Muchos creen que llevar una buena alimentación y hacer ejercicio son suficientes para vivir más y mejor, pero hay prácticas cotidianas que, aunque parezcan inofensivas, pueden acelerar el envejecimiento si no las ajustás. Expertos como la doctora Cheryl Lythgoe, de Benenden Health, y el doctor Amit Arora, presidente electo de la British Geriatrics Society, identificaron varios de estos hábitos y proponen cambios simples para cuidar tu organismo a mediano y largo plazo.
Los hábitos que pueden mejorar la salud
Uno de los hábitos que más aparece es “limitar la actividad física a caminar”. Caminar tiene múltiples beneficios para el corazón y la circulación, pero depender únicamente de eso puede provocar pérdida de masa muscular, coordinación y equilibrio a medida que pasan los años. La Dra. Lythgoe recomienda “entrenamientos simples como caminar por terrenos irregulares, realizar tareas de jardinería o cargar bolsas de manera regular”.
Otra costumbre poco aconsejable es repetir siempre los mismos crucigramas o sudoku: hacer eso todos los días puede dejar de ser un desafío mental y limitar la formación de nuevas conexiones neuronales, advierte la Dra. Lythgoe. En su lugar, los especialistas sugieren alternar tareas cognitivas, explorar hobbies distintos, aprender algo nuevo o tocar un instrumento.
El uso de calzado inapropiado también aparece en la lista. Zapatos muy grandes, sin buen soporte, punteras angostas, tacones altos o suelas resbaladizas pueden resultar cómodos al principio pero con el tiempo aumentar el riesgo de caídas o problemas articulares, sobre todo en la edad madura. Los expertos aconsejan elegir modelos con tacón bajo, punta ancha y suela adherente.
Otro punto menos visible, pero igualmente importante, es el abuso de auriculares. Escuchar música a volumen alto por largas horas provoca fatiga auditiva y puede derivar en pérdida de audición con el tiempo. La recomendación es bajar el volumen, utilizar auriculares de calidad y alternar períodos de uso.
Finalmente, se menciona un hábito que pocos piensan como relevante: no cepillarse la lengua. Esa omisión favorece la proliferación de bacterias que causan mal aliento, enfermedades periodontales y pueden incluso afectar el microbioma intestinal. “El descuido de esta área favorece la proliferación de bacterias responsables de mal aliento, enfermedades periodontales e incluso alteraciones del microbioma intestinal”, explica el Dr. Arora.