Mientras el día más frío de la Ciudad de Buenos Aires en los últimos 34 años llegaba a su fin, la noche de Villa Ortúzar albergó a un prolífero artista internacional, nacido al calor de las playas de Río de Janeiro, que retornó al país para mitigar las temperaturas gélidas a puro funk, soul y jazz: Ed Motta.
El carioca de 53 años regresó por quinta vez a “una de sus ciudades favoritas en el mundo”, según sus propias palabras, para presentarse en Deseo, un espacio que tímidamente comienza a ganar un lugar de preponderancia entre las salas de conciertos de la ciudad, a fuerza de una gran curaduría de artistas que resuenan todas las semanas entre la empedrada Av. Chorroarín y el polo industrial de la zona.
Así se vivió el regreso de Ed Motta a Buenos Aires
Apenas pasadas las 21, el compositor y multiinstrumentista no dudó en desplegar todo su groove en una sala que unió a 1.000 personas que gozaron desde el potente inicio del show, apoyado en clásicos de su catálogo como Que bom voltar y Fora da Lei, para meterse rápidamente en el bolsillo a fanáticos y neófitos de su música por igual.
Sin embargo, el despliegue de canciones del artista no se limitó solamente a sus inicios en solitario. Apoyado en su potente voz y teclados, se animó a repasar algunas de sus obras más recientes. Temas como Hypochondriac's Fun, Marta y S.O.S. Amor reforzaron el clima intimista sostenido en el virtuosismo del músico, acompañado de las habilidades de una banda conformada por bajo, guitarra, baterías y pianista.
Y, para la alegría de los presentes orgullosos de la argentinidad, Ed Motta volvió a exponer en público su amor y respeto por la obra de Luis Alberto Spinetta. Al amague de la intro de Alma de Diamante de Spinetta Jade y el tarareo de El anillo del capitán Beto, lo concluyó con una frase que generó entusiasmo entre los presentes y fanáticos de El Flaco: “Tengo que hacer un concierto solamente de la música de Spinetta”, prometió.
Promediando el cierre de la velada, la complicidad entre el brasileño y el público se volvió otro momento divertido de la noche, quienes lo celebraron con el característico bautismo de tribuna "Olé, olé, olé, Motta Motta". Así las cosas, la consumación del show de casi dos horas se concretó entre clásicos elegantes como Dez mais um amor, el pistero Colombina y un medley a cargo de la exquisita banda del músico brasilero que volvió a conquistar los escenarios porteños.