Desde las alturas de Gualtallary hasta las copas de Corea del Sur, Alemania y Estados Unidos, el Quinto Rosé Pinot Noir se posiciona como una de las etiquetas más deseadas del país. En el Día Internacional del Vino Rosado, su enólogo revela los secretos detrás del fenómeno.
En Argentina, un país históricamente ligado a los tintos, el vino rosado comienza a ocupar un lugar destacado. Y una etiqueta en particular brilla con luz propia: el Quinto Rosé Pinot Noir, elaborado por Huarpe Riglos Family Wines en el corazón de Gualtallary.
Este rosado de altura no solo despierta interés entre consumidores locales, sino que ha logrado hacerse un nombre en Corea del Sur, Alemania y Estados Unidos, mercados donde se valora la identidad y la calidad por encima de todo. “Forma parte de nuestra línea joven y representa una expresión moderna dentro del portfolio”, cuenta el enólogo José Hernández Toso. “Hoy, la demanda se reparte en partes iguales entre el mercado interno y la exportación”, añadió.
El secreto de su éxito comienza en el origen. Las uvas provienen de Finca Las Divas, en Gualtallary, una de las zonas vitivinícolas más reconocidas de Mendoza por su altitud, clima extremo y suelos calcáreos. Allí, el Pinot Noir, una variedad compleja y delicada, encuentra condiciones ideales para expresarse con elegancia. “Es una cepa sumamente versátil: su suavidad de taninos y acidez equilibrada nos permite lograr un rosado con frescura y armonía”, explica Hernández Toso. La técnica de elaboración es precisa y cuidadosa. Inspirada en los métodos tradicionales de los espumantes, incluye una maceración en frío de 12 horas y un prensado suave, que asegura una extracción mínima de color. El resultado es un vino de tono “piel de cebolla”, delicado y atractivo, que anticipa la sutileza de su perfil aromático y gustativo.
Más allá de lo enológico, este vino rosado también rompe con un prejuicio común: su consumo exclusivamente estacional. “Una paella acompañada de Quinto Rosé demuestra que este vino no es solo para el verano, sino también ideal para disfrutar en otoño e invierno”, señala el enólogo. Además, su estrategia de comercialización aprovecha la temporalidad opuesta de los hemisferios, lo que permite mantenerlo vigente en todo momento del año.
Ante un contexto desafiante para la industria, donde destacarse es cada vez más difícil, Hernández Toso es claro sobre el diferencial de Huarpe Riglos Family Wines: “La clave está en la calidad. El consumidor de alta gama busca vinos con identidad, elaborados en partidas limitadas y con un enfoque artesanal, como los nuestros”. Con frescura, carácter y un perfil inconfundible, el Quinto Rosé Pinot Noir no solo seduce al consumidor local: confirma que el vino rosado argentino tiene todo para brillar en el mundo. Y lo está haciendo, copa a copa.