La heladera es uno de los electrodomésticos que más trabaja ya que está encendida las 24 horas, todos los días del año. Por eso, cualquier pequeño truco que ayude a mejorar su rendimiento o extender su vida útil siempre es bienvenido. Uno de los más curiosos consiste en colocar corchos en su interior.
A simple vista puede parecer un gesto sin sentido, pero tiene una explicación lógica. El corcho, por su material y estructura porosa, tiene propiedades que lo convierten en un gran aliado dentro del refrigerador. Colocar corchos en la heladera ayuda a optimizar la circulación del aire frío.
Al ocupar espacio, hay menos volumen de aire que el motor necesita enfriar, por lo que trabaja menos y consume menos electricidad. Además, los corchos actúan como “moderadores del aire”, distribuyendo el frío de forma más uniforme y evitando que ciertas zonas queden más calientes o frías que otras.
Menos olores y alimentos más frescos
El corcho natural tiene una estructura de poros microscópicos que absorbe tanto la humedad como los olores. Gracias a eso, ayuda a mantener el interior del refrigerador más fresco y neutraliza los aromas fuertes de algunos alimentos. También contribuye a conservar mejor frutas, verduras y otros productos sensibles a los cambios de humedad, evitando que se deterioren tan rápido.
El procedimiento es muy sencillo:
- Colocá varios corchos en las estanterías o cajones donde haya más espacio vacío.
- Evitá ubicarlos frente a las salidas de aire frío, para no obstruir la ventilación.
- No es necesario llenarla: con unos pocos corchos bien distribuidos alcanza.
Con el paso del tiempo, los corchos pueden acumular humedad o bacterias, por lo que conviene reemplazarlos cada mes o dos, o cuando se noten saturados.
