Murió el Papa Francisco el pasado 21 de abril y el hecho causó una gran conmoción a nivel mundial. A semanas de su fallecimiento, se dio a conocer una noticia que sacudió al Vaticano y toda la Iglesia Católica, ya que los cardenales electores a cargo de elegir al sucesor de Bergoglio ya tienen a su primer nombre.
Es el primer candidato oficial al papado que se da a conocer este miércoles 30 de abril, en el marco de las reuniones, discusiones y encuentros entre cardenales que anteceden al cónclave del próximo 7 de mayo. La propuesta fue impulsada por el cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y uno de los aliados más cercanos del papa Francisco. Fue él quien planteó a los cardenales votar por el arzobispo maltés Mario Grech.
Tanto Hollerich como Grech están comprometidos con el proyecto de una Iglesia Sinodal, tal como lo imaginó Bergoglio, lo cual implica ampliar la participación en la toma de decisiones a los laicos y mujeres, en un ámbito que históricamente estuvo reservado a los obispos. Antes de su muerte, el papa argentino decidió extender hasta 2028 el Sínodo de la Sinodalidad, que ya lleva cerca de cuatro años en marcha. La palabra “sínodo” significa “caminar juntos”.
Hollerich, jesuita como Francisco, fue designado por él como relator de esta iniciativa lanzada en 2021, con el objetivo de construir una Iglesia católica más abierta, integradora y participativa. La sinodalidad es el camino elegido por Jorge Bergoglio para impulsar una modernización profunda en la Iglesia, lo que ha generado resistencias persistentes, principalmente entre sectores conservadores y tradicionalistas. Esas tensiones también se reflejan hoy en el proceso hacia el Cónclave.
Que un candidato al papado como Mario Grech, quien acaba de cumplir 68 años, provenga del ala sinodal tiene sentido, ya que Francisco lo ratificó como Secretario General del Sínodo de Obispos y valoraba positivamente su gestión. Según se comentó, Pierbattista Pizzaballa, el cardenal Patriarca de Jerusalén -también mencionado como posible sucesor de Francisco- observó con buenos ojos esta candidatura y evitó comentar su propia posición, aunque también figura como una opción viable una vez que comience la votación, a partir del miércoles 7.
Cuánto ganan los guardias suizos del Papa en el Vaticano: el salario que cobran
Mientras miles de fieles se acercaban a la capilla ardiente para despedir al papa Francisco, cuatro jóvenes se mantenían firmes junto a su féretro. Eran miembros de la Guardia Suiza Pontificia, el ejército más pequeño del mundo y uno de los cuerpos de seguridad más antiguos y singulares que existen. Pero, ¿cuánto ganan los guardias suizos del Papa por cumplir una tarea tan simbólica como riesgosa?
Creada el 21 de enero de 1506 por orden del Papa Julio II, la Guardia Suiza fue concebida como un cuerpo de élite para custodiar al sumo pontífice. Los soldados que lo conformaban eran seleccionados por su valentía y eficacia en combate, probadas durante las Guerras de Borgoña. Desde entonces, y por más de 500 años, sus funciones no cambiaron: proteger al Papa, al Colegio Cardenalicio en tiempos de sede vacante, y asistir en actos oficiales y ceremonias vaticanas.
Su uniforme renacentista, inspirado en un diseño atribuido a Miguel Ángel, con plumas rojas, yelmos metálicos y la emblemática alabarda, los convierte en una postal viviente del Vaticano. Pero su presencia no es meramente ceremonial. Detrás de esa apariencia hay entrenamiento militar, disciplina suiza y una profunda vocación de servicio.
Uno de los datos más buscados por los curiosos y los fieles es cuánto gana un guardia suizo por proteger al Papa. Según información oficial, el salario neto mensual de estos soldados ronda los 1.800 francos suizos, lo que equivale aproximadamente a 1.700 dólares estadounidenses o 1.500 euros. Si bien esa cifra puede parecer aceptable en muchos países, está por debajo del promedio salarial de un joven profesional en Suiza, una de las economías más prósperas del mundo. Este diferencial salarial es una de las razones por las que el número de postulantes disminuyó en los últimos años: hay menos jóvenes suizos dispuestos a dejar su país, su carrera y su vida personal para asumir este compromiso.