Dormir bien no se trata solo de acumular horas en la cama, sino de garantizar un descanso de calidad. Uno de los elementos que más influye en esto es la almohada. Escoger la adecuada puede marcar la diferencia entre levantarse con energía o amanecer con dolor en el cuello y la espalda.
Dormir con una almohada cómoda es fundamental para garantizar un descanso reparador y cuidar la salud de la columna. Una almohada adecuada no solo brinda soporte al cuello y la cabeza, sino que también ayuda a mantener una correcta alineación de la espalda, evitando tensiones y contracturas. Cuando el cuerpo descansa en una postura equilibrada, los músculos se relajan, la respiración mejora y se favorece un sueño profundo y continuo. Por el contrario, una almohada incómoda puede generar dolor, interrupciones en el descanso y fatiga al despertar. Por eso, invertir en una buena almohada es también invertir en bienestar diario.
Las tres claves principales a tener en cuenta a la hora de escoger una almohada
1. La postura al dormir
La forma en que descansamos define el tipo de almohada que necesitamos. Si duermes de lado, lo ideal es una almohada firme y más gruesa que mantenga la cabeza alineada con la columna. En cambio, quienes duermen boca arriba deben optar por una almohada de firmeza media y baja altura para evitar que el cuello se incline hacia adelante. Finalmente, para los que descansan boca abajo, lo más recomendable es una almohada muy delgada o incluso prescindir de ella, para no forzar la zona cervical.
2. Materiales y soporte
Hoy en día existe una gran variedad de materiales, cada uno con beneficios específicos. Las viscoelásticas (memory foam) se adaptan a la forma de la cabeza y ofrecen soporte cervical. Las de plumas o plumón brindan suavidad y ligereza, ideales para quienes buscan una sensación mullida. Las de látex, firmes e hipoalergénicas, resultan duraderas y resistentes. Por su parte, las de fibras sintéticas son una alternativa económica y con buena transpiración.
3. Factores adicionales
Además de la postura y los materiales, conviene considerar otros aspectos. Si sufres alergias, elige almohadas hipoalergénicas. En casos de dolores cervicales, las ortopédicas pueden ser la mejor opción. También es importante el clima: materiales como el bambú o fundas de algodón ayudan a mantener la frescura durante la noche. Y no olvides la durabilidad: lo recomendable es cambiar de almohada cada dos o tres años, ya que con el tiempo pierde soporte y acumula ácaros.