Desde hace décadas, la NASA investiga un fenómeno conocido como la Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS), que provoca un debilitamiento en la protección natural que ofrece el campo magnético terrestre contra la radiación espacial. Esta zona, que incluye gran parte de Sudamérica y el Atlántico Sur, tiene a Argentina como uno de los países más afectados por esta situación.
El principal desafío de esta anomalía no es un riesgo inmediato para la salud humana, sino las posibles interferencias en la tecnología moderna. En particular, se teme que la AMAS pueda provocar fallas en satélites, afectar las comunicaciones y comprometer sistemas que requieren conexión a internet, lo cual tendría un impacto directo en la vida cotidiana y en sectores estratégicos.
¿Cuándo detectaron el AMAS?
En 2023, expertos detectaron que la intensidad del campo magnético en esta región disminuyó y que la anomalía se desplazó aproximadamente 20 kilómetros hacia el oeste. Este movimiento generó gran preocupación en la comunidad científica, que advierte que las consecuencias aún son inciertas y requieren un monitoreo constante para anticipar posibles efectos.
El campo magnético de la Tierra actúa como un escudo que protege al planeta de la radiación espacial y las partículas solares. Sin embargo, en el área del Atlántico Sur, esta barrera natural presenta una disminución significativa, dejando expuestos a satélites y otros dispositivos orbitales a un mayor riesgo de daño.
Las investigaciones sugieren que la AMAS se origina por movimientos de materiales metálicos en el núcleo externo de la Tierra, lo que genera irregularidades en la interacción del campo magnético con la atmósfera y las partículas solares. Además, este fenómeno podría provocar la aparición de nuevas divisiones dentro de la zona afectada, complicando aún más su evolución.
Si bien no representa un peligro directo para las personas, la anomalía puede causar daños irreparables o interrupciones en el funcionamiento de satélites, lo que impactaría negativamente en servicios esenciales como el internet, la radio y los sistemas de navegación. Esto implica que la tecnología que usamos a diario podría verse comprometida si no se desarrollan nuevas medidas de protección. Por el momento, los científicos continúan estudiando la evolución de la AMAS para entender mejor sus efectos y anticipar las medidas necesarias.