Los pacientes del Laura Bonaparte tuvieron durante casi dos años un taller de podcast llamado La Nave. Este espacio representaba para ellos mucho más que la creación de un programa, sino que les daba un espacio multidisciplinario de tratamiento y expansión comunicacional. A comienzos del segundo año de la presidencia de Javier Milei, puntualmente en enero, las responsables del proyecto fueron despedidas y el taller disuelto en el marco de la famosa “motosierra del Estado”. Las profesionales de salud afirman que el ataque no fue casual, sino que se apuntó a las juventudes vulnerables que necesitan atención en salud mental.
Los jóvenes que protagonizaron el taller tienen entre 13 y 18 años, muchos pertenecientes a familias alejadas, ausentes y otros directamente de hogares. Estaba dirigido por Eugenia Labate, licenciada en musicoterapia, y María José Conforti, psicóloga, dos profesionales de la salud mental que encontraron en el taller un espacio de expresión en el cual los chicos podían decir. Decir qué les pasaba, qué querían y qué les hacía mal, en una plataforma novedosa y que les brinda un espacio de transmisión.
MÁS INFO
“Empezamos en el 2023. Siempre pensando al podcast no como un producto estético, sino poniendo foco al proceso, como soporte, como excusas, como medio”, recuerdan las organizadoras, y destacan que el taller formaba parte de “un proceso de salud donde se toma la palabra, o el derecho de los chicos y las chicas a expresarse, que es un derecho bastante invisibilizado”.
Otro de los ejes que las profesionales hacen hincapié es la construcción de vínculos que pudieron hacer los chicos: “Fue presentar un espacio vacío para que ellos puedan apropiarse, y uno de los primeros hitos fue la construcción del grupo de WhatsApp por su parte. Nosotras lo denominamos las ‘inter-intervenciones’, las intervenciones en un ámbito clínico las suele hacer un terapeuta, un profesional de la salud. Las "inter-intervenciones" son entre los pibes”.
MÁS INFO
La construcción del espacio para decir
Las terapeutas cuentan que se encargaron primero del armado del grupo, en cómo consolidar los vínculos y, sobre todo, que vuelvan cada miércoles. “Fuimos después habilitando algo más artesanal, porque no teníamos otras herramientas. En los celulares tenemos horas de grabación, también hacíamos una merienda, y de todo esto se fueron generando muchas instancias de charlas”, aseguran.
Cabe señalar, que no fue sólo una experiencia de improvisación, Eugenia y María José hicieron capacitaciones con la Defensoría del Público para llevar adelante el taller. Dato de color: el espacio de capacitación luego fue cerrado y despidieron a las personas que dieron el curso. Toda una marca de época.
Cuando el grupo tomó impulso y el material fluía, tuvieron la necesidad de publicar y mostrar lo que lograban los chicos. “Ahí dijimos ‘che, es tan valioso lo que dicen los pibes’, que nos dijimos ‘esto lo tiene que escuchar la gente’. Pedimos permiso, nos dijeron que sí y ahí abrimos el Instagram y fuimos subiendo microepisodios”, relata.
Si bien el dispositivo era abierto a la comunidad, sin requisito más que la edad, principalmente los que asistieron fueron usuarios del hospital. Los podcasts que se crearon fueron variados y generados en el marco de la discusión social. “En un podcast de ESI salió esto de los pañuelos celestes, pañuelos verdes. También en la votación que ganó Milei, fue todo un trabajito”, aseguran.
Un espacio de contención
Marcela tiene 18 años. Llegó al taller de podcast luego de que su psicóloga y una trabajadora social se lo recomendaran. “Siempre íbamos a divertirnos, a compartir con muchas personas, con amigos, chicos jóvenes que venían de todas partes, y sacabamos ideas”, recuerda Marcela y asegura: “El taller fue algo muy especial, porque ahí pude superar todo lo que me pasó de chica, y le di gracias al taller y a los psicólogos que estuvieron siempre conmigo, también cuando estuve embarazada”.
Las relaciones y los lazos que Marcela logró crear en el espacio la ayudaron en dos cosas; la primera es que pudo cambiar su forma de comunicarse y aprendió a expresarse de una forma más profunda, más detallada y así transmitir lo que le pasaba; en segundo lugar, se sintió acompañada. “Me preguntaban cómo iba el embarazo, me hacían videollamadas para saber si nació o no, cuándo me daban el alta. Era nuestra casa, un refugio y aprendimos mucho”, explica.
Asimismo, la sensación de vacío que le quedó cuando se enteró que iba a cerrar la mantiene como un puño apretado dentro de ella, no se resigna y espera que la situación se revierta en algún momento: “Es complicado, extraño mucho ese lugar. Ahora que Milei nos hizo salir de ahí, el Taller de Podcast tuvo que comenzar en las calles, pero la idea es volver, que los chicos puedan tener su psicóloga, lleguen más, y tengo la fé que vamos a volver”.
“El taller siempre fue algo único y especial, que nunca lo voy a poder olvidar. Siempre desde el hospital me dicen ‘mandale saludo a ushi y a majo, y que Milei se vaya a la mierda’, me hace pedacitos saber que era algo pasajero”, lamenta.
El ruido de la motosierra cada vez más cerca
En octubre de 2024 las organizadoras y los pacientes en general escucharon la primera amenaza de cierre del hospital, como las cadenas de una motosierra que acelera cada vez más. En enero del 2025 las últimas personas que entraron a trabajar fueron despedidas. Se cerraron dos servicios, uno de internación y la guardia interdisciplinaria. A mediados del primer mes de año hubo más novedades que hasta el momento fueron irreversibles: estaba ahí, el recorte las había alcanzado con su crueldad.
Fue un miércoles por la tarde noche, cuando las terapeutas terminaron la jornada y se fueron para su casa. A las 21 p.m les llegó un correo de desvinculación que decía que “prescindían de su servicio", pero que podían ir hasta fin de mes; el ajuste estaba ahí y la casta eran ellas. “Fue terrible. Yo quedé devastada. No era solamente una institución, yo me formé, hice la formación de grado, hice una residencia hospitalaria, hice Jefatura de Residencia y elegí trabajar en el ámbito público con formación real y apostando de forma ética y política a habitar el ámbito público. Fue devastador, la verdad”, recuerda Eugenia.
“Marcela -paciente- fue una de las primeras que se enteró. Empezó a mandar audios preguntando ‘¿qué pasó? van a cerrar el hospital, de vuelta nos está pasando esto’, estaba muy indignada y dolida”, recuerda Eugenia. Además, detalla que una vez que los asistentes del taller supieron el daño estaba hecho: "Tener que transmitirlo a los talleres fue horrendo, yo estaba en este taller de podcast y también un taller de escritura creativa con adultos. Recibimos mucho apoyo entre nosotras, eso nos sostuvo un montón, también de la comunidad, mucha gente que nos preguntaba ‘¿cómo están? ¿qué podemos hacer?’”.
Resistir, resistir y resistir
Según explicaron las profesionales de la salud mental, los recortes hechos por el Gobierno de Milei, tan seleccionados y nada casuales, son “directamente criminales, primero porque es abandono de persona, por cortar un tratamiento. Uno está ahí porque tiene un problema que se trabaja con otras herramientas a las médicas, los chicos que nosotros tratábamos estaban en tratamiento”.
Hasta el momento que se realizó esta entrevista se despidieron a 12 personas de las 22 que había. “Cada una de nosotras tenía un promedio de 10, 15 pacientes asistenciales desde distintos lugares. Algunos más, capaz 20, porque cada uno tenía modalidades distintas de contratación”, destacan las trabajadoras y aseguran: “Fue un ataque al derecho de salud mental, y una salud mental atendida desde la interdisciplinariedad, porque hay muchos que trabajan más sectorizadamente”.
“Hay que resistir. Estamos trabajando la idea de la resistencia creativa”, remarcan las coordinadoras. Esto se debe a que, aún sin sueldo, sin contratación y sin un lugar físico, continúan cuando pueden y acuerdan con los chicos para reunirse en espacios públicos y que el taller no deje de contenerlos. “El lugar fue seleccionado por un pibe del podcast que quería ir a un skatepark. Entonces, dijimos ‘bueno, estamos cerca del hospital, saben cómo llegar’”, relata María José sobre cómo eligen los puntos de reunión.
Si bien el futuro es bastante gris, y está marcado por la lucha para recuperar los puestos de trabajo y los espacios de tratamiento interdisciplinario para los pibes, las profesionales de la salud sostienen que “cuando uno construye lazos no hay motosierra que los pueda cortar”, y remarcan que “la resistencia es esto de no callar, que no nos coman la voz”.