El consumo de café en la infancia es un tema que genera preocupación entre padres, personal escolar y expertos en salud. Mientras que para muchos adultos el café es un infaltable de cada mañana, los efectos de esta bebida en los niños siguen siendo, en parte, un misterio. Aunque socialmente aceptado para mayores, en menores su consumo continúa siendo motivo de debate.
La cafeína, componente principal del café, está presente en numerosos productos consumidos habitualmente por los niños, como gaseosas, chocolates y bebidas energéticas. Sin embargo, el café concentra una cantidad considerablemente mayor de esta sustancia, lo que plantea interrogantes sobre su seguridad en edades tempranas.
Actualmente, muchos países no cuentan con directrices federales específicas que regulen el consumo de cafeína en menores. Sin embargo, instituciones como la Academia Americana de Pediatría desaconsejan que los niños beban café. En contraste, países como Canadá sí establecieron límites claros basados en la edad.
A qué edad es recomendable que un niño empiece a beber café
Según datos de la Universidad Johns Hopkins, las recomendaciones son las siguientes: entre los 4 y 6 años, los niños no deberían superar los 45 mg de cafeína diarios (aproximadamente media taza de café); de 7 a 9 años, hasta 62,5 mg; de 10 a 12 años, un máximo de 85 mg; y en adolescentes de 13 años en adelante, entre 85 y 100 mg al día.
Cuáles son los riesgos del café en la infancia
El principal problema del consumo de cafeína en niños radica en su sensibilidad a los efectos de esta sustancia. Según una publicación de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, la cafeína actúa como un potente estimulante del sistema nervioso central. En menores, puede interferir con la secreción de la hormona del crecimiento, afectando el ciclo de sueño y, en consecuencia, el desarrollo físico.
Además, consumir café puede desencadenar síntomas como aumento de la ansiedad y el nerviosismo. También puede dificultar el descanso nocturno, afectando el rendimiento escolar y el bienestar general. Otro efecto preocupante es el incremento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, en un organismo que aún se encuentra en pleno desarrollo.
La Universidad Johns Hopkins advierte que el exceso de cafeína puede ser tóxico para los niños. Los síntomas pueden variar desde dolores de cabeza hasta alteraciones graves del ritmo cardíaco, siendo el riesgo especialmente alto en los más pequeños, quienes son más vulnerables a dosis bajas.
Aunque no existe una "edad mínima oficial" para empezar a tomar café, la mayoría de los expertos coincide en que es recomendable esperar hasta la adolescencia tardía para introducir esta bebida, y siempre en cantidades moderadas. Antes de esa etapa, la prioridad debería ser garantizar un desarrollo físico y mental saludable, evitando estimulantes innecesarios. Sin lugar a dudas, el café puede ser un placer para los adultos, aunque en los niños su consumo debe manejarse con extrema precaución. Se debe priorizar el descanso, el crecimiento y el bienestar general de los más pequeños sigue siendo la mejor recomendación.