Niñez y juventud en emergencia: el ajuste que silenciosamente desarma la salud mental

Un informe recientemente presentado en Diputados devela cómo los jóvenes hoy enfrentan problemas ligados a la salud mental en edades cada vez más tempranas. Qué hay detrás de las cifras y las consecuencias de los ajustes de Milei.

09 de agosto, 2025 | 19.00

En la Argentina actual las niñas, niños y adolescentes (NNyA) son las principales víctimas de una crisis silenciosa pero devastadora: el deterioro en las condiciones materiales de vida a la par del derrumbe de las políticas públicas de salud mental. El recorte presupuestario en la materia no es solo un dato técnico sino la materialización del abandono estatal, que impacta en cuerpos reales, sufrimientos concretos y proyectos de vida en riesgo.

Las cifras de un informe presentado esta semana sobre la situación crítica de la salud mental, por un panel de médicos y especialistas en la Cámara de Diputados de la Nación, evidencian que durante los últimos años se produjo un crecimiento de los padecimientos, las consultas ambulatorias y las internaciones, particularmente en niños, niñas y adolescentes, e incluso se observa un incremento de las autolesiones e ideaciones suicidas.

La presentación del texto contó con la presencia de representantes de 15 provincias (Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, Formosa, La Pampa, La Rioja, Misiones, Neuquén, Río Negro, San Juan, Santa Cruz, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y Tucumán), junto a universidades e instituciones del sector, que coincidieron en advertir que mientras el panorama se complejiza, catapultado por la crisis socioeconómica y una mayor demanda a un subsector público devastado, cada vez se necesitan más políticas sanitarias y de cuidados. En el último año y medio el presupuesto se redujo y también la retención de fondos coparticipables, y se destruyó la estructura capilar de la administración pública en los territorios que funcionaba como la primera barrera de contención.

Más internaciones, menos cuidados

Según información presentada por Julieta Calmels, psicóloga y Subsecretaria de Salud Mental, Consumos problemáticos y Violencias de la provincia de Buenos Aires, los datos son alarmantes: entre 2019 y 2024, las internaciones por salud mental en PBA pasaron de 18 mil a 46.785 anuales, lo que implica un aumento del 68,9%. Paralelamente, si se toman las estadísticas de todas las provincias, la funcionaria informó que 2025 va a terminar con un aumento del 77% en las internaciones y un salto de 134% en lo que respecta a consultas ambulatoria.

El punto central de su disertación fue la situación de NNyA. El registro bonaerense en este sentido indica que, en dicha población, las internaciones pasaron de representar el 9 al 13 % del total, lo que evidencia que, en términos absolutos, miles de jóvenes están atravesando crisis graves sin el acompañamiento adecuado del sistema sanitario y las instituciones públicas, cuya demanda aumentó entre el 12 y 20% por las bajas en las prepagas y obras sociales.

Calmels analiza que las políticas nacionales de ajuste tienen una relación directa con las condiciones de empeoramiento de vida de las personas, en múltiples dimensiones como la posibilidad de acceso al empleo, la posibilidad de garantizar condiciones y derechos básicos como el alimento, la vivienda, la vestimenta, etc. en el acceso a programas, o planes, etc. : “Todas las medidas generan un empeoramiento de las condiciones y esos sufrimientos impactan en la esfera de la salud mental, generando síntomas que no provienen necesariamente de aspectos psicopatológicos, sino de determinantes sociales. La ansiedad, fenómenos más de tipo depresivo, el incremento de los consumos problemáticos, la falta de expectativa o esperanza de vida, la mayor conflictividad en las relaciones interpersonales. Muchos de esos fenómenos históricamente se ven en aumento en condiciones sociales de vida como las que atraviesa Argentina”.

Sin embargo, advierte que no se trata solo del deterioro en las condiciones materiales sino de la influencia en la vida social en general de aspectos simbólicos como un modelo social de “exaltación y promoción de la violencia", y la dificultad para poder proyectar un horizonte de vida o imaginar un futuro, elementos que golpean la salud emocional, sobre todo de la población joven e infancias que está en momentos vitales donde ese horizonte de construcción de un futuro es central: “En la juventud y los niños y niñas hay un aumento en los pedidos de atención, internaciones, y situaciones de salud muy delicadas que hicieron que tengamos que tomar medidas extremas. Eso demuestra que, por debajo, hay un número mucho más amplio de situaciones de padecimiento, que muchas requieren y acceden al sistema de salud o se acercan para pedir acompañamiento, y muchas otras que tal vez no, pero sí configuran situaciones de preocupación y de alarma”.

La incidencia de las tecnologías, el uso desmedido de los dispositivos, y el ingreso prematuro a las redes sociales son, según Calmels, causas de situaciones de malestar y sufrimiento, y por eso constituyen otro de los focos de atención en PBA:  “Está estudiado que, si no se regula la inmersión en este mundo de lógicas y de relaciones digitales, se produce un impacto en fenómenos como la ansiedad y la depresión que, hoy son parte de las preocupaciones y las ocupaciones de nuestra provincia”.

El tratamiento de la salud mental en la población de NNyA no se puede analizar de forma aislada sin tener una mirada integral que incluya la situación de sus adultos responsables: “Pensar un mundo donde los adultos están debilitados en su capacidad de realización, de incorporación al mundo del trabajo, también expresa una afectación en la población joven, porque son adultos que no van a estar en buenas condiciones para educar, criar, y realizar el sostén vincular. Ahí vemos un factor de preocupación que hace que el desarrollo de un sistema de cuidados en salud mental también tenga que incorporar la relación con el mundo de los adultos para fortalecerlos también en sus posibilidades de cuidado”.

En el territorio bonaerense desde 2019 comenzó un trabajo para incorporar a las infancias y las juventudes como uno de los centros de gravitación de la gestión. Para ello se incorporó la temática en la Subsecretaría de salud mental, en la que previamente no había políticas dedicadas a las infancias y juventudes, y se levantó la medida que prohibía la atención de menores de 18 años en la red provincial compuesta por más de 200 Centros comunitarios. “En 2025 estamos viendo, respecto del año anterior, un incremento del 50% de pedidos de atención para niños y niñas, lo cual también nos lleva a tener que pensar y desencadenar procesos formativos y cursos para los profesionales desde una mirada más integral”, señala Calmels. De esta manera se logró que el 80% de los centros incorpore ese servicio y tengan espacios capaces de recibir y acompañar a niños, jóvenes y sus familias. En materia de obra pública, a la par de los 200 CAP y los hospitales neuropsiquiátricos, la gestión de Kicillof está por inaugurar 12 centros comunitarios nuevos y dos unidades residenciales para problemáticas de consumo, una de ellas dedicada exclusivamente a menores de 18 años en la ciudad de La Plata.

“El primer programa que creamos fue ‘Infancias y Juventudes, Atención y Cuidados en Salud Mental’, y después un programa denominado ‘La Salud Mental, la hacemos entre todos y todas’, en la pospandemia. Además, a través de una solicitud de centros de estudiantes de la provincia, desarrollamos desde 2022, junto con la Dirección General de Escuelas, una serie de talleres sostenidos a lo largo del tiempo para hablar sobre salud mental, prácticas de cuidado y de diálogo, trabajar sobre la vinculación entre los jóvenes, y otro montón de aspectos que ellos nos plantean”, relata la funcionaria. Dicha iniciativa alcanzó en 2025 a más de 110 mil estudiantes secundarios y , de cara al futuro, se proyecta duplicar el alcance en territorio a partir de la incorporación de equipos de orientación escolar.

Las inversiones en obra pública y reformas edilicias encabezadas por el ministerio de Nicolas Kreplak se sostienen a contramarcha de la orientación nacional y abandono absoluto de la gestión libertaria. Se destacan la creación de centros comunitarios de salud mental, la ampliación de camas y mejora de las salas de internación en hospitales generales, el sostenimiento de los hospitales monovalentes,  la compra y el suministro de medicamentos, la creación de casas para la reforma de los hospitales neuropsiquiátricos, y en lo que respecta al personal un incremento de 37% en la cantidad de trabajadores y trabajadoras.

El desmantelamiento del sistema sanitario

La gravedad de la situación deriva directamente del recorte puesto en marcha por el gobierno de Milei de más del 70 % de las transferencias destinadas a políticas de salud mental. Julieta Calmels advierte que se registra un sistema público sobre exigido: los hospitales no dan abasto, los turnos tardan meses y los dispositivos comunitarios, como las casas de medio camino o los programas escolares de prevención, están paralizados o directamente desmantelados.

“La ausencia de políticas nacionales o el retiro no solo es en el aspecto del financiamiento, sino también en la voluntad de sostener un ámbito federal para la discusión, la elaboración, la revisión de políticas y la construcción de una salud pública que pueda ser pensada para un país – denuncia - eso se expresa en la no convocatoria al COFESAMA (el Consejo Federal de Salud Mental), la no convocatoria a consejos federales que hoy es una preocupación de todas las provincias, y la razón por la cual conformamos un espacio interprovincial y presentamos en el Congreso Nacional un informe sobre el aumento de casos y la situación de crisis que atraviesa la salud mental argentina y la alarma por el abandono nacional de toda instancia colectiva de discusión entre las provincias”.

En muchos programas específicos para niñez y adolescencia, la ejecución presupuestaria en el primer semestre de 2025 fue inexistente, lo que se traduce en la falta de recursos para sostener equipos interdisciplinarios, dispositivos preventivos, acompañamiento escolar, y trabajo territorial. En paralelo, se desfinanciaron los servicios de atención telefónica y digital, claves para jóvenes en crisis que buscan ayuda inmediata; se redujeron los servicios y dispositivos que brindaba el Hospital Nacional “Laura Bonaparte”, referente en atención comunitaria enfocada en niñez y adolescencia, por el despido de 40% de su personal;  se desarticuló el Programa Nacional de Prevención del Suicidio Adolescente, que se había puesto en marcha en varias provincias desde el trabajo mancomunado entre salud y educación; y se desarticularon el remediar salud mental y la entrega de medicamentos a cargo de la DADSE.

En este contexto, profesionales del sistema de la salud y organizaciones territoriales alertan sobre un aumento inédito de crisis de ansiedad, ataques de pánico, autolesiones e ideación suicida en edades cada vez más tempranas. En muchos casos, los y las adolescentes llegan a los servicios en situaciones de extrema vulnerabilidad, medicalizados sin seguimiento, sin red familiar ni comunitaria de apoyo, y con tratamientos interrumpidos por falta de acceso a medicamentos.

La crisis se hace fuerte en el territorio donde instituciones y espacios que históricamente funcionaron como redes contención, detección y prevención del malestar psíquico, no logran responder a las demandas. En las escuelas los equipos de orientación están sobrecargados y sin recursos, y muchos programas integrales como talleres de ESI, espacios de escucha, protocolos de intervención ante intentos de suicidio, fueron desfinanciados desde nación por el ministerio de capital humano. Las consecuencias son aún más crudas en los barrios en los que el corrimiento del Estado los deja sin atención primaria, sin centros de salud mental comunitarios activos, sin talleres, sin casas de día ni redes institucionales. De esta manera el malestar se privatiza e hiperindividualiza, y las opciones parecen ser el sufrimiento, la medicalización, la calle, la violencia o la criminalización.

La inequidad como causa del padecimiento mental

Santiago Levin, médico psiquiatra y presidente de la Asociación de Psiquiatras de América latina (APAL), identifica que la relación entre condiciones de vida y salud mental es innegable pero no es directa ni evidente a simple vista. El médico psiquiatra explica que si bien hay trastornos mentales con fuerte determinación genética, como la esquizofrenia, también hay padecimientos subjetivos que claramente están relacionados con condiciones sociales inaceptables: “dicho esto, cuando se advierte un aumento en la incidencia de algún tipo de padecimiento o enfermedad, lo primero que tenemos que mirar es qué cambió en el entorno social, político y económico, en el entramado vincular que sostiene a una sociedad”.

Las causas del aumento del padecimiento psíquico y la elevación del número de internaciones por causa de salud mental en NNyA en todas sus formas, así como el incremento de las tentativas suicidas y de los suicidios consumados, son netamente sociales. “La pandemia, el aislamiento individual que generan las redes sociales, los discursos odiantes y discriminadores, la violencia simbólica y material aplicada por gobiernos que desfinancian todo lo que significa cuidados y mejoras, la falta de un horizonte político enmarcado en un discurso que nos incluya a todos y a todas. Claramente no estamos construyendo un mundo en el que los NNyA se sientan incluidos y con derecho a soñar, a jugar, a aprender y a vivir con alegría – remarca Levin - . Desde la salud mental advertimos con mucha claridad el impacto negativo que producen las etapas de intenso sufrimiento colectivo y de falta de horizonte para delinear proyectos de vida. La esperanza es, también, un derecho humano. Y su falta, su bloqueo, su debilidad o su imposibilidad nos deshumaniza, nos divide, nos separa y nos enferma”.

En este contexto mientras desde algunos sectores políticos se impulsa la modificación de la Ley N.° 26.657 de salud mental, muchos especialistas entienden que el problema no empieza ni termina en la ley, ni se repara únicamente con políticas sanitarias. “Lo que necesitamos es una reconstrucción amplia, inclusiva y generosa de un proyecto colectivo sin el cual somos solo seres en estado de supervivencia, es decir, de padecimiento constante – analiza Levin. Esto no se arregla con un 0800 para el suicida. Todas las iniciativas son indispensables en este momento, pero el telón de fondo excede el campo de la salud mental e interpela, de lleno, a la política”.