“Tomamos todas las posiciones y nos hicimos cargo de las Islas Malvinas sin disparar un solo tiro”, dice con orgullo Norberto Karasiewicz al cumplirse 59 años del Operativo Cóndor. Así fue el nombre de la operación del 28 de septiembre de 1966 llevada a cabo por 18 militantes peronistas y nacionalistas que tomaron un avión de Aerolíneas Argentinas que se dirigía a Río Gallegos para recuperar la soberanía de las islas: permanecieron en suelo malvinense durante 36 horas, izaron siete banderas argentinas y entonaron el Himno Nacional.
En ese entonces, Norberto tenía 20 años, era obrero metalúrgico, pero estaba desocupado. Ya era padre de un niño y el mismo día en el que debía subirse a un avión sin saber si regresaría nació su hija. No llegó a verla aquel día, pero le hizo un pedido a su esposa: que la llame Malvinas.
“Nada cambió en mi vida, mis convicciones están intactas. Nada más mi cuerpo, que está muy golpeado”, remarcó en diálogo con El Destape cuando se le consultó si volvería a hacerlo y añadió: “Solamente los peronistas podemos hacernos cargo del país, de defender el país”.
Además de Karasiewicz, el grupo estaba conformado por Dardo Cabo; Cristina Verrier; Fernando Aguirre; Ricardo Ahe; Pedro Bernardini; Juan Bovo; Luis Caprara; Andrés Castillo; Víctor Chazarreta; Alejandro Giovenco Romero; Fernando Lisardo; Edelmiro Jesús Ramón Navarro; Aldo Ramírez; Juan Carlos Rodríguez; Edgardo Salcedo; Ramón Sánchez y Pedro Tursi. El más grande tenía 31 años y la gran mayoría veintipocos. Y solo Norberto y Lisardo siguen con vida.
¿Cómo llega a los 20 años a participar del Operativo Cóndor?
Militaba en la resistencia peronista, en la juventud peronista, desde muy chico. Prácticamente, desde los 12 años andaba en la calle con los compañeros peronistas. En ese ínterin pasando los años y siendo adolescentes fuimos conociendo dirigentes, gente que se destacaba en organizaciones diferentes, y haciendo acciones en la resistencia. Pero llegó un momento que Tacuara empezó a desarrollar el tema de la toma de las Malvinas.
¿Cuál era el plan?
Ellos pensaban ir en un barco, comprar un barco, ir en un barco y estaba (Alberto Ezcurra Uriburu) Ezcurra de dirigente mandando a Tacuara. Necesitaban hacer operativos para juntar la plata.
Hicieron el asalto al Policlínico Bancario. Se llevaron la plata, pero a costa de dejar varias vidas en un tiroteo que hubo, pero la ambulancia con la plata se fue y se la llevaron. Tenían que ir a cambiar la plata porque estaba marcada. Fueron, cambiaron la plata. Pero en lugar de volver inmediatamente con la plata, que era de la organización, se quedaron haciendo fiestitas por ahí, en algún bar o cabaret. Y empezaron a gastar plata y se abortó todo.
¿Cómo surge la operación de la que usted participó?
Nosotros inmediatamente empezamos a hacer inteligencia y vimos que nunca podrían haber tenido éxito si hubieran ido con el barco a Malvinas. Tenían que atracar en el muelle, a 40 kilómetros de la casa de la gobernación y del poblado. Y los iban a manotear enseguida. No iban a tener ningún éxito. Entonces, nosotros por eso se nos ocurrió el avión.
¿Y cómo siguió?
Lo del avión fue una inteligencia, como fue una inteligencia sacar a los pobladores y sacar a la gente que estaba a cargo de la defensa de Malvinas.
Primero sacamos pasaje como pasajeros regulares en un vuelo que iba a Río Gallegos. Estudiamos la ruta, por eso cuando Dardo Cabo y Giovenco que fueron a la cabina y lo primero que le dijo el comandante del avión y el piloto fue “nosotros no tenemos hoja de ruta para ir a Malvinas”, Cabo le dijo: “Acá está la hoja de ruta, 105”. y agregó: “Ya no hay vuelta atrás, el avión está tomado. Participá con nosotros en el hecho histórico que vamos a hacer”.
Entre los pasajeros estaba Héctor Ricardo García, el dueño de Crónica
Dardo Cabo lo invitó. Mientras él iba con nosotros en el avión, dos compañeros que trabajaban en Crónica hicieron todo lo que tenían que hacer para difundir la noticia. El avión aterrizó a las 9:40 de la mañana en Malvinas. Y ahí empezó el operativo, pero el diario Crónica sale a las 4 o 5 de la mañana y en el encabezado de Crónica decía que un grupo comando toma las Malvinas. Es imposible si todavía no estaban tomadas, pero esa noticia se desparramó, la tomó Télam, después fue Reuters y todos y se desparramó por el mundo.
Lo hicimos para que no nos pudieran fusilar porque era la dictadura militar que estaba en el poder. Y nosotros sabíamos que iban a empezar a fusilar gente en cualquier momento.
¿Cuál era el plan al aterrizar?
Fue inteligencia también tomar al jefe de las boinas verdes. Era un capitán, un capitán belga que había estado en Congo, en Biafra y que estaba a cargo de toda. Aparte a la población civil la habían armado para defensa de las islas. Pero eran poquitos, no es como ahora que es la mayor base de la OTAN del mundo.
Tomamos a los rehenes, al jefe de policía, el capo de los mercenarios y a un intendente que había ahí. Entonces eso neutralizó que no hubiera tiroteo, que no hubiera lucha armada porque nosotros teníamos a los rehenes. Tomamos todas las posiciones y nos hicimos cargo de las Islas Malvinas sin disparar un solo tiro.
¿Todo salió acorde al plan?
El avión sobrevoló, dio un par de vueltas, porque había nubes bajas y no divisaba a las islas. Entonces, estuvo sobrevolando hasta que encontró un hueco y nosotros estábamos mirando también. Por eso los pobladores ya estaban todos advertidos de que había un avión sobrevolando. Y cuando el avión aterrizó ya estaban ahí todos los que tenían que estar y lo que nosotros queríamos que estén.
Bajamos y lo primero que hicimos fue tomar a los rehenes para neutralizar todo. Después estaban otros compañeros que se encargaban de las banderas. Cada cual tenía su rol. Y bueno, todo gracias a Dios salió bien.
¿Tuvo miedo?
Nosotros veníamos de 3 días como retiro espiritual, haciendo inteligencia, no estábamos tranquilos. Pocas horas de sueño. Más en el operativo, en lo que estuvimos las 36 horas. Estábamos propensos a todo, pero así y todo sí me agarró, después todos los compañeros dijeron lo mismo. Fue un momento de tensión, de pánico, de nerviosismo. Yo soy muy creyente en Dios y en la Virgen. Lo pasé, hice lo que tenía que hacer.
¿Cómo siguió el plan?
Usamos la radio del avión para mandar una proclama a Buenos Aires. Para prender la radio del avión hubo que prender las baterías y todo. Pero no la lanzamos nosotros, sino el gobernador que era el contraalmirante de la Marina de Guerra, José María Guzmán y que era el gobernador de las islas Malvinas y Sándwich del Sur.
Nosotros en el avión, antes de llegar, le dijimos, "Señor gobernador, el avión está tomado, lo vamos a poner en disposición de gobernar las islas Malvinas." Iba con un edecán, con un guardaespaldas o secretario, no sé cómo llamarlo.
Y él dijo “esto es una broma” y se quiso parar. Dos compañeros lo sentaron y el edecán se levantó y sacó el arma, pero le dieron una trompada y se la sacaron. Todo empezó mal con el gobernador.
¿Cuál fue la reacción del resto de los pasajeros?
Con nosotros iban 35 pasajeros en el avión que iban a Río Gallegos. Nosotros le pedimos al comandante que a los pasajeros los tenían que evacuar. Pero ellos no querían recibir la hospitalidad de los pobladores ingleses. Se querían quedar con nosotros. Eso era un peligro. Porque si bien nosotros habíamos hecho el operativo sin disparar un tiro, estaban todos armados ahí.
¿Cuál fue el vínculo con el gobernador después de eso?
Cuando se fueron los pasajeros, el gobernador se va con ellos. Nos deja, nos deja ahí abandonados, éramos terroristas para el gobernador porque cuando habla con el presidente de facto, Onganía, le dice que él estaba a salvo con los pasajeros y que los terroristas están en el avión. O sea, para él nosotros no éramos argentinos que estábamos defendiendo la soberanía. Éramos terroristas.
Nosotros teníamos los rehenes, Nosotros estamos cantando el himno, habíamos enarbolado ya la bandera Argentina en el mástil. Fue el primer acto que hicimos de soberanía.
¿Cómo fueron las negociaciones con los ingleses?
No estaba el gobernador, había un sustituto y, cuando ya hicimos todo lo que teníamos que hacer, largamos a los rehenes. Pero antes, nosotros hacemos una charla y hacemos una promesa: que no se derrame la sangre.
Ellos armaron todas las milicias, armaron las ametralladoras, armaron al pueblo, a todo y pusieron reflectores alrededor del avión. Ponían marchas militares inglesas y nos intimaban a la rendición. Cosa que no hicimos. Nosotros estábamos atrincherados en el avión. Estuvimos así durante las 36 horas hasta que mandaron al comandante del avión a negociar, porque antes decían que iban a hacer explotar el avión.
¿Cuál fue el rol del cura de las Islas?
El comandante del avión viene con el padre Roel y dice que ya estaba todo hecho, que no nos hagamos y no nos sacrifiquemos, que no había que derramar más sangre, que les entreguemos las armas y que él nos iba a proteger porque nosotros no lo aceptamos al gobernador como autoridad.
Entonces aceptamos como autoridad argentina al comandante del avión. Nos llevaron a una iglesia y ahí estuvimos durante la noche.
¿Hubo más momentos de tensión?
La iglesia tenía todos ventanales con cortinas. Vinieron, sacaron las cortinas y estaban los reflectores y los altavoces que nos seguían pidiendo la rendición. No nos dejaban tranquilos. Entraron a la iglesia, las Boinas Verdes, a palparnos, hacernos desnudar, para buscar las armas y granadas que ya habíamos entregado.
El comandante del avión y el cura intervinieron porque querían arrebatarnos las banderas que nos habíamos puesto abajo de la de los abrigos, las siete banderas, y él dijo que no hicieran eso porque se iba a pudrir todo.
Argentina mandó un barco a buscarlos, ¿no?
Al otro día vino el buque de la Bahía Buen Suceso, que era el buque de la Marina de Guerra Argentina. Venía el juez Miguel Ángel Cima.
Nos ponen en la bodega de la lancha carbonera y ahí nos llevan hasta el buque. El mar estaba muy violento porque ahí en el mar estamos en la cercanía del estrecho donde se juntan los dos océanos. Y ahí es un lugar muy movido, el mar es muy peligroso. Aparte que las temperaturas del mar son de 30, 40 grados bajo cero. Si alguien toca el mar o cae al mar en 30 segundos, le agarra hipotermia, se le paraliza el corazón y muere.
¿Y qué pasó?
Nos tiran la escalinata del buque. Y tenemos uno por uno agarrar, manotear la escalinata y subir al buque. Una cosa muy peligrosa, aparte que nosotros veníamos muy mal, veníamos muy mal físicamente. Porque veníamos prácticamente de 6 días de estar en tensión continua, sin comer, con frío, con todo.
Estábamos mal, pero así y todo estábamos con la mente a punto. Gracias a Dios nos agarramos uno por uno y subimos todos. Pero yo creo que todo estaba hecho como para que nos caigamos todos.
Arriba del buque fue distinto. La tripulación nos recibe como héroes.
¿Cómo fue el regreso al continente?
Cuando llega a Ushuaia eran las 7, 8 de la noche. Estaba el muelle lleno de periodistas, pero dan la orden de que el buque no entre. Cuando el buque llega a las 3 de la mañana podía haber 200 personas. Eso era para escondernos.
¿Y después los trasladan a la cárcel?
No estuvimos en la cárcel de Ushuaia, que ya era museo. Nos hicieron un pabellón especial dentro de la jefatura de policía y ahí nos custodiaban los infantes de marina y la policía argentina.
Estuvimos con buen ánimo mientras estuvimos presos. Solamente hicimos dos o tres motines. Tuvimos tres o cuatro sumarios administrativos, pero por cosas ajenas a lo que fue el operativo.
¿Qué cosas?
Por pedidos que habíamos hecho. Uno de ellos era por una copa de sidra que el juez había autorizado durante la Navidad y nosotros habíamos preparado los alimentos y todo.
No nos dan la copa de sidra y, bueno, la comida terminó contra las paredes y el suelo. Fue un motín y vinieron a matarnos a palos.
¿Y después los mandan a Río Grande?
A los tres meses o cuatro meses nos trasladan. Nos trasladan con un castigo para ir a ser fusilados prácticamente. Eso es una cosa que pensamos y casi nos morimos.
¿Qué pasó?
Nos llevaban en camionetas, íbamos de tres por camioneta. Yo iba con Giovenco y Rodríguez. El que manejaba se puso nervioso porque íbamos por la ruta del ripio. Ellos tienen cancha para manejar y todo, pero parece que se puso un poco nervioso y aflojó un poco justo donde está el paso de Garibaldi, que ahora es todo túnel por debajo, pero era una ruta al costado de la montaña y abajo había 250 metros de precipicio.
Se puso nervioso y la camioneta empezó a dar vueltas. Justo en ese lugar. Dios le metió la mano y agarró la camioneta y la paró. La paró a la orilla del precipicio, antes de caernos. Todas las veces que fui al sur siempre paré ahí y dije: "Acá nací de vuelta".
¿Y cómo fue la llegada a Río Grande?
Pensamos que ahí se nos acababa la carrera. Bueno, nos hicieron formar afuera y pensamos que nos iban a fusilar. Sale una autoridad, se pone delante de nosotros con todos los fusiles detrás de él y nos dice: ”Acá se me portan bien, acá no quiero nada porque les voy a aplicar todo el peso de la ley”.
Cuando dijo eso, dijimos: "Bueno, si nos aplican la ley no nos fusilan". Fue una carcajada de todos. Parece que todos nos pusimos de acuerdo para dar una carcajada. Y con eso se nos va la tensión.
¿Cómo fue la liberación?
Cuando nos iban a dejar en libertad, tres quedaron detenidos: Juan Carlos Rodríguez, Giovenco y Cabo. Al estar bajo el régimen del Plan CONINTES, no podían acogerse al beneficio de la libertad en ese momento. Por eso, tuvimos que volver a Ushuaia para que allí el juez dictara la libertad.
Nos trasladan en un avión, de esos aviones de la base naval, pero de paracaidistas, los que no tienen puerta y tienen todos los fierros en el techo. Ahí nosotros íbamos esposados. Es una zona de muchos pozos de aire. Entonces, los aviones bailan mucho ahí. Pasamos esa también, tan rebeldes que éramos. Parece que Dios decía: "No, mejor los cuido, porque si no me van a hacer alguna maldad a mí también”.
El nacimiento de su hija coincidió con el día del operativo, ¿cómo fue eso?
Nació en la maternidad Santa Rosa, ahí en Vicente López. Y yo estaba en el retiro espiritual. Se enteran los compañeros, pero no podíamos hablar ni podíamos decirle nada a nuestros familiares ni nada. Sin embargo, Dardo Cabo autoriza a que dos compañeros me acompañen a ver a mi hija a la maternidad.
Y cuando llegamos a la maternidad estaba mi señora. Mi hija estaba en la incubadora. Yo no la llego a ver. Me dice: "Mañana vas a venir a la visita”. Le dije que sí y me contestó: “Mañana la vas a ver, es hermosa”. A las 2 de la tarde era la visita y a las 9:40 yo estaba en Malvinas.
¿Le pidió que le ponga Malvinas?
Yo le había dejado una carta a un compañero que estaba en inteligencia acá, para que vaya a la maternidad, le hable a mi señora y le diga que le ponga como primer nombre Malvinas.
¿Cómo fue la reacción de su esposa?
Al mediodía va un canal de televisión a ver a Malvinita y a mi señora.
Le dicen: “Su marido es un héroe”. Y mi señora dice la verdad, lo primero que pensó: "Siempre se la pasa haciendo pavadas. Siempre interviene en cosas, se mete en cosas que no se tiene que meter”.
Entonces, le dicen: "No, señora, está en Malvinas”. Ella respondió: “No, va a venir ahora a la hora de la visita”. "No, señora, está en las Malvinas", le insistieron. Y se entera recién en ese momento. Dice que le podía haber agarrado un paro cardíaco.
¿Cómo se sintió cuando Milei dijo que admiraba a Margaret Thatcher y cuándo defendió la autodeterminación de los isleños en el reclamo por Malvinas?
Me siento mal. Me siento mal con toda la dirigencia política, con todos los legisladores, con todo el mundo. Me siento mal porque dejaron colonizar la patria de esta forma. Nosotros no podemos defender la patria con las armas porque ya cuando las agarramos tuvimos 30.000 muertos y más.
Pero ellos dejaron colonizar la patria de esta forma. Y ahora tenemos este bicho.
Varios de los miembros del operativo fueron víctimas de la última dictadura
Tuvimos seis compañeros muertos en el proceso militar. Dardo Cabo fusilado, sacado de la cárcel.
Gerardo Salcedo muerto en un tiroteo en la casa con la mujer, la cuñada y la pareja. Ramírez, chupado y desaparecido. Y después tuvimos otros encarcelados.
¿Cómo vivió esos años?
Yo personalmente aguanté todo, no me exilié, no me quise exiliar. Aguanté los embates de la triple A después de que vinimos de allá. Aguanté la dictadura militar, estando como montonero. Y bueno, acá estoy.
¿Cómo siguió su vínculo con el peronismo?
El peronismo es la salvación de la patria. Después de Perón, los mismos Estados Unidos e Inglaterra siguieron atacando al peronismo de todas las formas.
Por eso yo digo que acá solamente los peronistas podemos hacernos cargo del país, de defender el país.
Pasaron 59 años. ¿Volvería a hacerlo?
Cuando hice la operación tenía 20 años. Tengo 80 años, nada cambió en mi vida, mis convicciones están intactas. Nada más mi cuerpo, que está muy golpeado.