Un reciente estudio publicado en la revista Neurology alertó sobre la posible relación entre la exposición a largo plazo al tricloroetileno (TCE), un químico común en la limpieza en seco y el desengrase de metales, y un aumento en el riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson en adultos mayores.
Los investigadores observaron que las personas mayores que viven en zonas con los niveles más elevados de TCE en el aire tienen un 10% más de probabilidades de padecer Parkinson en comparación con quienes residen en áreas con menor contaminación. Además, el riesgo se cuadruplicó para quienes habitan entre una y cinco millas a favor del viento de una fábrica en Oregon que utiliza este químico.
Brittany Krzyzanowski, profesora asistente del Instituto Neurológico Barrow en Phoenix y líder del estudio, señaló: “La exposición a largo plazo al tricloroetileno en el aire exterior se asoció con un aumento pequeño pero medible en el riesgo de Parkinson”. Destacó que estos resultados se suman a la evidencia creciente que vincula factores ambientales con esta enfermedad.
El TCE es un contaminante ambiental persistente, presente en aire, agua y suelo en varias regiones de Estados Unidos. Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), hasta un 30% de los suministros de agua potable del país estuvieron contaminados con este químico en el año 2000. Aunque en 2024 la EPA intentó prohibir su uso comercial y de consumo a partir de 2025, la medida quedó suspendida por un desafío legal, y el TCE continúa en uso.
Para el estudio, los científicos analizaron datos de Medicare entre 2016 y 2018, identificando a casi 222,000 personas mayores de 67 años recién diagnosticadas con Parkinson y comparándolas con más de 1.1 millones sin la enfermedad. Usaron códigos postales y registros de la EPA para estimar la exposición individual al TCE dos años antes del diagnóstico.
Los resultados del estudio sobre el Parkinson
Los resultados indicaron que, tras controlar otros factores, quienes estuvieron expuestos a mayores concentraciones de TCE en el aire mostraron un aumento en el riesgo de Parkinson. Krzyzanowski explicó que “si bien el aumento en el riesgo fue modesto, la gran cantidad de personas expuestas al TCE en el medio ambiente significa que el impacto potencial en la salud pública podría ser sustancial”.
El equipo también localizó zonas con niveles elevados de contaminación por TCE, especialmente en el Cinturón de Óxido, y destacó tres instalaciones industriales, principales emisoras del químico en 2002. En particular, cerca de una planta de baterías de litio en Lebanon, Oregon, quienes vivían entre una y cinco millas a favor del viento tenían un riesgo cuatro veces mayor de Parkinson que quienes residían a 10 millas.
“Esto subraya la necesidad de regulaciones más estrictas y más monitoreo de los contaminantes industriales”, afirmó Krzyzanowski, haciendo foco en la importancia de controlar estas sustancias para proteger la salud pública.
Los investigadores aclararon que el estudio muestra una asociación, pero no puede confirmar un vínculo causal directo entre el TCE y la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, otras investigaciones previas también han encontrado conexiones similares, como el caso de la base militar Camp Lejeune en Carolina del Norte, donde la contaminación del agua con TCE se vinculó a un 70% más de riesgo de Parkinson entre militares.
¿Qué es el Parkinson?
La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la degeneración de células cerebrales que producen dopamina, lo que genera síntomas como temblores, rigidez y problemas de coordinación. La creciente evidencia sobre factores ambientales, como la exposición al TCE, abre un nuevo campo para entender y prevenir este trastorno.