Soledad Pastorutti abrió su corazón, pero, esta vez, desde un escenario muy especial: su querido Arequito. En una recorrida junto a Cristina Perez para Camino a casa, la Sole pasó por los espacios que marcaron su infancia y los primeros pasos de su carrera. La cantante santafesina aprovechó para hablar con profunda emoción sobre el vínculo con su papá, Omar Alberto Pastorutti. Confesó que, desde el inicio, él fue quien la alentó a soñar con una vida dedicada a la música, incluso cuando ese futuro parecía demasiado lejano.
Durante la entrevista, la folklorista regresó al taller mecánico donde su padre trabajó durante décadas. Allí revivió anécdotas, recuerdos y aquel impulso inicial que la llevó a subirse a los escenarios por primera vez. Entre lágrimas, la Sole expresó con admiración: “Él fue el único que confió en nosotras desde el principio por su convencimiento. Pidió hasta autos prestados para llevarnos a lugares. Siempre fue mi refugio, mi lugar seguro. Corría hacia él cuando me pasaba algo y le debo lo que soy, sin dudas”.
La Sole también recordó que uno de sus primeros trabajos estuvo ligado al oficio familiar. Y es que acompañaba a su papá en tareas de cobranza, yendo casa por casa en el mismo entorno donde se forjó la identidad del clan Pastorutti. Esa experiencia, contó, la conectó tempranamente con los valores de esfuerzo y dedicación que marcaron a su familia.
Un legado familiar que empezó en un taller
La visita por Arequito no solo le permitió a la Sole revivir los inicios de su carrera, sino también reconstruir la historia de sus padres. Omar, mecánico de profesión, conoció a Griselda Haydeé Zacchino, profesora de danza de Los Molinos, en un salón del pueblo. Ese encuentro dio origen a una familia donde la música y la danza siempre estuvieron presentes, y donde tanto Soledad como su hermana Natalia fueron alentadas a explorar su talento desde niñas.
Antes de que la Sole llegara al histórico escenario de Cosquín, su papá ya la acompañaba a cada peña, festival y encuentro folklórico de la región. Estaba ahí en madrugadas frías, en actuaciones donde el público era escaso o ya se había retirado, y en cada ocasión reforzaba esa confianza que ella recuerda hasta hoy, y que decidió compartir con su público.
