Desde que fue detenida acusada de lavar dinero del narcotráfico hasta que logró la prisión domiciliaria pasaron pocos días. La excusa de Agustina Ayelén Ercoli Navarro ante los jueces fue clave. Según el expediente, la joven que hoy tiene 30 años fue beneficiada con la preventiva domiciliaria porque su pequeña hija no tenía quien la cuidase, ya que el papá de la nena y pareja de Agustina, Fabián “Calavera” Pelozo, y el abuelo de la niña y papá de la joven, Mario Ércoli Navarro, estaban presos tras ser identificados como parte de la cúpula mayor de la banda de Esteban Lindor Alvarado, uno de los jefes narcos más poderosos de Rosario que también cumple condenas en el penal federal de Ezeiza. La investigación contra Ayelén Ércoli Navarro había arrojado datos increíbles, con poco más de 20 años era dueña de varios vehículos, camiones, lanchas, departamentos y terrenos en Rosario, Iberlucea y Córdoba. Además tenía un geriátrico, un depósito, dos supermercados y una escuela de equinoterapia, porque al fin y al cabo había heredado de su padre la pasión por los caballos.
Mario Ércoli Navarro, el papá de Agustina, había sido investigado en 2017 por dopar un caballo para ganar un premio en el Hipódromo de Rosario. Su nombre ya estaba marcado en la justicia porque investigaban si con sus camiones y trailers de caballos, comprados lavando dinero del narcotráfico, hacían los traslados de estupefacientes entre distintos puntos del país. Con ello había logrado comprar también varios vehículos, una lancha llamada “reyna de reynas” y viviendas pero los caballos eran su perdición, como lo fueron para su hija. Cuando fue detenido Navarro, junto a su jefe “Calavera” Pelozo, los investigadores fueron tras los pasos de la joven que terminó detenida y argumentando los problemas psicológicos que atravesaba su hija logró la prisión domiciliaria. Allí, la Justicia le fijó como condiciones que se mantuviera en la casa que fijó domicilio, en pleno centro de Córdoba, y sólo le permitían salidas para llevar y buscar a su pequeña hija al colegio en horarios prefijados, llevarla 8 am y buscarla a las 16 horas. Cualquier otro movimiento, incluido las visitas al médico que no fueran una urgencia debían hacerse previa autorización de la Justicia aunque desde hace meses los rumores de que rompía todo tipo de prohibición se habían instalado en los investigadores.
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Así fue como los investigadores supieron que Agustina Ayelén Ércoli Navarro estaba anotada como participante del concurso “Sol de Mayo” en el Club Hípico Argentino. Su participación estaba agendada para el viernes, cuando era el turno de los competidores con menor puntaje y experiencia pero que buscan en esta tradicional competencia sumar puntos para la Federación Ecuestre Internacional. Con esos datos, los investigadores dieron la orden a Gendarmería que esperó con un operativo especial en los alrededores de la pista. Finalmente, el viernes la joven procesada por narcolavado saltó con su caballo al concurso y pocos minutos después fue detenida por los Gendarmes y trasladada directamente al penal de Ezeiza por violar las condiciones de su prisión domiciliaria. Sólo alcanzó a sacarse el casco y cambiar las botas por zapatillas antes de ser escoltada hasta el patrullero. Le secuestraron el auto en que viajaba y también su celular.
Ahora, Agustina quedó alojada en un pabellón de máxima seguridad en el penal de mujeres de Ezeiza. Muy cerca de allí, en un pabellón de máxima seguridad pero en el penal de hombres están su marido y su papá. Los investigadores trabajan a contrarreloj porque creen que en los próximos días la mujer podría presentar un nuevo pedido para volver a estar con su hija, aunque en este viaje la pequeña se quedó en Córdoba junto a su abuela, quien para la Justicia es la única que realmente la cuida.