En ese entonces, se intentó aunque sin mucho futuro llevar adelante un proyecto gastronómico-cultural, pero no terminó de prosperar. “Hicimos radioteatros, proyección de cine, hubo shows de música en la terraza, distintos tipos de degustaciones de vinos, pizza party y alguna que otra fiesta privada”, recuerda Sethson, quien está preparando un documental con la historia del chalecito que terminará en 2026.

La familia ya había vendido el edificio que Rafael Díaz compró primero en Sarmiento 1155. Y en estos momentos también decidieron deshacerse del más grande en cuya terraza se encuentra la particular edificación.

“En este momento lo acabamos de poner en venta todo. El chalet no desaparecería porque es Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, el que lo compre lo va a tener que cuidar, excepto que un patrimonio se puede quitar: entonces por ahora no hay peligro de nada. Se vende todo el bloque y se escuchan ofertas. De hecho, lo pueden ver publicado en internet por la firma ADEPRO SCA”, le adelantó como primicia a El Destape el bisnieto de Rafael Díaz.