Argentina vuelve a ser noticia en el mundo minero tras el hallazgo de un yacimiento de oro de dimensiones extraordinarias en una importante provincia. Según estimaciones preliminares, el depósito podría contener hasta 11 millones de onzas de oro, lo que equivale a unos 37.000 millones de dólares al valor actual del metal, y posiciona a este sitio en el interés de muchas empresas.
El yacimiento se encuentra en Lindero, en la provincia de Salta. El proyecto está en manos de la empresa canadiense Fortuna Silver Mines, que recientemente completó una etapa clave de evaluación geológica. La mina Lindero ya se encontraba en actividad, pero nuevas perforaciones revelaron un volumen de reservas muy superior al esperado, lo que la posiciona como una de las explotaciones auríferas más prometedoras del país.
Precisamente, las excavaciones dentro de esta mina ya están activas hace más de una década con el objetivo de extraer cobre, pero con el descubrimiento del oro, la perspectiva cambió por completo. Con una producción en marcha desde 2020, Lindero representa un caso exitoso de minería a cielo abierto en la región del altiplano salteño. La infraestructura existente permitirá avanzar con mayor velocidad en la extracción del nuevo recurso, siempre que los análisis de viabilidad y los permisos regulatorios se mantengan en curso.
El descubrimiento genera expectativas tanto a nivel económico como político. La posibilidad de incrementar significativamente las exportaciones de oro podría traducirse en ingresos fiscales, generación de empleo y atracción de nuevas inversiones para el norte argentino. Desde el sector minero celebran este hallazgo como un paso clave hacia el desarrollo de una “nueva frontera aurífera” en el país.
La otra cara del oro: impacto ambiental, uso intensivo del agua y tensiones con comunidades locales
Si bien el hallazgo en Lindero promete un impulso económico para Salta y para el país, la actividad minera a gran escala conlleva riesgos que no pueden pasarse por alto. La extracción de oro mediante métodos como la lixiviación con cianuro implica el uso de sustancias altamente contaminantes y un gran consumo de agua, especialmente crítico en regiones áridas como el noroeste argentino. Además, existen antecedentes de conflictos sociales en zonas donde las comunidades originarias reclaman mayor participación en la toma de decisiones, así como garantías de que sus territorios y fuentes de agua no serán afectados. La minería, aunque rentable, necesita ser gestionada con transparencia, responsabilidad ambiental y diálogo genuino con la población local.