San Nicolás vibra de una manera inusual porque este fin de semana largo la Fiesta de Disfraces (FDD) llega por primera vez a la ciudad bonaerense para celebrar sus 25 años con un cambio de sede que parecía impensado. Después de décadas anclada en Paraná, el evento más multitudinario y extravagante del país tomó impulso y cruzó de orilla.
Detrás de esa mudanza hay una trama que combina necesidad, oportunidad y, sobre todo, visión. Julián Abramor, uno de los principales organizadores, contó a El Destape: “El último año no pudimos encontrar en Paraná un espacio que cumpliera las condiciones que requiere la fiesta”, pero cuando habla de “condiciones” no solo se refiere a los metros cuadrados sino al universo en expansión de la FDD que necesita tecnología, accesos, logística y una estructura capaz de mover a decenas de miles de personas disfrazadas, libres, listas para vivir una noche a otra escala.
Por qué la FDD se mudó a San Nicolás
Las propuestas para mudarse llegaron desde distintos puntos del país. Pero fue San Nicolás la que cerró el círculo perfecto porque dispone de un autódromo moderno, tecnología de punta, accesos amplios y una ubicación estratégica (a 60 km de Rosario, 180 de Paraná, 220 de Buenos Aires y 420 de Córdoba).
El Autódromo y Predio Ferial de San Nicolás será el escenario este 22 de noviembre, en una noche que se perfila explosiva. Al evento lo acompaña un line up de artistas de primer nivel como Luck Ra, La Joaqui, Lauty Gram, los sets electrónicos de Rafa Barrios y Manu Desrets, y el desembarco de la fiesta Bresh, con su estética irreverente y su ADN festivo. “La fiesta es un multiespacio”, explica Abramor. “Apuntamos a géneros diferentes porque acá convive gente de todas las edades, con gustos distintos. Nunca quisimos dejar a nadie afuera”. Es habitual, dice, que un grupo de amigos se disperse ya que algunos bailan frente al escenario principal, otros se pierden en la electrónica y algunos juegan o participan de experiencias de marca.
Pero más allá de la grilla, el corazón sigue siendo el mismo. “La esencia es la gente disfrazada y compenetrada en su personaje”, insiste. Por eso el lema se mantiene: “ser lo que queremos ser, donde sea”. El cambio de sede no afectó esa identidad; la potenció. En San Nicolás, la producción encontró un lienzo más grande para esa libertad que solo entiende quien la vive. “Es difícil explicarlo. Te lo puedo contar, pero hay que sentirlo. El disfraz genera muchísima libertad, divertimento. La gente se desinhibe y por una noche es lo que quiere ser”.
La fiesta invierte cada año en nuevas tecnologías, profesionales especializados y puestas que sorprenden incluso a quienes van desde la primera edición. “Queremos que cada espacio tenga mucha energía, que la gente se vuelva loca en el mejor sentido”.
San Nicolás se prepara para una escapada que no es solo una noche más. Las anécdotas de fiestas pasadas lo confirman, como la “convención espontánea” de hombres araña que se juntaron en un midpoint; Blancanieves persiguiendo a los siete enanitos toda la noche o grupos completos caracterizados como el Chavo del 8 recreando escenas exactas, aplaudidos por multitudes.
