El Día Nacional del Asado se celebra en Argentina cada 11 de octubre y rinde homenaje a una de las tradiciones más arraigadas e icónicas del país: el asado. Esta costumbre, que va mucho más allá de la comida, representa un símbolo de identidad, reunión y cultura para los argentinos. No es solo carne a la parrilla; es un ritual que reúne a familias y amigos alrededor del fuego. Cada región del país tiene sus propias costumbres, cortes preferidos y técnicas, pero todos coinciden en la importancia del tiempo compartido y la pasión por la buena carne. Desde el clásico asado de tira hasta el vacío, las achuras y el choripán, la variedad es amplia y sabrosa.
La fecha fue establecida con el objetivo de poner en valor esta tradición culinaria que ha sido reconocida a nivel mundial. Además, el asado simboliza la hospitalidad argentina y la conexión con el campo, los productores y la historia rural del país. Celebrar el Día del Asado es celebrar la argentinidad, la amistad y el encuentro. Hay algunos muy buenos lugares para poder hacerlo y disfrutar al máximo de esta posibilidad.
Los 6 lugares ideales para visitar en el Día Nacional del Asado
Madre Rojas
En el Día Nacional del Asado, Madre Rojas presenta su propuesta de carnes con identidad. En este proyecto a cargo del chef, sommelier y ganadero, Juan Ignacio Barcos, la carne y el vino expresan terroir: cada corte tiene trazabilidad y es seleccionado de productores locales, que dan cuenta del origen y cómo fue alimentado el animal, además de promover su bienestar y priorizar la biodiversidad. En su carta figuran distintas creaciones cárnicas a la parrilla como entraña entera, ojo de bife, vacío, asado del centro, corte vaquillona, cuadril madurado y wagyu producido en las fincas de la familia Barcos, también disponible en algunas de sus entradas. En cuanto a su cocción, su equipo de cocina utiliza espinillo y quebracho colorado, para lograr un fuego y brasa óptima. Para acompañar, Barcos diseñó una serie de guarniciones a base de productos frescos e ingredientes que realcen su sabor, entre ellas las papas fritas en grasa wagyu, un clásico de la casa; las cebollitas braseadas en miso, la ensalada de zanahoria, remolacha y huevos, saborizada con vinagreta de naranjas; la de hojas verdes con salsa nuoc cham, un aderezo muy popular de la cocina vietnamita, y las batatas fritas con salsa ranch. Para maridar, su equipo de sommeliers sugieren blancos para carnes, además de una nutrida variedad de tintos, rosados y espumantes.
Granero
Ubicado en Rincón de Milberg, Granero se distingue por una cocina que integra huerta propia, horno de barro, carnes seleccionadas, pastas artesanales y coctelería. La propuesta se centra en cortes de novillos pesados de exportación de raza Angus, con opciones que van desde el asado del centro 5 costillas hasta el vacío de novillo a la estaca, en cocción por seis horas. Otros destacados son el bife de chorizo de 450 g, la ceja de ojo de bife -para dos personas- y el bife de chorizo Wagyu Kobe (300g). Para acompañar se puede optar por guarniciones como boniatos al horno de barro con queso azul y nueces, espinacas gratinadas y vegetales de estación. La experiencia se completa con vinos de una cava que reúne más de 120 etiquetas y cócteles de autor de su imponente barra.
Rufino
El Día del Asado encuentra en Rufino una celebración a la altura. En su sofisticado espacio de Recoleta, ubicado en el subsuelo del hotel Mio Buenos Aires, la parrilla se enciende para rendir tributo a los cortes de pastura seleccionados de los frigoríficos Muge y Entre Todos. Entre los imperdibles figuran el costillar del centro cocido seis horas, el T-Bone de 1 kilo, el ojo de bife con hueso y la entraña con ajíes en vinagre y romero. Con entradas que evocan la tradición —como el Matrimonio Rufino, los chinchulines o las mollejas con papas rotas—, este restaurante redefine la experiencia del asado en un entorno moderno, donde la calidez y el fuego marcan el pulso de cada plato. Para degustar lo mejor de las carnes argentinas cuentan con más de 40 etiquetas de vinos federales, ordenados por intensidad, para acompañar al comensal en cada detalle.
Viejo Patrón
Ubicado en una emblemática casona de Liniers, Viejo Patrón es mucho más que una parrilla: es una oda al asado argentino. Bajo la guía de Julio Gagliano, sommelier de carnes profesional, la propuesta pone en valor los cortes de pastura cocinados al punto ideal. Entre sus imperdibles se cuentan el entrecot de 850 g, el vacío del fino en manta con papas cuña, el costillar braseado de 1600 g y el asado especial del centro de cinco costillas. Para los paladares más exigentes, la selección del sommelier ofrece 800 g de pura experiencia con lomo, cuadril, bife y entraña, todo pensado para ser disfrutado con alguna de sus etiquetas elegidas, que abarcan tintos, blancos y rosados. Cada plato reafirma el espíritu del asado como ritual nacional, pensado para ser celebrado cada día junto a la familia y amigos.
Mago
En Belgrano, Mago se presenta como una parrilla donde el corte y la técnica hablan por sí mismos: la carta exhibe piezas clásicas y premium —entraña, vacío, ojo de bife, bife de chorizo, T‑bone— junto a embutidos y achuras de elaboración propia que marcan la identidad del lugar. Algunos platos destacan por sus singulares preparaciones, como el asado de cerdo braseado y laqueado con miel y mostaza o la pamplona de ojo de bife rellena a la parrilla. La cocción pasa por las brasas y el braseado directo, técnica que imprime notas ahumadas y concentra jugosidad en cada corte. Para el Día del Asado esta parrilla montó un menú especial de tres pasos diseñado por la nueva chef Débora Abrea. La propuesta del 11 y 12 de octubre incluye chorizo y morcilla de entrada, asado con hueso como principal y queso cuartirolo con dulce de batata de postre, acompañado por dos copas de vinos seleccionados. El precio por persona es $55 000 e incluye café, agua y descuento por pago en efectivo.
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La Boquería
En La Boquería la parrilla marca el pulso del menú: el uso de brasas de carbón y leña y la técnica de cocción a fuego vivo combinada con sellados precisos permiten extraer sabor y jugosidad de achuras tradicionales —mollejas, chinchulines, chorizo y morcilla— y de cortes premium como entraña, vacío, bife de chorizo, ojo de bife, asado especial y T‑Bone, junto a alternativas más ligeras como pollo grillado. Entre las propuestas para compartir sobresale el Gran bife porteño, un bife de chorizo de unos 400 g con panceta ahumada, huevo, morrón asado y tomates secos sobre papas fritas, y la tabla de carnes, que reúne asado, vacío, pollo, chorizo y morcilla. La tradición parrillera se encuentra con la cocina española en platitos como buñuelos, tortillas con mozzarella y panceta, rabas y gambas al ajillo, complementados por guarniciones clásicas —papas y batatas fritas, ensaladas frescas y vegetales grillados— y una carta de bebidas que abarca vinos de distintas regiones, cervezas artesanales, cócteles de autor y opciones sin alcohol.