En 1972, en París, bajo el techo del matrimonio argentino José y Jacqueline Pons, ocurrió un encuentro irrepetible que marcó un hito en la música popular argentina. Astor Piazzolla y Atahualpa Yupanqui, dos de los compositores más influyentes del siglo XX, compartieron una cena íntima junto a la cantante Amelita Baltar y el escritor peruano Manuel Scorza.
De esa velada surgió una colaboración inédita: “Campo, camino y amor”, la única obra que ambos creadores firmaron juntos. Según narró José Pons en sus memorias, la reunión tuvo un clima cordial y una atmósfera cargada de magia cultural, donde el tango y el folklore se encontraron en una creación genuina.
La historia de “Campo, camino y amor”
Yupanqui, conocido por su carácter reservado, estuvo al principio callado, pero cuando comenzó a contar una historia familiar cautivó a todos. Relató cómo sus padres se conocieron en una estancia cerca de Pehuajó, tras la pérdida de un caballo que llevó a un encuentro inesperado con María Juana, la joven dueña del campo. Ese accidente rural se transformó en un amor y en una familia.
La fuerza narrativa y poética de Yupanqui deslumbró a los presentes. Amelita Baltar lo alentó: “Don Ata, ¿por qué no lo escribe?” A lo que Piazzolla sumó con entusiasmo: “Yo le pongo la música. Una milonga.” Yupanqui aceptó con su característico humor: “De acuerdo… pero sencilla, ¿eh? ¡No le ponga muchas notas!”. Días después, Yupanqui entregó el poema mecanografiado que comenzaba con los versos:
- CAMPO, CAMINO Y AMOR: Por un caballo perdido / se conocieron los dos / María Juana y Juan María / paisanos de Pehuajó...
Piazzolla compuso una milonga breve y de aire criollo, con una ternura contenida que respetaba la sencillez pedida por Yupanqui, alejándose de sus habituales giros urbanos. La canción quedó en manos de Amelita Baltar, quien años después la grabó, transformándola en un testimonio cultural valioso. Aunque no fue un éxito comercial, se convirtió en una joya histórica que simboliza la unión entre dos mundos musicales tan distintos como el tango y el folklore.
“Campo, camino y amor” representa mucho más que una colaboración: es la síntesis de la identidad argentina, donde la pampa y el bandoneón, el verbo telúrico y la armonía sofisticada convergen en una obra única. Piazzolla y Yupanqui, creadores totales, demostraron que sus lenguajes podían transformarse sin perder su esencia.