La abuela cubana Ana Mirta Sánchez no estaba dispuesta a dejar que un apagón inesperado en La Habana entorpeciera su rutina matinal durante una sesión de baile de su grupo de danza popular en la que participaban una treintena de sus amigos y compañeros de la tercera edad.
"Claro que se fue la luz, y sí, estamos empapadas de sudor, pero nos estamos divirtiendo", dijo Sánchez, de 87 años, alejándose de la pista de baile en medio del sofocante calor caribeño.
El programa pretende ser una distracción saludable y divertida para las personas de la tercera edad en un país que se enfrenta a una crisis económica que ha dejado a muchas familias sin alimentos, ni medicinas, dijo Lizt Alfonso, directora de la compañía de danza de La Habana que lleva su nombre.
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"Se fue la luz en medio de la clase", dijo Alfonso en una entrevista en el segundo piso de su estudio con vistas al Estrecho de Florida. "Pero no nos detuvimos. Nada puede quitarnos estos momentos de alegría", añadió.
Esta oportunidad no es muy habitual para los abuelos y abuelas en medio de un apagón en la isla, donde una población de ancianos en rápido crecimiento tiene pocas opciones de ocio fuera del hogar.
Cuba es el país más envejecido de América Latina y el Caribe, con más de una cuarta parte de la población mayor de 60 años, según la agencia estadística ONEI, debido a la caída en picada de la natalidad y el rápido crecimiento de la emigración, en gran parte hacia Estados Unidos.
El programa de danza es un soplo de aire fresco, destacó Antonio Viart, un habanero de 71 años que movía sus caderas al ritmo de la música.
"Somos un país cada vez más envejecido. No podemos dar marcha atrás al reloj, pero podemos intentar mantener nuestra calidad de vida", señaló.
(Reportaje de Anett Rios y Alien Fernandez; Escrito por Dave Sherwood)
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